Sombras en el paraíso; Megumi Fushiguro

Epílogo

TRES AÑOS DESPUÉS

Me miro al espejo con la emoción inundándome. No es la primera vez que voy a hacerlo, pero en esta oportunidad todo se siente diferente. Definitivamente es como todos suelen decir, este es el día más feliz de toda mi vida.

Todo afuera es hermoso, hace mucho no veníamos a la casa de la playa. Los invitados comienzan a llegar, y no puedo evitar sentirme nerviosa.

Un vestido blanco bastante simple y una trenza larga que cae por mi hombro. Sé que voy a gustarle.

Dos toques en la puerta me obligan a salir de mi ensoñación. Mis ojos se nublan solo por la felicidad de verlo parado frente a mí.

—Eres tan, pero tan jodidamente guapo.

—Y tú eres la novia mas hermosa de todos los tiempos... —responde entrando a la habitación. Sé lo que busca cuando se asegura de ponerle el seguro a la puerta.

—De seguro le dijiste lo mismo a la anterior... —digo rodando los ojos dándome media vuelta para volver a pararme frente al espejo.

—La anterior era una muchachita engreída. No se parecía en nada a la mujer increíble que eres tú.

—¿Ah si? —contraataco—. Pues tú eras un orgulloso...

—Orgulloso y todo no puedes negar que logré conquistarte.

—¿Te haz visto al espejo? —respondo—. Conquistarías a quien tú quisieras.

—La única persona a la que me interesa conquistar está parada justo frente a mí. Y hoy la voy a hacer mi esposa... por segunda vez, pero ahora será para siempre.

Sonrío y muerdo mi labio cuando sus brazos me rodean y se pone de pie tras de mi frente al espejo, arrancándome suspiros cuando comienza a dejar besos por mi cuello descubierto. 

—Mierda~ —mi cuerpo se vuelve febril a su tacto, su lengua humedece la piel de mi cuello—. Megumi, faltan treinta minutos.

Le es tan fácil encender la llama de la lujuria en mi. Empiezo a respirar de forma acelerada con la necesidad que tengo de sentir su miembro en mi interior.

—No tardaremos mucho, amor —responde antes de comerme la boca, por suerte aún no llevaba el labial, de lo contrario su rostro habría quedado manchado con la intensidad de nuestro beso.

Se las arregla para bajar el escote de mi vestido y lamer mis pechos.

—¿Te dije alguna vez que me encantan tus pechos?

—Siempre, sobre todo ahora que están mucho mas grandes... —respondo.

—No sabes cuanto le agradezco a Mirai por eso cada día. Por hacer que el cuerpo de su mamá sea mucho mas sexi para su padre.

—Gracioso —respondo dejándome recorrer a su antojo—. Su padre no quedó lleno de estrías...

—Solo te hacen mas hermosa de lo que ya eres... —responde hábilmente.

—¿No se supone que es de mala suerte ver a la novia antes de la boda? —pregunto.

Él me acorrala contra la cama y me obliga a girar y acomodando mi vestido caigo sobre mis rodillas y mis codos, inclinando mi trasero cuando los metros de tul y seda se arremolinan en mi cadera.

Gimoteo suavemente cuando su mano acaricia la piel de mi trasero estirando de las bragas y del porta ligas blanco. Sin muchos preámbulos mueve mis bragas a un lado y su dedo comienza a deslizarse por mi mojado coño.

—Puede que ese estúpido mito sea cierto. Pero ¿no crees que el mejor presagio para un matrimonio es comenzar con una buena ronda de sexo?.

Sus dedos juegan con mi botón de placer, mi humedad los moja y los introduce sin delicadeza hasta el tope.