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Sara estaba somnolienta, por unos cuantos segundos no pensó en nada, tenía la embriagadora sensación de aturdimiento que se tiene cuando estas cansada y duermes. Parpadeo varias veces, quería seguir durmiendo, pero la habitación tenía tanta luz.

Los segundos de tranquilidad se terminaron porque su mente reacciono y reconoció a la persona frente a ella.

—Tía Natalia.

Sara iba a camino a casa en el autobús, los asientos estaban ocupados ella venia de pie sosteniendo la barra amarilla, por lo menos no estaba lleno solo venían dos personas de pie, estaba pensando en si debía cocinar o mejor ordenar algo, después vino el golpe y ya no se acordaba de más.

Miro a su alrededor, cortinas azules a los lados, olor a sangre y alcohol antibacterial, no estaba usando su ropa, frente a ella había otra línea de camas divididas por más cortinas azules como en la que estaba.

Urgencias.

No de nuevo.

—¿Sara? ¿Me escuchas? ¿Te sientes bien?

—Tía.

Justo en ese instante una punzada de dolor la recorrió al incorporarse.

—Voy a traer al doctor cariño.

—Solo fue por —su tía se fue— sentarme.

Cerro los ojos y resoplo, esto iba a ser largo.

Después de que el doctor la examinará, que su tía la verificará parte por parte, entro su tío Erick, seguido de Lin, luego Anaria, incluso entro Sami. Sara se sorprendió cuando Sami le dijo que el presidente la llevo y estaba en la sala de espera con el bebé.

Lo que más quería era irse.

Estaba esperando que las suplicas que dio ella misma a Natalia, y las que le pidió a los demás que dieran por ella, funcionaran y su tía no la dejara más en urgencias.

El hospital, como a muchas otras personas no le gustaba e igual que muchos otros ella perdió a su mamá en un hospital y no quería estar más ahí.

Entonces la cortina azul se corrió de nuevo y Sara se quedó sin palabras.

El CEO Facio estaba ahí, con los ojos tan abiertos y la piel tan pálida que tomo a Sara con la guardia baja.

—¿Cómo se encuentra?

Sara escucho la pregunta, pero no la proceso, simplemente soltó lo que tenía en la mente.

—¿Qué hace aquí?

Su jefe abrió la boca y la volvió a cerrar, hasta balbuceo unos cuantos "Ah" "Mmm", hasta que le dijo una oración completa.

—Even me llamo y me dijo que estaba en el hospital, su tía no me quería dejar entrar a verla.

Sara asintió, estaba segura de la reacción de su tía, aunque no sabía que responder ahora. Ellos no habían intercambiado muchas palabras en estas semanas, específicamente desde la discusión en el auto. Ella se limitó a hacer sus tareas e irse pronto a casa y él a guardar silencio.

—Pedí su traslado a una habitación privada, así estará más cómoda, solo te verificaran una vez más.

— ¿Por qué hizo eso?

—Sufrió un accidente estaba inconsciente.

—Mi seguro de empleada no cubre una habitación privada de hospital ¿Sabe cuánto cuesta?

Con amor y buenas intencionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora