8.

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Volver a clase me resultó extraño el lunes siguiente a Acción de Gracias. En cierto modo, era agradable estar de vuelta por lo familiar, pero también me parecía irrelevante, como si hubiera crecido y la escuela hubiera pasado a formar parte de mi infancia.

Casi me sorprendió ver la urna en el pasillo principal, así como a los estudiantes que introducían papeles doblados en ella. No es que se me hubiera olvidado la votación en sí, pero como también formaba parte de mi antiguo mundo, había perdido gran parte de su importancia. Por eso mismo, me encontraba bastante tranquila después de comer, cuando tuvimos que presentarnos todos en el gimnasio inferior, que hacía las veces de salón de actos, para escuchar «unos cuantos anuncios».

La profesora Baker me sonrió con gracia, supongo que para quitarle tension al asunto, pero la directora Hill, que llevaba las gafas colgando y un vestido violeta que no le había visto antes, tenía un aspecto sombrío.

—Deben de haberme reelegido —bromeé con Sophia—Mírala, parece que se ha tragado un cactus.

Pero Sophia no se rio. De hecho, pronto me di cuenta de que debía estar nerviosa por algo, porque no dejaba de humedecerse los labios y aferraba con fuerza unas tarjetas escritas que barajaba y manipulaba.

—Damas y caballeros —dijo la directora Hill, que siempre se dirigía a nosotros en grupo de esa forma—, tengo dos anuncios que hacer. El primero y más breve es que Hailee Steinfeld seguirá siendo la presidenta del consejo estudiantil.

Hubo algún aplauso, y de repente la escuela comenzó a importarme de nuevo.

—Y el segundo —volvió a hablar la directora Hill, que había alzado la mano para pedir silencio— es que Thomas Johnson y Sophia Miller han accedido amablemente a ser los portavoces estudiantiles de la campaña de recaudación de fondos. Sophia quería decir unas palabras, ¿no, Sophia?

Sophia se levantó, aún jugueteando con las tarjetas.

—Bueno —dijo con voz chillona—, solo quería decir que durante Acción de Gracias me he dado cuenta de lo terrible que fue lo de… lo de la perforación de orejas, y que Thomas y yo estuvimos pensando en posibles formas de compensar a la Foster. Y esta mañana la profesora Baker me ha dicho que la directora Hill quería incluir a algún alumno en la campaña, así que se me ha ocurrido que podría hacer eso, y Thomas ha accedido a ayudarme. De verdad que quiero compensar a todo el mundo por lo que hice y, de esta forma, si alguien de fuera del instituto se entera de lo de las infecciones de orejas, será más fácil para la directora y para todo el mundo explicar que me arrepiento mucho…

Tragué saliva para tratar de controlar la sensación de náusea que me subía por la garganta desde el estómago. Me parecía un gesto bonito por parte de Sophia, sí; pero tenía la impresión de que lo hacía por el motivo equivocado.

—Si la campaña tiene éxito —siguió diciendo ella—, la Foster podrá seguir ofreciendo a la gente una buena educación. Thomas y yo les hablaremos después sobre los bailes, las reuniones y otras cosas que estamos planeando, pero ahora y en primer lugar quería disculparme. Y después… bueno, me gustaría pedirles su apoyo en la campaña.

Se sonrojó y volvió a su asiento. Hubo aplausos de nuevo, pero esta vez parecían inseguros, como si el resto de estudiantes estuvieran tan sorprendidos e incómodos como yo por la importancia que Sophia le daba a lo de la perforación de orejas: por como lo mencionaba, daba la impresión de que había matado a alguien.

La directora Hill y la profesora Baker, en cambio, parecían dos sonrientes gatos de Cheshire, uno más grande que el otro.

—¿Qué tal he estado? —preguntó Sophia.

Dear Ella- HuntelfdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora