Capítulo 3

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Gabriel POV

Desde que Rose se fue a "correr" regreso extraña, ya de por si es extraño que vaya a ejercitarse, no le gusta sudarse. La vi entrar y al vernos se puso muy nerviosa y eso es lo extraño, Rose no se pone nerviosa con mi familia, los detesta, sobre todo a mi hermana.

Pero cuando se niega a que la acompañe a la ducha y me dice que se va ha ir a duchar sin mi, porque es de mal gusto dejar a la familia esperando, la estampo contra la pared y la beso, bajo la atenta mirada de mi familia, ella se separa de mi y me altero más cuando la veo ir a la habitación de invitados, sé que algo anda mal.

Minutos después baja tranquila como si nada, comparte con mi familia como si no viviera en guerra con ellos y lo que más me sorprende es como trata a Maia, mi familia lo notan, sin embargo guardan silencio para pasar el resto del día.

Al llegar la hora de que Maia vaya a dormir me sorprendo el que Rose quiera arropar a mi hija, las sigo sin que ellas se enteren, Rose le ayuda a Maia a bañarse y luego a ponerse la ropa de dormir, las palabras de mi princesa llaman mi atención.

-¿Tu me odias?- Pregunta mi hija.

-No, princesa. Yo jamás odiaría una preciosura como tu. ¿Por qué lo preguntas?-

Sus palabras me sorprenden lo dice con dulzura y pesar, ella le cuenta un cuento, espero que mi hija se duerma para llevarme a mi esposa. Ella la arropa, le da un beso en la frente. Mi desconcierto crece aún más, el desconcierto y la alegría me atacan a partes iguales; mi esposa nunca ha sido cariñosa con mi hija, pero hoy no sé que estará pasando.

-Rose, debemos hablar- Le digo tomando su mano y llevándola a nuestra habitación.

-Gabriel, espera- Me importa una mierda, tengo preguntas y quiero respuestas.

-¿Qué pretendes Rose?- La increpo. No se cuales son sus planes y eso me saca de control.

-¡Yo no pretendo nada, Gabriel!- Me mira a los ojos, hay algo diferente en su mirada pero no puedo deducir que es-

-¿Qué es ese teatro con mi familia y Maia?- Me mira con los ojos cristalizados.

-Sólo, estoy tratando de llevarme bien con ellos y ser diferente con Maia; ella necesita una madre y he descubierto que puedo intentarlo- Suelto el agarre que tenía sobre ella y me quedo sin palabras. Ella toma aire pesadamente, camina hacia la puerta de nuestra habitación, la abre y antes de salir de la habitación se voltea.

-Pasa una buena noche, Gabriel- Se marcha. La cague monumentalmente, ella esta tratando de salvar nuestro matrimonio y yo la acuso. Se veía dolida.

Me desvisto para darme una ducha e irme a dormir, en la cama me revuelvo en ella, siento el frío en la cama, me levanto decidido a ir por mi esposa. Al llegar a la habitación la puerta esta entreabierta, la veo en el sillón con un móvil que no es el de ella, esta muy concentrada escribiendo en él. Su seño se frunce, una lágrima corre por su mejilla, se limpia y otras salen recorriendo su rostro, suspira y luego vuelve a escribir algo en él, para finalmente ponerlo a cargar. Mi corazón se oprime, me gustaría ir a disculparme, pero sé como es ella cuando se enoja, quiere su espacio, es por ello por lo que está en esta habitación.

Se mete al vestidor para minutos después salir con su ropa de dormir y dos perchas con ropa, deja un par de zapatos a un laso de la puerta del cuarto de baño; ¿Irá a salir a esta hora? Entra al cuarto de baño, por el ruido del lavamanos puedo suponer que se esta lavando los dientes, sale luego de unos minutos para acomodarse en la cama. Voy a irme cuando de repente la escucho.

-Si, ya dejaste de espiarme puedes cerrar la puerta, pero antes ponle seguro. No quiero visitas en medio de la madrugada- Y como estúpido lo hago.

Me cuesta dormirme, meditando en lo sucedido. Por la mañana me levando ofuscado miro mi reloj las siete de la mañana.

La Señora EmersonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora