Aquella mañana no podía ser peor para Daniel cuando despertó en la soledad de su habitación con un horrible resfriado que lo sentía agonizar lentamente. Su cabeza dolía en demasía y sentía su nariz picar a cada rato con ruidosos estornudos que resonaban por todo el departamento y que provocaban punzadas en sus sienes.
Se acurrucó en el centro de su cama entre sábanas y almohadas con intención de dormir todo el día, se sentía demasiado sensible y solo quería que alguien lo acompañara hasta su último aliento, y como si se tratara de haber invocado a alguien, sonó el timbre de la puerta y gruñó por tener que levantarse.
La puerta siguió sonando cuando decidió ignorarlo, no tenía intenciones de salir de cama y si se trataba de uno de sus amigos o de sus padres solo lo obligarían a salir. Cuando el ruido cesó y decidió dormir, la puerta fue abierta y Leah entró en busca de Daniel, ya que tenían contemplado salir ese mismo día a comer y ya había dado aviso que llegaría pronto.
—¿Dandan? ¿En dónde estás? ¿Listo para ir a comer?—Habló en el silencio del departamento y se dirigió a la habitación, observando la puerta entreabierta. Dio leves toque sobre esta y la abrió en su totalidad, para descubrir a su novio sobre la cama envuelto como si de un burrito se tratara mientras frotaba su nariz con un pañuelo y su rostro lucía demacrado.—¡Dan! ¿Qué te pasó?
Se dirigió casi corriendo hasta donde estaba y colocó su mano en su frente y buscó indicios de algún síntoma visible, pero solo pudo observar aquella naricita de botón tan roja como un tomate y sus ojitos acuosos mientras apretaba la sábana sobre su cabeza.
—Maldición, no recordé nuestra comida, lo siento por no avisarte antes.—Susurró mientras carraspeaba por la incomodidad que su garganta le producía y emitió una mueca.
—Ah, no te preocupes. ¿Ya tomaste algo? ¿Siquiera has comido algo? Te ves demasiado mal.—Sonrió con lo último y dejó su bolsa en una de las sillas que la habitación disponía.
—Tomé una pastilla que encontré por ahí y no he comido nada, realmente no tengo apetito.
—Pero si no comes algo solo empeorará, debes de comer algo ligero por lo menos. Déjame prepararte algo mientras descansas, no permitiré que no te alimentes.
—No es necesario, en serio...—Fue interrumpido cuando Leah se acercó hasta él y apartó los rebeldes mechones que se apegaban a su rostro.
—Déjame consentirte y hacerte sentir bien, está más que claro que no te encuentras bien y me preocupa verte en este estado, ¿Si?—Cuando recibió un asentimiento, sonrió satisfecha.—No tardaré, ocuparé tu cocina para prepararte algo y vengo en seguida.
Salió de la habitación, no sin antes depositar un suave beso sobre la frente del mayor y dejarlo solo en la cama. Se sintió levemente desorientado pero anhelando más de su tacto, por lo que sin pensarlo se levantó a regañadientes y jaló la sábana consigo, arrastrándola por el piso mientras tomaba camino a la cocina y veía como Leah sacaba los ingredientes que necesitaba para preparar la comida que le haría especialmente para él.
Y eso lo hacía sentir demasiado cálido por dentro.
—Eh, ¿Qué haces aquí? Te dejé descansando.—Fingió molestia mientras ponía sus manos sobre sus caderas pero la sonrisa la delataba al ver la tierna imagen frente a ella.
Si bien Daniel nunca era de mostrarse vulnerable, ese momento lo atesoraría con su vida entera. Sentado en una de las butacas de la isla de la cocina, la sábana cubría desde su cabeza hasta sus pies, siendo gran parte dejada en el suelo por su arrastre; Su cabello aplastado a cada lado de su rostro y un leve puchero en sus labios mientras su naricita se volvía más que roja por seguir siendo sonada con el pañuelo que llevaba en su mano y miraba atento a cada movimiento que hacía.
—Yo no quería estar solo.—Murmuró por lo bajo mientras desviaba la mirada por pena.
Sonrió en grande y negó divertida.—Está bien, termino rápido aquí y volveremos a la habitación para que te recuestes y descanses, ¿Bien?
Asintió y decidió liberarse de la sábana, colocando sus codos sobre el frío azulejo y colocar su barbilla sobre sus manos hechas puño. Vio con atención como Leah abarcaba toda la cocina y se dedicaba a saca ollas y sartenes, haciendo parecer demasiado laborioso cualquier comida que tuviera en mente para prepararle. Sonrió y suspiró como un tonto enamorado cuando la vio bromear al jugar en rodajas la verdura y echarle sal mientras probaba constantemente el sabor de lo que fuera que estuviera haciendo, felicitándose a si misma.
Después de un rato sirvió en un tazón un poco de sopa y la tendió en su dirección, depositando el humeante tazón frente suyo y entregándole una cuchara para incitarlo a probar.
—Es algo que mi madre me hacía cuando enfermaba y me sentía bien al poco tiempo, espero que te guste.—Sonrió con devoción y esperó la primera reacción cuando lo vio agarrar del caldo de la sopa en la cuchara y dirigirlo a su boca. No podía negar que se encontraba nerviosa, conocía como le gustaba el sabor de cada comida, pero cuando uno se enfermaba sabía que las cosas cambiaban y la sensibilidad salía a flote, pero cuando lo vio tragar totalmente satisfecho y rápidamente fue por otra probada, supo que le había gustado.
—Sabe delicioso, muchas gracias.—Ahora sus mejillas se encontraban sonrojadas tanto como la punta de su nariz y eso provocó que quisiera apretujarlo entre sus manos.
—Come mientras limpio todo el desastre que hice, podemos recostarnos y ver algo pero no sin antes asegurarme de darte de unas pastillas que siempre traigo cuando no me siento bien.
Hizo un sonido de aprobación mientras seguía comiendo y degustando, mientras que Leah terminaba de fregar los traste y ponerlos en su lugar. Cuando terminó, ambos se dirigieron a la habitación e intentaron acomodar lo mejor posibles las sábanas, para luego recostarse entre el nido de almohadas y encontrando una posición cómoda.
Leah terminó con su espalda contra el respaldo de la cama, mientras que Daniel reposaba su rostro sobre sus muslos y esperaba con paciencia las manos contrarias acariciar de su cabello para soltar leves ronroneos por la suave sensación que lo arrullaba. No esperó mucho, en cuanto inició la película que se habían puesto de acuerdo para ver, sintió de aquellos dedos sumergirse entre su cuero cabelludo y siendo acariciado hasta quedarse profundamente dormido y por fin pudiendo descansar después del peor inicio de día que podía haber tenido.
Pero, justo cuando todo podía parecer marchar bien y poder volver a abrirse sin ninguna restricción a la persona que le iba entregando su corazón, las cosas parecían querer voltearse para mal.
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1. Debo recalcar que estoy satisfecha del rumbo de esto, porque yo no pretendía hacerlo largo y demorarme con capítulos que acontecieran lo de día a día y solo enfocarme en momento que creo importantes, quiero que vean como cambian las cosas hasta llegar a los imaginas. En otras palabras, darles contexto.
2. Le tanteo que vamos a mitad de la historia, pero no se alarmen, tengo planeado hacer pequeños extras porque no pude ponerlos en capítulo porque sentía que podía sentirse tedioso o demasiado corto, prácticamente cada capítulo es como si se tratara de un imagina pero los recopilo en un solo libro.
3. Gracias por las 1k de lecturas, me hace emoción <3 siento que realmente les gusta y no podía estar más que satisfecha ^^.
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➶ Girl of my dreams ✓
Cerita PendekDespués de su última relación fallida, Daniel tiene que luchar con todas sus inseguridades que salen a flote y coloca una barrera para no permitir que nadie se acerque a él, de esa manera evitar salir lastimado nuevamente. ¿Qué pasa cuando en una t...