Capítulo 39

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El "Buitre sin cabeza" seguía exactamente igual de lúgubre o incluso más. Las paredes estaban muy sucias y el suelo estaba pegajoso. Las ventanas estaban tan sucias que era muy difícil que un rayo de luz entrara por la ventana en un día soleado. En la planta baja solo había un hombre dormido encima de la barra con una jarra de cerveza en la mano. Se escuchaban voces en la planta de arriba junto a varias risas.

Rose le hizo una seña de silencio con el dedo y caminaron silenciosamente hacia el almacén que estaba detrás de la barra. El hombre de la barra roncaba profundamente pero aún así, Chloe estaba bastante asustada. Silenciosamente entraron en el almacén y cerraron la puerta detrás de ellas.

Rose corrió hacia un montón de cajas y las apartó dejando ver una pequeña puerta que llevaba a las cloacas. Rose la abrió y le hizo una seña a Chloe para que bajara. Chloe cogió aire y con todo su valor, descendió hacia las cloacas.

Una vez alcanzó el suelo una mueca de asco llegó a su cara. Había chafado algo pegajoso y no quiso preguntarse qué demonios era. El olor de las cloacas era muy fuerte y nauseabundo y Chloe se juró que nunca más volvería a pisar esas cloacas si podía. Rose bajó las escaleras y una vez en el suelo, hizo una pequeña bola de fuego con sus manos. El fuego iluminó el camino para Rose y juntas empezaron a caminar.

Las cloacas eran gélidas. La temperatura era muy baja y Chloe no recordaba que fueran tan frías. Se abrazó a sí misma para intentar entrar en calor y miró a Rose. Tiritaba de pies a cabeza a pesar de que la bola de fuego en su mano le daba un poco de calor.

—Hay un nido de Jilayla cerca—dijo Rose tensa—. Hay que darse prisa.

—¿Esos bichos tienen nombre?—preguntó Chloe.

—Sí—dijo Rose—. Viene de una criatura mitológica antigua. Se decía que los Jilaylas eran demonios en forma de murciélago que vagan de noche buscando sangre humana. Más o menos como un vampiro. Cole se enteró de ese ser mitológico y se empeñó en recrearlo para destruir todo lo que conocemos. 

—¿Qué son exactamente?

—No lo sé. Sólo sé qué necesitaba mucha sangre humana para acabar de convertirlos en lo que son ahora. Son asquerosos y feos. Como su creador.

—¿Por qué me has ayudado?—preguntó Chloe mientras caminaban por las cloacas. 

Rose suspiró e hizo la bola de fuego un poco más pequeña, como si quisiera esconderse en la oscuridad.

—Yo también fui controlada por Cole—dijo Rose—. En la cena, cuando pasó el accidente, Cole se distrajo y el control mental desapareció durante un segundo. No se si fue porque estaba cansado o porque tenía que aparentar, pero hubo un segundo en el que volví a ser yo misma. Entonces te advertí—dijo Rose y Chloe se acordó del momento en que ella dijo "Huye"—. Y salí corriendo de ahí. Fui a buscar a Claire y le expliqué la situación.

—¿A Claire?—preguntó Chloe mientras caminaban sin cesar por las cloacas.

—¿Por qué crees que no había guardias en el edificio?—preguntó Rose con una risa—. Claire les dio una paliza a todos mientras yo iba a buscarte. Una vez se encargó de todos los guardias, se fue al puerto a preparar un barco.

—Había pensado que estaban desayunando—soltó Chloe irónicamente, lo que hizo que Rose se riera—. Eres muy buena persona en verdad. Lástima lo que le hiciste a Hugo.

—Sí bueno...—empezó Rose—. Fue todo un malentendido—Rose respiró hondo y aflojó el paso—. Yo estaba en una relación con Hugo y me fui a una pequeña fiesta clandestina en un rincón de la playa. Había muchos chicos mayores y algunos... intentaron abusar de mí—Rose tragó saliva y la voz se le quebró—. Me drogaron y me emborracharon y acabé besándolos a todos con la mala suerte que Hugo lo presenció todo. Se enfadó pero evitó que... bueno... se aprovecharan de mí. Al día siguiente lo recordé todo y lloré a mares por haber perdido a Hugo.

—Espera—dijo Chloe parándose en seco—. Si no fue tu culpa, ¿por qué no se lo dijiste a Hugo?

—Consideré que sería más fácil para él pensar que estaba con cinco chicos a que intentaron abusar de mí y sintiera lástima. Ya suficientemente humillada me sentía yo—dijo Rose—. Ya sabes lo que los idiotas dicen, sí a las mujeres les pasa algo siempre es su culpa...: por su ropa, porque no me dijo que "no". Para mí, era más doloroso que supiera lo que había pasado a que pensara otra cosa. Además—dijo Rose con la voz rota—. Yo era del otro continente... y humana en aquel entonces. No creo que hubiera funcionado nuestra relación. Había un mar y una raza de por medio.

—Gilipollas—soltó Chloe y Rose se paró. Se giró y la miró fijamente—. Sí. Eso. Eres estúpida cariño. ¿Cómo puedes haber pensado que Hugo hubiera sentido lástima por tí? Te hubiera protegido. Y no fue tu culpa. Nadie tiene el derecho de aprovecharse de nadie. Dime Rose—Chloe le puso ambas manos en los hombros y la miró fijamente—. ¿Quieres a Hugo?

Rose asintió y Chloe le apretó el agarre.

—Pues recupérale antes de que sea tarde—dijo Chloe—. Cuando salgamos de aquí, corre a sus brazos.

Rose asintió no muy convencida.

—Corre a sus brazos y explícale lo que pasó.

—¿Y si no me cree?

—Le pegamos entre las dos—dijo Chloe firmemente.

Rose asintió con una sonrisa pequeña en la cara.

—Corre—dijo Chloe.

—Sí, lo sé—dijo Rose.

—No, no. Corre—dijo Chloe mirando detrás de ella.

—Hugo no está aquí—dijo Rose sin entender que pasaba—. ¿Qué ocurre?

—Houston tenemos un problema—dijo Chloe señalando detrás suyo.

Rose se giró y un moco verde asqueroso cayó encima de su camiseta. Rose soltó una mueca de asco antes de levantar la vista. Rose se encontró encima de ella una bestia enorme con forma de murciélago que tenía la boca abierta enseñando sus colmillos. La bestia fijó su vista en Rose y emitió un gruñido fuerte.

Rose respiró fuertemente antes de coger la mano de Chloe:

—CORRE PERRA CORRE.

La GobernadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora