Catorce|Tristeza

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YELENA

Siento que el aire no puede circular por mis pulmones, se siente tan denso que debo luchar para poder respirar. Las lagrimas se acumulan en mis ojos mientras sostengo las fotografías que acompañaban la cabeza cercenada de mi mas fiel protector en prisión.

Estas fotos me hacen sentir tan culpable, en una de ellas aparecemos Megumi y yo entrando al departamento de Haru, y en la otra, una captura del beso que le di para causarle celos a Megumi.

—Lo siento tanto, Yelena... —Tsumiki acariciaba mi espalda intentando aplacar en algo mi tristeza—. ¡No puedo creer la maldad de los altos mandos!

—Tal vez pensaron que Haru era mi novio, que con Megumi intentamos engañarlos de alguna forma y ese tonto beso que le di no fue mas que una estúpida confusión. Si yo no lo hubiera hecho...

—No es tu culpa, Yelena —afirma Maki sentándose junto a mi—. Los bastardos son bastardos desde siempre, Haru te protegió hasta el final, fue él quien le dijo a Megumi sobre lo del intento de violación en esa celda. Gracias a él muchos de los implicados en tu presidio y en el de todas esas chicas inocentes están muertos. Fue muy valiente.

—Era un chico increíble... —añadí—. Dentro de esas cuatro paredes él fue la única persona que me trató como un ser humano, fue él quien me regaló el único libro que tenía en ese entonces. Además, sospecho que siempre estuvo enamorado de mi, aunque yo nunca pude corresponderle.

—No dejes que Megumi se entere de eso —bromea Tsumiki para intentar hacerme sonreír—. Se va a poner de lo mas celoso.

—No lo creerías, pero Megumi celoso ya se ha manifestado —agregué recordando su reacción al beso. A ese tonto beso que había sentenciado a mi amigo.

La noche ya ha llegado, la reunión a puertas cerradas entre los tres hombres lleva ya unas cuantas horas desarrollándose, no entiendo que nos ocultan ni porque decidieron hacerlo de esa forma, pero Megumi esta mas callado de lo normal.

La puerta de la oficina de Megumi se abre y al fin después de largo rato Gojō, Yūta y mi esposo vuelven a salir. Megumi vuelve a tener el semblante sombrío, su mirada encaja en la mía pero por alguna razón no la sostiene sobre mi, estoy segura de que es un mal augurio, que la persona de la que te estas enamorando no pueda siquiera mirarte a la cara no es una buena señal.

—No vendrán cosas buenas —sentencia Satoru—. Todo será mas difícil desde ahora.

—Nos acostumbraremos —afirma Megumi—. Nobara e Itadori vendrán a quedarse con nosotros también. Si estamos todos juntos correremos menos riesgos. Además, tengo un presentimiento sobre el estado de Kugisaki, prefiero que esté a salvo en esta casa, tenemos espacio de sobra.

—Estoy de acuerdo —añade Yūta—. Panda e Inumaki llegaran en unos días. Los necesitaremos si planeamos ganar.

—Yelena, ¿podemos hablar? —pregunta Megumi, y siento mi pecho contraerse. Asiento con la cabeza y le sigo despidiéndome de los presentes. Él toma mi mano y me guía a nuestra habitación, últimamente ocupamos la suya, nos trae menos malos recuerdos.

Es extraño porque entre nosotros solo hay silencio detrás de la puerta cerrada, él reposa su frente en la mía con sus ojos cerrados, yo lo miro nerviosa, esperando que suelte lo que sea que tenga que decirme.

—¿Que pasa, Megumi? —pregunto tomando su mano, acariciando su palma con mi dedo pulgar.

—¿Estás bien? —me pregunta mientras me apega a él, abrazándome con tanta fuerza como nunca lo había hecho.

—No —respondo mientras engancho con mis dedos en la pretina de su pantalón para mantenerlo cerca. Me duele el corazón, estoy cansada de perder personas importantes—. Me pregunto cuando será el día en que deje de perder a la gente que me importa...

Sombras en el paraíso; Megumi Fushiguro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora