El lunes por la mañana, antes de que empezaran las clases, llamé a la Foster y pregunté por la profesora Thompson. No obstante, la profesora Baker, que había contestado al teléfono, me dijo que la profesora Thompson estaba enferma y se había quedado en casa.
Tras pensármelo un momento, y como no quería hablar con la directora Hill, decidí pedir el número de teléfono de la casa de la profesora Thompson.
—Soy Hailee Steinfeld —expliqué, incómoda—Supongo que sabe que me expulsaron el viernes. Quería... Esto... Quería saber si tengo que hacer deberes, o algo en especial para seguir al día con las clases.
Hubo una pausa, durante la que me imaginé que la profesora Baker sacaba uno de sus pañuelos y selo aplicaba con pena en los ojos.
—Seis, dos, cinco —dijo, como rezando—, ocho, siete, uno,cuatro.
—Gracias. —Colgué y marqué de nuevo.
El teléfono de la profesora Thompson sonó cinco veces y no hubo respuesta. Estaba a punto de dejarlo y llamar a Sophia, por si a lo mejor sabía lo que teníamos que hacer, cuando una voz respondió. No era la de la profesora Thompson.
—Eh... —dije, despacio—Esto... Soy Hailee Steinfeld, ¿una de las alumnas de la profesora Thompson en la Foster? Siento molestarla si no se encuentra bien, pero...
—Ah, Hailee—dijo la voz—Soy la profesora Clark, la profesora Thompson, tiene un resfriado terrible y yo estaba a punto de salir para la Foster. Tarde, como ves.¿Te puedo ayudar?
En ese momento recordé que alguien me había dicho una vez que creía que las profesoras Thompson y Clark vivían juntas.
—¿O prefieres hablar con ella directamente? —sugirió la profesora—Es que se encuentra fatal...
—No, está bien —dije rápidamente, y expliqué por qué llamaba. La profesora Clark estuvo en silencio unos instantes y luego volvió y me dijo que sí, que tenía que seguir al día y que me mandaría los talleres a través de Austin si me parecía bien. También comentó lo agradable que era que la semana fuera más corta por Acción de Gracias, y me sugirió que me pusiera en contacto con Sophia para decirle los deberes también a ella.
Así que llamé a Sophia, que todavía parecía estar disgustada por lo ocurrido, y después pasé veinte minutos decidiendo qué ponerme para ir al instituto de Ella. Me probé cuatro vaqueros distintos hasta encontrar unos que no estuvieran sucios, rasgados, demasiado desgastados o demasiado impecables, y luego cosí un roto en el codo de mi jersey gris favorito, que llevaba así desde la primavera. Cuando me sali, eran más de las diez.
Tardé más de una hora en llegar al instituto de Ella, ya que tenía que cambiar de línea de metro y todo. Ella me había hecho un plano del edificio y me había dado su horario, pero también me había advertido que no me dejarían entrar tan fácil como pasaba en la Foster, ¡y vaya que si tenía razón! Apenas vi el edificio, me acordé de que lo había comparado con una cárcel. He visto institutos feos por toda Nueva York, pero este era el peor de todos. Tenía un diseño tan imaginativo como el de un búnker.
Subí los enormes escalones de cemento del exterior, crucé las puertas dobles con los cristales cubiertos de malla de alambre, la misma que en los cristales de las ventanas, y entré en un recibidor cavernoso del que brotaban varias escaleras de metal. Lo primero que me impresionó fue el olor: una combinación de desinfectante, hierba y el metro en un día de calor. Este último hedor era el que dominaba. Lo segundo fue que el edificio también parecía una cárcel en el interior: hasta los cristales de dentro, los de las puertas de los despachos, estaban reforzados con malla de alambre. Y en medio del recibidor,frente a las puertas de entrada, había una mesa gigantesca con tres guardias de seguridad.
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Dear Ella- Huntelfd
Teen FictionLa magia del primer amor consiste en nuestra ignorancia de que pueda tener fin.