Con amor y buenas intenciones

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Sara estaba agotada, y eso que aún no era ni medio día, no tenía nada que ver con que fuera lunes, tampoco con estar en el trabajo, ni con que durante el fin de semana no hubiese dormido bien. La verdad era que Sara debía cambiar de departamento, pero no quería enfrentar a sus jefes, específicamente a uno de los dos que tenía.

Así que ella pensó en una serie de discursos convincentes en su mente mientras venia en el autobús al trabajo, pero se distrajo cuando empezó a ver su teléfono entre las noticias de la propuesta de matrimonio hacia la actriz Roxana y memes sobre la personalidad del señor Darcy de orgullo y prejuicio.

Ya en la oficina se repetía que debía de sacar el tema de una buena vez, hasta que se preparó café, le encantaba ese café instantáneo, dulce y con polvos de sustituto de crema, si cambiaba de departamento no sabría si estaría el mismo café en la sala descanso. No quería dejar de tomar ese café. Por supuesto como cualquier otra persona no quería dejar lo que le gustaba.

El día estaba en sintonía con su humor: nublado, con viento y había probabilidad de lluvia más tarde. Sara detestaba la lluvia no porque su cabello rosa pastel se electrificará y se perdiera su forma lacia o porque los zapatos se le ensuciarán, en realidad era que le aterraba y traía muchos malos recuerdos. Al menos ya sabía lo que le esperaba al salir del trabajo.

Termino su café y se obligó a caminar a la recepción; veía su escritorio largo, imponente y más gris de lo que le gustaría y la silla que le pareció cómoda tantas veces, pero ahora sentía como si fuera una planta carnívora y ella la mosca. Frente a su sitio de trabajo estaba una imagen que desencajaba aún más que sus postics de flores, y el portarretratos amarillo de tres secciones: una con la foto de su familia, el otro lado con la de sus amigas y el último extremo vacío.

Una mujer cargando a un bebé en medio del pasillo viendo a Sara.

Algo no iba bien, ella lo sintió, un tirón diciéndole sácala de aquí.

—Buen día ¿Puedo ayudarle en algo? ¿Tiene alguna cita?

Sara conocía las agendas de los dueños de las oficinas detrás de su escritorio. Una era del presidente Even Facio y la otra era del CEO Colton Facio.

Los mellizos que estaban a la cabeza de la empresa ReX, uno de los sistemas operativos de computadora más usados del mundo. Eran bastante conocidos en el ámbito empresarial, especialmente Colton Facio un CEO muy joven, que lanzo HeyHey! la red social que conquisto al mundo.

Sara sabía que no tenían ninguna cita con una rubia de rostro demacrado y con las ojeras más grandes que había visto en su vida, ¿acaso no tenía frio si venia de afuera? el cárdigan gris que llevaba era tan ligero que la hacía ver aún más pálida que su cabello ceniza.

La mujer acomodo al bebé dormido en sus brazos y la cuerda de la pañalera gris que colgaba sobre su cadera.

—Even me está esperando, ya había hablado con él.

Sara parpadeo sorprendida, pensó que no había escuchado bien, ¿la mujer acababa de llamar al presidente del grupo Facio por su nombre de pila? Titubeo un poco antes de responder.

—Permítame confirmarlo ¿Cuál es su nombre?

—Jessica.

Antes de que Sara tomara el teléfono para preguntar quién fue el gracioso que dejo pasar a una extraña, este empezó a sonar.

—Tengo una cita de último momento llévala a mi oficina en cuanto llegue, su nombre es Jessica. —Ni siquiera tuvo tiempo de decir buenos días. Al parecer sí que se conocían.