Once|Intimidad

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No puedo evitar amarte
Aunque trato de no hacerlo
No puedo evitar quererte
Sé que moriría sin ti
Quédate conmigo
Un poco más
Te esperaré
Las sombras se arrastran
Y el deseo se hace más fuerte

No puedo evitar amarte Aunque trato de no hacerlo No puedo evitar quererte Sé que moriría sin ti Quédate conmigo Un poco más Te esperaré Las sombras se arrastran Y el deseo se hace más fuerte

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MEGUMI

—Megumi, no encuentro a Yelena por ninguna parte... —dice Tsumiki desde el otro lado de la puerta, por suerte tengo a Yelena apoyada contra ella, así no puede abrirla.

—Está conmigo, tranquila —le respondo jadeando. Yelena aprovecha mi distracción y comienza a mordisquear suavemente mi cuello, a deslizar su lengua por mi nuez de adán, y yo intento contenerme para poder decir algo coherente.

—Vale, me quedo mas tranquila. Justo ahora voy a salir, vuelvo por la mañana —me avisa mi hermana—. Nos vemos.

—Nos vemos~ —respondo alargando la última palabra cuando mi esposa comienza a moverse sensualmente en busca de mi polla.

Cuando escucho a Tsumiki alejarse vuelvo a comerle la boca a la lujuriosa mujer que está entre mis brazos.

—Casi nos descubren —susurra contra mis labios, yo aprovecho para morder su labio inferior,ella sonríe—. Quiero más...

Estoy cegado por el deseo, no puedo pensar en nada más que no sea fundirme entre sus piernas.

—Voy a darte todo de mi —respondo entonces, llevando mi mano a sus mejillas sonrojadas, sus ojos brillan y sus pupilas se dilatan cuando presiono mi entrepierna contra su feminidad—.  Voy a ser tan tuyo que no habrá espacio para dudas.

Tsumiki se ha ido y no me importa si alguien de los que trabajan en la casa puede vernos, después de todo, somos marido y mujer.

Como puedo acomodo su vestido para cubrirla y la pego a mi cuerpo, aún sujetándola de sus muslos para comenzar a cargarla hasta mi habitación donde tengo preservativos. Ella se aferra a mi y no deja de besar mi cuello, de morder suavemente el lóbulo de mi oreja, de rozar mi mandíbula con la punta de su nariz.

Es como un gatito en busca de atención, una gatita sedienta de sexo.

No soporto más sin tocarla y a mitad del pasillo llevo una de mis manos a su trasero, masajeo con fuerza y ella muerde mi cuello bruscamente cuando llevo uno de mis dedos hasta su entrada sin dejar de sujetarla, y mientras nos dirigimos a mi habitación comienzo a embestirla con mi dedo, y sus gemidos en mi oído son hipnóticos.

—Megumi~ —jadea en un hilo de voz apenas audible.

—¿Estás segura de que quieres hacerlo? —pregunto cuando llegamos a mi dormitorio.

—Estoy segura de que quiero hacerlo porque es contigo... —insiste, y es entonces, con la luz de la luna que comienza a asomarse por la ventana que vuelvo a desnudarla, que tengo el gusto de ver su cuerpo sin ninguna clase de obstáculo.

Sombras en el paraíso; Megumi Fushiguro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora