Sombras en el paraíso; Megumi Fushiguro

Seis|Detrás de las paredes

MEGUMI

Intento no parecer nervioso, pero me he dado unas cinco vueltas por el pasillo esperando a que termine de arreglarse. Entiendo que ella nunca los ha visto, que pueda querer dar una buena primera impresión y que para mi es más fácil ponerme una camiseta blanca un poco ancha y un jeans negro. Pero intento ignorar el hecho de que probablemente lo que me hace sentir mas nervioso es ella misma.

El cerrojo de su puerta suena y finjo estar mirando el teléfono. La veo aparecer frente a mi con un top blanco que llega por sobre su ombligo y una falda plisada de color negro, ella sonríe al darse cuenta de que nos hemos vestido a juego sin que sea a propósito. Se ve tan guapa sonriendo, me encanta que sonría mas a menudo desde que hablamos las cosas.

Esta mañana sonrío dos veces en el desayuno, la primera cuando Tsumiki le contó lo frío que era incluso desde niño y jaló mis mejillas como si todavía fuera uno. La segunda, cuando torpemente quisimos pasar por la puerta del comedor a la misma vez y nos quedamos trabados en el marco. No suelo ser tan torpe y descuidado, pero últimamente hay cosas que están tomando toda mi atención.

—¿Que? —me pregunta cuando llega junto a mi y no logro dejar de mirarla.

—Nada —respondo intentando esconder la erección que crece en mi entrepierna cuando miro esos muslos descubiertos.

¿Desde cuando me convertí en un adolescente hormonal?, esta es una parte mía que desconocía.

Caminamos hasta el auto y trato de mantener la cabeza fría y el resto de mi cuerpo también. Pero llego junto al BMW negro y cambio de opinión. El atardecer está agradable para ser un intenso día de verano, corre un poco de brisa tibia y la luna llena apenas se vislumbra en el cielo que comienza a tomar un color purpura.

Nunca me fijo en este tipo de cosas, pero quiero que ella se sienta en confianza, que se sienta libre.

—Mejor iremos caminando —sentencio mientras ella se cruza su pequeño y discreto bolso en el hombro.

—¿Y a que viene ese cambio de parecer? —pregunta curiosa, como con todo lo que hacemos.

Es gracioso que generalmente las personas preguntonas me colman la paciencia, pero con ella me sucede algo extraño, algo que incluso me rompe la cabeza por que me parece peligroso.

—¿Quieres sentirte libre, no?. Al menos para mi, no hay nada mejor para sentirse libre que caminar en la calle sin que nadie te joda. Solo serán seis cuadras y media, pero un avance es un avance, ¿no?.

—Primer paso; salir de la habitación. Segundo; la biblioteca. Tercero; caminar por la calle —enumera cosa por cosa lo que ha hecho estos días—. Tal vez mañana ya pueda irme de la ciudad y no podrás hacer nada al respecto.

—No sé si reírme o preocuparme —le respondo, confío en que ella no se va a ir hasta que encontremos a su hermana. Por que lo prometí y para mi las promesas no son un juego—. Si tanto quieres salir de la ciudad solo tienes que decirme.

Vamos caminando, conversando tan a gusto que el mundo parecer sobrar a mi alrededor, la conozco hace una semana, hace unos días pensaba que me odiaba. Es la persona mas directa e impredecible que conozco, pero también es valiente, determinada. Y es un juego mental que no comprendo, pero que comienza a agradarme.

Yelena llama la atención de todo quien la ve, también llamó la mía el día en que la conocí.

—¡Preséntame a tu amiga! —dice un sujeto cuando pasa a mi lado, mirando su cuerpo de arriba a abajo carcajeándose como si lo que acaba de decir diera gracia. Le miro con el ceño fruncido y mis puños cerrados con frustración, lo golpearía duro, pero no quiero que la situación se sienta incómoda para ella.