Capítulo 23

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Chloe no podía dormir. Lo sucedido con Claire en el cementerio y la pérdida de memoria de esa noche la carcomían por dentro. La culpa la inundaba mientras pensaba en como podría haber sido tan tonta como para no huir con sus amigos cuando tuvo la oportunidad. Ahora por su culpa, Ashton se había ido para siempre.

Claire también se había ido. Hacía ya una semana en concreto que se había ido. Se subió al primer barco que viajaba al otro continente y no había sabido nada más de ella. Ya había dejado en claro lo que pensaba de todos ellos.

Chloe se giró por quinta vez en la cama y contempló la pared en la oscuridad mientras su mente no paraba de darle vueltas a que es lo que estaba olvidando. Tras muchos intentos infructuosos, se metió debajo de las sábanas e intentó dormir.

Era inútil.

Su cabeza empezó a dolerle muchísimo. Un dolor que cada vez se hacía más y más insoportable. Cerró los ojos pero las imágenes del funeral le vinieron a la cabeza. Chloe gritó y lanzó la almohada contra la puerta, intentado descargar toda la rabia que sentía dentro de ella. 

Rabia hacia ella. Rabia hacia Claire. Rabia hacia su mente. Y rabia hacia Félix.

¿Por qué? ¿Por qué lo hizo? ¿Que le motivó a hacer eso?

Harta de la situación, Chloe se levantó de su cama y salió al pasillo de su apartamento. Tras comprobar que su padre no estaba, se dirigió al ascensor y pulsó el botón para ir hacia el sótano. Se cruzó de brazos en el ascensor y se lamentó no haberse vestido antes. Su pijama de unicornios era fino y el frío empezó a penetrar en su cuerpo. Chloe se encogió sobre sí misma mientras el ascensor bajaba.

Cuando llegó al sótano y las puertas se abrieron, se sorprendió de ver a Jackson sentado en el suelo enfrente de las dos grandes puertas que conducían a las celdas de los prisioneros contra el Gobernador.

—¿Jackson?—preguntó Chloe poniéndole una mano en el hombro.

Jackson dio un pequeño salto y la miró. Tenia los ojos rojos y aún llevaba su pijama a cuadros. Tenía la nariz roja y Chloe supuso que llevaba ya rato ahí abajo.

—Oh hola—dijo Jackson—. No te había oído llegar.

Jackson se puso de pie y se abrazó a si mismo mientras temblaba de frío. El sótano era la sección más fría del Palace y también la más tétrica. Las paredes y el suelo eran de baldosa negra y daban una sensación de vacío que te llegaba hasta el alma. Según su padre, era la forma más eficaz de hacer que los prisioneros hablaran. Estar encerrado en una celda sin luz natural, los hacía hablar más rápido que en las comisarias normales.

—Supongo que vienes a hablar con Félix—dijo Chloe.

—Lo he intentado—dijo Jackson con una mueca—. Pero cuando intentó entrar me vienen dos sensaciones contradictorias: entrar ahí y hablar con Félix, y entrar ahí y ahorcar a Félix con mis propias manos.

—Dura decisión—comentó Chloe secamente.

—A veces creo que podría hacer ambas cosas—dijo Jackson—. Pero siempre dudo de que cosa hacer primero...

Chloe le puso una mano en el hombro y tras respirar varios minutos, ambos se cogieron de la mano y traspasaron las puertas.

Lo primero que se encontraron fue una sala enorme llena de celdas con múltiples guardias en todas partes. Uno de los guardias, intentó hacerlos fuera pero tras una mirada furiosa de Chloe, éste se resignó y volvió a su puesto. Chloe se acercó a uno de los guardias que había en la entrada y le preguntó por Félix.

El guardia se lo pensó un largo rato pero al final accedió y les pidió que le siguieran. Si afuera hacía frío, allí dentro estaba literalmente congelado. Chloe y Jackson tiritaban del frío y cuando intentaban hablar, les salía humo por la boca. 

Caminaron enfrente de muchas celdas vacías y Chloe entendió que en realidad, el único preso que había ahí era Félix. El suelo y las paredes eran oscuras como la entrada y la única cosa de color eran las rejas que eran de un color blanco muy sucio. 

Finalmente llegaron a una de las celdas que había al fondo de la sala y el guardia se alejó unos pasos para dejarles intimidad. A pesar de ello, Chloe estaba segura de que estarían todos atentos por si pasaba cualquier cosa.

Chloe y Jackson miraron al interior de la celda y se encontraron una figura esposada con grilletes en la pared. Félix estaba sentado en el suelo cabizbajo. A su derecha una cama no muy cómoda estaba completamente intacta, como si nunca hubiera dormido. A su izquierda un pequeño retrete adoraba el rincón de la celda.

—Félix—le llamó Jackson.

El susodicho no se inmutó. Ni siquiera mostró cualquier signo de que le hubiera escuchado.

—Félix—dijo esta vez Chloe.

No hubo respuesta.

—MALDITO IDIOTA—gritó Jackson lanzándose contra las rejas—. LEVANTA LA CABEZA IMBÉCIL. MÍRAME. 

Félix movió la cabeza y poco a poco fue levantando la cabeza. Chloe y Jackson se quedaron mudos en el momento en que los ojos de Félix se cruzaron con los suyos.

Eran completamente negros.



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