Dieciocho| Confianza

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MEGUMI

Una llamada de Yagami me dejó los nervios de punta. Ya estaban hartos de esperar y solo puedo pensar en Yelena, en que no puedo dañarla, no puedo hacer que se embarace si ella no lo quiere.

Porque si lo que mi esposa realmente quiere es formar una familia haré lo que sea para dársela, para protegerla y hacerla feliz.

Yo, que jamás esperé tener algo como esto lo quiero todo junto a ella.

Llego a la habitación y ella está sentada al pie de la cama. Se acerca a mi con rapidez, sin soltar una sola palabra. Tan solo con verla me siento tranquilo, Yelena me hace sentir en paz.

Está actuando ligeramente brusca, lo atribuyo al nerviosismo que le provoca el estar tan cerca de encontrar a su hermana. Ella me cubre los ojos  y me dejo llevar por sus besos, se sienten... diferentes, y entonces la sujeto por las muñecas, intentando quitar sus manos de mis ojos porque me gusta observarla cuando se vuelve una fiera.

—Quiero verte, hermosa... —digo entre besos. Ella sigue cubriendo mis ojos con una de sus manos y con la otra se ocupa de quitar mi cinturón y meterla dentro de mi pantalón para acariciar mi polla sobre mi ropa interior.

La sangre de mi cuerpo se comienza a acumular en mi miembro, es algo que solo consigue mi esposa, y de solo recordar nuestra última noche mientras la tenía sobre mí en la bañera, con sus pechos rebotando y mi polla entrando en su perfecto cuerpo mi erección se incrementa.

—Voy a quitar tu mano, amor. Solo quiero verte...

—No, Megumi.

Esa voz. Mierda.

Me separo de golpe cuando escucho su voz, un escalofrío desagradable me desgarra por dentro e intento vestirme lo mas rápido que puedo al ver a Sade con el maquillaje corrido y su ropa a medio arreglar.

—¡¿Que haces, Sade?! —le grito sin poder contener mi rabia—. ¡¿Como te atreves a usar tu ritual para esto?!

—Solo déjate llevar, Megumi —responde intentando aferrarse a mi, pero le impido acercarse—. ¡Te va a gustar!

Forcejeé con ella, era una chica de diecisiete años, una alumna. Y yo jamás seré capaz de serle infiel a Yelena, es la mujer de mi vida. Es por eso que me siento tan culpable por esto, por dejarla besarme, por dejarla haberme tocado.

—¡Esto no puede pasar, Sade! —le respondo empujándola lejos de mí—. Yo no puedo fijarme en ti porque estoy casado, y eres una alumna, una buena alumna, esto está mal...

—Pero existe mi consentimiento. ¡Yo quiero que hagas conmigo lo que haces con tu esposa!

Yelena siempre tuvo razón. Ella nos vio ese día...

—¡Espiar a la gente no está bien, Sade! —respondo—. ¡Estás mal de la cabeza!

Ella se acerca nuevamente intentando desvestirse pero no se lo permito.

—Dame una oportunidad, Megumi...

—¡Sal de mi habitación en este momento, Sade! —ordeno—. Y agradece que no te estoy corriendo de mi casa... No hasta hablarlo con mi esposa.

—¡Ella no te merece, Megumi! —responde mientras se retira—. Esa mujer tan simple no es digna de ti...

No puedo evitar sentirme iracundo, conmigo pueden hacer lo que quieran. Pero Yelena, a mi esposa nadie la difama, nadie la toca.

—¡Yelena es una mujer increíble! —le digo antes de que abra la puerta y decida salir—. Mi esposa es excepcional en todos los sentidos... Si hay alguien que no es digno ese soy yo.

Sombras en el paraíso; Megumi Fushiguro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora