Con amor y buenas intenciones

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Sara le informo al presidente Facio que tenía una muy buena candidata para ser la niñera del bebé esperándolo en su oficina y que confiaba en él para convencerla porque no se veía del todo segura de querer trabajar a tiempo completo, después salió de la empresa para reunirse con su tía Natalia y comer juntas.

Amaba cuando su tía venia hasta el hotel Han para acompañarla a comer, a pesar de que sus tíos vivían a las afueras de la ciudad en un día común con tráfico se toma dos horas de camino. Justo hoy necesitaba su compañía más que nunca, se sentía abrumada.

No dejaba de pensar el correo electrónico del encuentro de su generación universitaria para reunirse. La verdad era que la idea de ir le incomodaba.

Ella perdió contacto con quienes fueron sus amigos; fue de las que pasaban más tiempo con su novio, el cual se volvió exnovio después de engañarla, dejarla y pasar a estar felizmente enamorado de alguien más.

Seguía a muchos de su generación en HeyHey! sabía que tenían parejas estables, algunos se habían casado, otros formaron familias, tenían sus propias casas y autos, o recorrieron el mundo, e incluso algunos se convirtieron en freelacers.

Luego estaba ella quien hizo su residencia y logro un trabajo en el mismo lugar, un trabajo que no ha cambiado; seguía quedándose en casa de sus tíos, que fueron sus tutores legales durante toda su adolescencia, los viernes y regresando el lunes a trabajar; le gustaba el mismo hombre desde hace años, al cual nunca le dijo nada; no tenía pareja; ni su propio gran proyecto; vivía en el mismo apartamento y usaba el autobús para ir a trabajar.

Así que no, no se moría de ganas de ir a un lugar donde se recordaría felizmente el pasado, se alegrarían de la buena fortuna que tuvieron en su vida y luego se compararían mentalmente para saber quién está mejor que quien e intercambiarían números para quedar e ir a tomar café y hablar mal de las personas que no asistieron a la reunión porque se avergonzaron de ir.

Una de esas charlas de café mencionaría a Sara.

Hablaría del tema con su tía Natalia para sentirse más aliviada y escucharla decir algo reconfortante a su idea de no querer ir.

Llego al hotel y fue hasta el restaurante donde estaba su tía, la reconoció por su cabello rubio, esperándola en la mesa.

—Lo siento tía, trate venir lo antes posible.

La mujer frente a ella agito la mano y sonrió.

—Esta bien, Mimi se acaba de ir no espere mucho.

Mimi Han y Natalia Jones eran amigas desde hace años, en ese entonces ella era una niña. Sus tíos se dedican al cuidado de los jardines, con el tiempo su negocio fue creciendo lo suficiente como para encargarse de los jardines del hotel Han hasta ahora. Así es cómo surgió la amistad que mantenía con Anaria y Lin Han, la hija de Mimi.

Un mesero se acercó a ellas ofreciendo la carta.

—Yo ya comí, Mimi insistió.

—Esta bien un filete y ensalada con queso de cabra ¿podría ponerme otra porción igual pero empacada?

El hombre asintió y se fue.

—¿Por qué quieres algo para llevar?

—No es para mí le llevare una porción al CEO Facio porque no ha comido nada.

Su tía frunció la boca en desacuerdo como cada vez que lo mencionaba y Sara pudo ver como lograba contenerse unos treinta segundos antes de protestar.