Capitulo IV

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Lía

Presente

—¡Auch! —Se queja el rubio cenizo cuando estrello un leño contra su cabeza—, ¡Eso duele!

No tuve de otra. Fue lo primero que encontré para defenderme cuando me di cuenta que ya no llevaba mi vestido puesto; un vestido sucio, roto y manchado de sangre luego del encuentro con la creatura. Pero ahora, soló visto mi camisa suelta de tirantes, que llega a mitad de mis muslos. Agradezco que el material del corsé que llevo encima ayuda a cubrir la tela semitransparente de mis pechos.

Con la manta que el desconocido había puesto sobre mí mientras estaba inconsciente, ahora la sostengo sobre mi pecho, tratando de cubrirme lo más que puedo. Levanto de nuevo el leño para darle otro golpe al desconocido si se volvía a acercar a mí, o se atrevía a tocarme sin mi consentimiento. Tocó mi mejía como si fuera cercano, dándose la libertad de acercarse de esa manera ¿Cómo se atrevía aquel extraño? si no lo ponía en su lugar podría intentar ir más lejos, y no lo voy a permitir.

—Aléjate de mí, te lo advierto te daré otro golpe si te acercas —Advierto viéndolo fijamente, ni que crea que con esa preciosa cara dejaré que haga lo que quiera—. ¿Qué me hiciste mientras estaba inconsciente? ¿Te atreviste a tocarme degenerado?

—Ya, tranquila niña. No te hice nada, no es nada de lo que crees —dice mientras levanta sus manos en modo de rendición—. Cálmate, solamente estaba ayudándote.

Trato de levantarme, pero mis piernas duelen, no pude hacerlo, mas que iniciar una punzada de dolor en ellas.

—¡No! ¡No te levantes! —dice acercándose para evitar mi acción, pero se aleja cuando levanto mi leño en advertencia a que recibiría un golpe si se acerca—. Bien, ya entendí, solamente no lo hagas. Aún no, dale más tiempo a tus heridas para curarse o las abrirás de nuevo.

El chico tiene razón, aunque no quisiera. Luego de que las garras de la creatura se clavaran en mi piel seguramente se ha de verse fatal, la cual me imagino, ya que sigo con la manta contra mi pecho cubriendo mi cuerpo; aún sentada sobre otra manta tendida sobre el suelo de madera.

—¿Cómo te atreves a quitarme mi vestido Keno? —pregunto molesta.

—Keigo —Corrige.

—Cómo sea —digo indiferente—, ¿Por qué lo hiciste?

—Niña, ¿Cómo se supone que te iba a tratar tus heridas? ¿Sobre tu vestido?

El desconocido nuevamente tiene la razón. Mis mejillas se tiñen carmesí por la pena y vergüenza de ser tan exaltada por la situación y no ser agradecida como debo de estar. Aunque de sólo pensar que me tocó siento que mi cara se consume en llamas. Diablos, quien no quisiera que alguien como él lo hiciera, digo, físicamente era perfecto, incluso no parece tener ningún defecto, es muy atractivo. Quiero creerle; que nunca tuvo malas intenciones.

—Oye —dice llamando mi atención—. ¿Cómo te sientes?

Su mirada es tan sincera reflejando su preocupación, como si se sintiera culpable. No sé cómo hizo para rescatarme el solo, pero definitivamente le debo mucho, creí que iba a morir. 

Bajo el leño dejando a un lado de mi cuerpo; como precaución.

—Estoy bien, solamente un poco adolorida —Bajo mi mirada para observar mis brazos ahora descubiertos, mientras sostengo con ambas manos la manta sobre mi pecho.

—Eso es bueno —Sonríe—. ¿Tienes mareos?

—No —respondo con sinceridad.

Mi mirada recorre por mis brazos inspeccionando las heridas, pero no puedo verlas bien, ya que están cubiertas por... ¿hojas? Debajo de aquellas hojas puedo notar que sobresale una pasta oscura; que ahora está seca. Mi brazo derecho duele, pero ya no sangra, ya no tiene el vidrio incrustado como lo vi antes de perder elconocimiento.

Feather Crown || Takami Keigo (HAWKS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora