12.

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La tarde siguiente, volví medio corriendo a casa desde el instituto para llegar antes que Austin; sabía que mi madre tenía una reunión y quería asegurarme de estar sola cuando llamara a Ella. Pero Ella me esperaba en la puerta de mi edificio, sentada en los escalones con una chaqueta de leñador roja y negra que no había visto antes.

Me sorprendí tanto de verla que me paré en seco, pero ella se levantó enseguida y vino hacia mí, con los brazos caídos a los lados. La chaqueta le quedaba tan grande que parecía ser de otra persona.

—¿Quieres dar un paseo? —preguntó. Parecía cansada, como si no hubiera dormido mucho más que yo.

Asentí con la cabeza y caminamos en silencio. Yo le daba vueltas al anillo de Ella sin parar con el pulgar y el meñique, preguntándome si Ella querría recuperarlo.

Ella se apoyó en la barandilla cuando llegamos al paseo de Brooklyn Heights, y me pareció que intentaba seguir el trayecto del ferry de Staten Island a través de la niebla.

—Ella —dije finalmente—, Ella, yo…

Se volvió hacia mí, con la espalda apoyada en la barandilla.

—Mi nana me dijo que llamaste y que te disculpaste —dijo—Te perdono. Pero…

—¿Pero? —dije, con el corazón latiéndome a mil. Ella no había sonreído aún, y yo tampoco.

—Pero —dijo Ella, y se giró hacia el puerto con el pelo moreno flotándole alrededor—Hailee, tú y yo somos como el templo y la reja del coro, tal y como pensé el día que nos conocimos, aunque entonces solo lo sospechaba. Tú eres… eres de verdad como el templo, llena de luz, sigues adelante felizmente sin prestar mucha atención a nada; y yo soy sombría como la reja del coro, como la sala en la que está. Creo que siento demasiado y quiero demasiado, y… —Se giró hacia mí otra vez. Tenía una mirada de total desolación—Quiero estar contigo en el mundo real, Hailee, contigo y por ti, pero… pero no hacemos más que huir todo el rato, o tú huyes… Hailee, no quiero tener miedo de esto, de la… la parte física de mi amor por ti. Pero me haces tener miedo y sentirme culpable, porque es como si pensaras que está mal, que es algo sucio o algo así… Lo mismo lo piensas desde el principio, no lo sé.

—¡No! —interrumpí con un grito, incapaz de contenerme—No, Ella, no creo que sea algo sucio… No quiero causarte miedo —terminé con torpeza.

Durante un instante, ella pareció esperar a que yo dijera algo más, pero no fui capaz en ese momento.

—Rezaba de verdad en el museo —dijo en voz baja—, cuando te enfadaste tanto. Rezaba para ser capaz de ignorarlo si es lo que quieres. No el amor, sino la parte física de él. Pero creo que verme obligada a hacer eso me da más miedo que enfrentarme a ello.

A través de mi embotamiento mental, me di cuenta sin ninguna duda de que, a pesar de todo lo que Ella acababa de decir, yo sí que deseaba desesperadamente tocarla, abrazarla y sentirla. Entonces conseguí volver a hablar.

—No es cierto que quiera ignorarlo —dije con cuidado—Y no sigo adelante sin prestar atención a nada. —Me detuve al notar que Ella me cogía la mano, y vi que tenía los puños apretados—A mí también me da miedo, pero no porque piense que está mal o algo así. Al menos, no lo creo. Es… es más que nada que es muy fuerte: el amor, la amistad y todo lo que tenemos. —Creo que por fin me di cuenta de ello mientras lo decía.

—Pero siempre te alejas de mí —dijo ella.

—Tú también.

—Ya… ya lo sé.

Las dos volvimos a mirar hacia el puerto, como si nos acabáramos de conocer y fuéramos presa de la misma timidez del primer momento.

Al menos, después de aquella tarde fuimos capaces de empezar a hablar de ello.

«•••»

—En parte es por no encontrar el momento adecuado. Parece que nunca queremos lo mismo al mismo tiempo —dije.

Estábamos sentadas en el sofá del salón de mi piso. Mis padres y Austin habían salido, pero no sabíamos cuándo volverían.

—No creo —respondió Ella—Es lo único que no sabemos de la otra, lo único que no nos dejamos compartir. Es como si bloqueáramos los canales, porque… porque nos da mucho miedo. La pregunta clave es por qué. —Me tomó la mano—Ojalá pudiéramos… no sé, dejarnos llevar y que pase lo que tenga que pasar, sin pensar tanto en ello.

Me acarició la mano suavemente con el pulgar, y su mirada tenía un brillo suave que no he visto nunca en nadie más. Y en Ella, solo aparecía cuando ella me miraba.

—Te prometo que intentaré no apartarme la próxima vez—dijo, esta vez más cerca de mi.

—Yo… yo también te lo prometo —respondí yo, con la boca tan seca que las palabras sonaron raspadas—Ahora mismo, creo que no sería capaz de parar nada de lo que empezara.

Y nos besamos como antes no lo habíamos hecho, con desesperación y deseo.

Recuerdo mi mano en su nuca y la mano de Ella en mi cintura, guiandome lentamente a su regazo, pero antes de que avanzaramos mas oímos la puerta abrirse, y nos alejamos con un salto culpable la una de la otra.

Y fue entonces cuando empezamos a tener otro problema: no estábamos solas de verdad en ningún sitio. Por supuesto, a veces no había nadie en el piso de Ella o en el mío, pero siempre teníamos miedo de que llegara alguien. No tardamos mucho en utilizar ese miedo para enmascarar el otro más profundo: nos seguía dando cosa y había mucha represión entre nosotras.

Pero tal vez, y creo que esto es cierto, tal vez solo necesitábamos algo de tiempo.

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⏰ Última actualización: Apr 19, 2022 ⏰

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Dear Ella- HuntelfdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora