Capítulo 10. Inseguridad

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Habían transcurrido un par de semanas desde que Leah había visitado a Daniel en su trabajo y desde entonces no habían mantenido mayor contacto, provocando un leve malestar entre ambos y una tensión que se podía palpar a la distancia. Martilleaba su mente pensando el cambio tan drástico que había tenido su relación, ¿Había dicho o hecho algo malo? ¿Y si habían ido muy apresurado? Aunque no lo creía, siempre fue clara de que si algo le molestara le hiciera saber de inmediato. 

Se sentía un tanto estresada por la situación y planeaba hablarlo esa misma noche antes de que la situación pudiera empeorar; No pasó mucho cuando escuchó las llaves tintinear y luego la puerta del departamento ser abierta, para luego ver como entraba con desinterés en el lugar y dejaba sus cosas sobre el mostrador de entrada.

—¿Cómo te fue?—Cuestionó con un tono serio cuando lo vio ir a la cocina sin voltear a donde se encontraba.

—Bien.—Contestó sin más.

Leah podría estar acostumbrada a ese tipo de respuestas, sabía que Daniel no era precisamente hablador cuando le cuestionabas sobre su día, pero el tipo de tono que ahora utilizaba y los acontecimientos pasados le hacían molestar. 

—¿Solo bien?

Visualizó como se dirigía hasta donde se encontraba asintiendo a su pregunta, tomando lugar del lado contrario de la pequeña sala y viendo la televisión fingiendo prestar atención pero sabía que realmente se encontraba alerta, como si esperara ser atacado. 

—¿Y no pasó nada interesante en estos días? ¿En estas semanas?

—No, ¿Por qué pasaría algo?

El nudo en la base de la garganta se instaló pero decidió ignorarlo y seguir. —Bueno, eso quisiera que me respondieras, ¿Pasa algo acaso? 

—No entiendo a lo que quieres llegar.—Frunció el ceño sin atreverse aún a verla.

—¡Ah! ¿Podría ser porque, justo cuando parece que avanzamos un paso, retrocedemos como ocho? ¿Ahora sabes a lo que quiero llegar? 

No contestó, solo siguió viendo la televisión con sus cejas levemente fruncidas y un puchero formándose en sus labios, provocando un jadeo de desesperación por parte de ella.

—Trato te entenderte, en serio trato duro con ello; Al principio pensaba que probablemente crucé la línea de consentimiento yendo a visitarte al trabajo, pero tampoco dijiste que te hacía sentir incómodo o que lo evitara por lo que lo hice, pero solo pude notar como te alejaste más al contrario, ¿Te molestó aquello? Cada noche esperaba que me lo dijeras, me carcomí los primeros días pensando que pude haberte molestado o pasado el límite pero siento que va más allá de esto, y no sé si pueda seguir tolerando tu falta de respuesta. 

—Yo...—

—No, déjame terminar primero o de lo contrario no creo poder decirlo.—Exhaló de forma pesada y se armó de valor para continuar.—Sé que no eres la persona más afectiva, te cuesta tener algún gesto romántico en público, inclusive es raro que consiga que nos tomemos de las manos o que nos abracemos, pero dentro de nuestros hogares era diferente. Tanto en tu departamento como en el mío podíamos hacer lo que quisiéramos, podía besarte o sorprenderte al abrazarte, recostarme contra ti o sentir una mínima caricia por tu parte, inclusive recuerdo que te gustaba mucho que te mimara o te ponías contento cuando te sorprendía con tus comidas favoritas, pero ahora ya no puedo hacer nada de eso porque no soy correspondida o te alejas, me alejas de ti.—Se levantó del sillón donde se encontraba y presionó su mano contra su pecho, como si aquello pudiera aliviar la presión que crecía dentro.—Te estás alejando y cerrando como si apenas nos hubiéramos conocido, llegas aquí sin ganas y vas a dormirte sin siquiera dirigirme la palabra, o llegas a tu casa y no me avisas y realmente me preocupo por ti, y ya te lo había dicho antes y sigues ignorando mis peticiones.

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