Una joven y feliz pareja se muda a un acomodado barrio de Daegu, pronto los residentes se siente curiosos por ellos, y pronto los residentes descubrirán los raros que pueden llegar a ser los nuevos vecinos.
¿Raros?
¿Cuán raros pueden llegar a ser un...
—¡Ponte en cuatro que te voy a dar lo tuyo, perra!
—Perdona ¿Qué has dicho?
—Es que...en el video que vimos...decían eso...y yo creí que...
—¿Decían eso?
—Sí mira.
Y mientras tanto Yoongi buscaba la laptop, Jimin miraba que todo estuviera en su lugar repasando su lista mental, juguetitos con luces de neón, lubricante sabor melón, esposas de peluchito y un pelín incómodo con el elefantito que llevaba por ropa interior.
—Aquí.
—A ver.
—¿Ves?
—Ah...pues sí. Comencemos de nuevo entonces, Michimeow.
—¡Ponte en cuatro que te voy a dar lo tuyo, perra!
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—Estás temblando.
—Creo que se llaman nervios.
—No haremos nada que tu no quieras...no quiero hacerte daño.
—Lo sé, Yoongi. Sé que tu jamás me harás daño bajo ningún concepto. Y sí quiero, quiero continuar.
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Sería mentira si dijéramos que no habían estado en esta situación antes, el extraterrestre sobre el ángel, este último envolviendo el cuerpo del mayor con sus piernas mientras se dejaba devorar su cuello. Sus pequeños y regordetes dedos presionaban con fuerza los omóplatos del mayor, ambos ya desnudos haciendo fricción entre con sus pieles. Los ruidos que hacían al juntar sus labios los incentivaba a seguir más, sentían como se elevaba la temperatura de sus cuerpos y amaban esas nuevas sensaciones.
Miró con deseo y amor a su pequeño ángel mientras acariciaba su mejilla, dejando un casto beso le sonrió. Le guiño un ojo compartiendo una sonrisa nerviosa. Regresó a ese lugar tan sabroso y suave, escuchar los gemidos de Jimin mientras dejaba mordisquitos en la acaramelada piel. Las risitas por el cosquilleo que le ocasionaba mientras bajaba por su pecho encendían una parte de sí que no había encontrado antes.
