Extra #2

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Leah no iba a mentir que le aterraba un poco el conocer a los padres de Daniel, sabía que era un paso importante para los dos y sonrió ante la idea de recibir dicha confianza por su parte.

—Mamá pregunta si estamos listos, al parecer está más nerviosa que nosotros por vernos.—Daniel se recargó en el marco de la puerta y sonrió al verla ponerse el collar que le había regalado un par de semanas atrás.

—Oh por dios, ¿Ya es hora? ¡Solo necesito un minuto! Estos tacones son demasiados incómodos y no creo soportarlos en toda la noche.—Se apresuró al armario y sacó una caja donde se encontraban su par favorito y los cambió.

—Está bien, Leah. No tienes porqué preocuparte tanto por tu imagen, de cualquier forma eres muy hermosa y mis padres estarán de acuerdo con ello.—Se acercó para depositar un beso sobre su frente cuando se levantó y sonrió.—Tengo a la prometida más hermosa de todos los tiempos, y nada cambiará mi posición sobre ello.

Ambos se sonrieron y observaron las sortijas de compromiso descansando sobre sus dedos, brillando en contraste con el reflejo de la luz provocada por la ventana. Apenas habían transcurrido un par de días de su compromiso y aún se sentía irreal, y daban fe que ninguno estaría acostumbrado a la idea de ello hasta estar frente al altar recitando sus votos.

Compromiso, casamiento, el final que deseó...

—¡Estoy lista!—Mencionó tan pronto como alcanzó su bolso y se inclinó para depositar un pico sobre los labios ajenos.—Te amo, yo tengo el prometido más apuesto y caballeroso de todos, sin necesidad de una brillante armadura o de un elegante traje azul a caballo. 

Soltó una carcajada nasal ante su comentario y negó divertido, posando su mano en su espalda baja y disponiendo de salir del lugar.—Vamos al caballo que tenemos que emprender camino al reino de nunca jamás. 

Tan pronto como subieron al auto, se sumergieron en una serie de canciones que ambos compartían el gusto. Tararearon y sintonizaron cada acorde entre risas y chistes, hasta que entraron por la calle donde pudieron observar la casa y Leah se sintió levemente intimidada por la cercanía en la que se encontraban repentinamente.

—Llegamos.—Daniel murmuró al apagar el auto y asomarse brevemente con una rápida mirada a la casa de sus padres y suspiró.—Bien, ¿Estás lista para esto?

—Tengo miedo de darles una mala impresión.—Confesó mientras jugaba con sus manos y daba una hojeada a la calzada.

—¿Por qué?

—Probablemente no tengan un buen criterio de mí, estoy a punto de conocerlos cuando ya tenemos bastante tiempo de relación y cuando ya estamos comprometidos, ¿No debimos de haberlo hecho antes? No parece correcto.

—Hey, no te tienes porqué mortificar con ello, hay situaciones en donde no seguiremos el ritmo de los demás y lo haremos conforme lo creamos necesario. Mis padres están bien con ello porque me conocen y suponen que fue hasta que yo me sentí plenamente confiado de esto para dar este paso, no temas que apuesto a que les encantarás porque así es tu persona, tan llamativa y brillante desde el primer momento que te conocemos.—Se inclinó sobre la palanca y acunó su mejilla en su mano, sonriendo.—Si algo te hace sentir incómoda, me lo harás saber, ¿Si?

—¿Acaso hemos invertido papeles?—Sonrió divertida ante la situación, recordando sus propias palabras cuando conocieron a sus amigos. 

—Bueno, funcionó el de distraerte un poco, ahora bajemos antes de que mi madre se le ocurra salir y esperarnos fuera del auto.—Murmuró con una mueca y bajó rápido para luego dirigirse a abrirle la puerta y tender su mano, caminando juntos hasta la entrada principal y sin darse el lujo de tocar o avisar su llegada cuando fue abierta.

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