Doce|Revelaciones

4.4K 399 24
                                    

YELENA

¿Existe algo que te haga sentir mas nerviosa que conocer a tus suegros?, o en mi caso, mi suegro, el hombre mas intimidante que he conocido.

Satoru Gojō no es del tipo intimidante que parece una mole destructiva, pero la forma en que me escruta con la mirada aún bajo su venda es la definición de intensidad.

—Y dime, Yelena ¿te acostumbras a tu nueva vida? —me pregunta, como si nos conociéramos de toda siempre.

—Si con nueva vida se refiere a estar fuera de una celda, la verdad si —respondo firmemente sin borrar la sonrisa condescendiente de mi cara.

Nunca había visto tal cantidad de golosinas sobre una mesa, tampoco es que me queje, todo es delicioso. Pero mas que en una cena me siento en un interrogatorio. Megumi está a mi lado, mirando con cara de pocos amigos a su padre adoptivo, me divierte la relación entre ambos, son tan distintos que nadie imaginaría que este hombre se encargó de criar a mi esposo.

—¿Que tal va todo con los nuevos alumnos? —pregunta Megumi interrumpiendo nuestro duelo de miradas.

—Hay chicos con hechizos increíbles... —respondió—. Creo que la hechicería va a quedar en buenas manos en el futuro. Sobre todo si el usuario de las diez sombras acepta ser el nuevo profesor de último año...

—No puedo hacerlo y lo sabes —dicta Megumi—. A menos que quieras que renuncie al clan; aunque dudo que sea conveniente para ti, dime ¿te gustaba la caja?.

—¿Que caja? —pregunto curiosa, perdiéndome en algún lugar de esta discusión padre e hijo.

—La pequeña casita de Gojō —añade Megumi.

—Li piquiñi cisiti di Giji —le imita su "maduro" ex profesor—. ¡Tienes razón, no pienso volver a ese lugar!

—Lo sabía... —dice Megumi.

—Sería bueno que lo vayas considerando. Sé que quieres dejar los riesgos por un tiempo.

—Hay muchos factores que considerar —responde Megumi—. ¿Partamos por uno de ellos?. ¿Como encontramos a Irina?

Y en este punto la conversación se vuelve mas seria para mi. Y también mucho más jodida.

—¿Hay algo mas que debas contarnos, Yelena? —cuestiona el albino.

—¿Como qué?

—Algo como lo que sucedió hace cinco años, por ejemplo...

Mis piernas comienzan a temblar como cada vez que el tema se presenta ante mi. Prefería bloquearlo, fingir que solo fue una oscura y horrenda pesadilla. Pero en este momento, justo cuando los ojos azules de Megumi me miran sin entender nada sé que debo hacerlo, debo sacar de mi interior todo aquello que me atormenta.

—¿Puedo confiar en ti, Satoru Gojō? —le pregunto antes de soltar cualquier palabra.

—Pregúntale a tu esposo si soy de confianza...

Megumi no lo comprende, pero en cuanto le miro asiente con la cabeza.

—Hace cinco años mataron a mi familia frente a nuestros ojos. Eran hechiceros; no había duda, mucho menos cuando con sus rituales desintegraron a mi madre. Irina era tan pequeña, que solo pude cubrir sus ojos, escondidas en el pequeño sótano que papá había preparado porque sabía que algo así pasaría... Y por protegernos hicieron estallar su cuerpo... Pedazos de su carne nos cayeron por entre las rendijas —nunca he llorado tanto como lo hago ahora, mis tripas se retuercen, siento náuseas solo de recordar esas imágenes—. Todavía puedo sentir el olor de la sangre...

Sombras en el paraíso; Megumi Fushiguro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora