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Un hombre estaba llamándola. Le susurraba, por un momento se sintió como en esos días que su abuelo le hablaba desde la puerta de su habitación para que se levantara.
—Sami... Sami despierta.
Parpadeo acostumbrándose a la luz. Sintió frio y las cervicales de su cuello crujieron. Auch
Even Facio estaba en cuclillas frente a la bañera.
La poca paz que tenía después de despertarse se iba tan rápido como llegaba el recordar todo. Su abuelo no estaba y jamás volvería a escuchar su voz y ella estaba en ciudad Media, porque había pasado demasiado tiempo ahogándose en su miseria que no se dio cuenta de las señales de acoso.
El sueño y la pesadez la abandonaron por completo. Miro hacia su cuerpo, por suerte la espuma seguía ahí y le cubría la mayoría del pecho, eso no evito la vasodilatación ni el incremento del flujo sanguíneo manifestado en rubor de su cara, cuello y la parte de la piel del pecho que sobre salía del jabón.
Tampoco evito el golpe de miedo al estar en una situación donde ella estaba vulnerable ante un hombre.
Quería gritar.
Quería correr.
Pero Even tenía el rostro distante, como si estuviera pensando algo, un mechón se le había escapado de la coleta le caía sobre su ojo y mejilla izquierda. Él estaba calmado, no había obsesión ni ese deseo enfermizo en cara, cuando regreso a verla.
Así que Sami se obligó a respirar profundamente. Tenía que recordar, recordar que ya no estaba en su casa. Porque el presidente no parecía ser el mejor padre del mundo, pero no le había faltado el respeto ni una sola vez y le había dado más comodidades que una habitación barata donde había dormido.
—Señor Facio... —susurro.
Ya no llevaba puestos los audífonos, estaban en las manos del hombre junto con su teléfono, aun con el video de ella y sus abuelos, fue el día que la llevaban al aeropuerto.
En su paranoia y prevención Sami se deshizo de su antiguo teléfono y sus cuentas de correo por si intentaba rastrearla, lo único que conservo fue un video, una foto de su familia en unas vacaciones en Guatemala y el número de su tía Ana.
—Henry y los demás se fueron, Itai está en tu cama dormido. —Inhalo como si estuviera a punto de lanzarse al agua—. Quiero disculparme te he dejado a cargo de todo y no le he puesto atención a Itai pensado que está bien porque tú estás con él.
Si no estuviera desnuda y muerta de panico frente a él definitivamente su enojo sería más grande y rechazaría su disculpa, debía pensar en Itai, después de todo él era su padre. Aun así, no pudo evitar la dureza de sus palabras.
—Itai necesita que usted forme parte de su vida en todos los aspectos, no que le dé solo un poco de atención cuando llega del trabajo. No puedo hacerlo sola. Por eso para tener hijos el coito ocurre con dos sujetos. Si el proceso biológico requiere dos células haploides, el criarlo requiere de dos personas.
¿Qué acaso no era biología básica? No tan básica para él por la expresión de sorpresa.
—Me involucrare más, es solo que me asusta hacer algo mal.
Eso lo compartían.
—También a mí me asusta.
Los ojos azules de Even le dedicaron una mirada profunda, una mirada que sabía que llevaba agradecimiento. Si lo seguía mirando se le ablandaría su enojo y aun no estaba lista para dejarlo pasar del todo.

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Con amor y buenas intenciones
RomanceSami Watson termino en otra ciudad, sin escuela, sin trabajo y completamente sola. Comenzando de nuevo llega a la oficina del Even Facio para el puesto de niñera. Lo que Sami no sabía es que sería el trabajo más exigente hasta ahora y que no dejaría...