Capítulo 4. Distancia

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Habían transcurrido un par de semanas desde la última cita que tuvieron; Y a pesar de que cada una fue mejor que la anterior, a ese punto Daniel se sentía asustado por el constante crecimiento de sus sentimientos que había mantenido distancia.

Para ese punto, le era casi imposible no pensar en aquella persona que le robaba el aliento con una simple mirada, y cuando sus pieles hacían contacto de forma inesperada era tan electrizante como una central donde se concentra la energía. 

Y bueno, tampoco era que fuera bueno con las comparaciones.

Pero los sentimientos que crecían dentro de él y su forma de sentir cada vez que se encontraban juntos se sentían como una suave melodía que hacía danzar a su pobre corazón, haciendo de las notas musicales recorrer cada vibra de su ser, y la sinfonía era acompañada con la melodiosa y delicada voz de Leah, porque juraba desvanecerse en cada ocasión que le escuchaba murmurar su nombre entre aquellos labios esponjosos y de un lindo rosa que quería abordar contra los suyos y fundirse en uno solo.

Se maldijo mentalmente y esfumó todos los pensamientos que comenzaban a formarse,  enfocando su mirada en el tránsito de los vehículos para esperar el semáforo peatonal y cruzar; Tenía una comida con sus padres en el restaurante habitual y ya se había atrasado un par de minutos por culpa de una reunión que surgió de último momento. 

—¡Perdón! Unos inversionistas alargaron más de lo esperado la reunión pero ya estoy aquí.—Se disculpó cuando se encontró a un lado de la mesa y sus padres se encontraban conversando.

—¡Mi bebé!—Exclamó su madre con alegría y se levantó de su asiento para estrujarlo entre sus brazos.

—Oh, mamá, no... Tengo que volver a la oficina, por favor.—Murmuró cuando sintió a su madre despeinar de su cabello.

—Mi vida, deja al muchacho o lo vas avergonzar frente a todos.—Su padre intervino un tanto divertido de la escena y dejó su café sobre la mesa.—Aunque tienes que comprender a tu madre, hijo. Tienen sin verse bastante tiempo y es algo lógico su emoción.

—Ahora que recuerdo...—La señora se alejó y le propinó un manotazo.—¿Por qué no has ido a verme? Sé de la reunión que tuviste con tu padre, pero yo te engendré y aguanté de todo para tu bienestar y siempre lo prefieres a él.

—Perdón, mamá. He tenido días muy ocupados pero si tenía intenciones de ir a visitarte, pero mi padre se adelantó y ahora estamos aquí.—Se logró sentar cuando su madre tomó de igual manera asiento y agarró el menú.—¿Ya ordenaron?

—No, estábamos esperando por ti.—Su padre negó y agarró de igual manera el menú.—Aunque siempre pedimos lo mismo en cada oportunidad que venimos.

—No, no lo aguanto más.—Cuando sus padres compartieron una mirada y el señor negó, mientras que su madre mostraba una sonrisa, volteó para encarar a su hijo.—Me dijo un pajarito que has estado viendo a una chica muy bonita, ¿Puedo saber algo al respecto o tengo que recurrir nuevamente al pajarito para informarme lo que mi hijo haga?

Antes de que Daniel pudiera contestar, un mesero se acercó para tomar su orden y luego retirarse hacia la cocina. Su madre le dirigió una mirada para que le respondiera su pregunta y solo se resignó a contestar.

—Tuve una reunión con varios socios, acordamos en vernos en un restaurante y después de un rato cada quién se retiró. Cuando salí había caído una tormenta y estaba esperando a que me recogieran cuando la vi venir porque su paraguas se encontraba en mal estado; Le ayudé a arreglarlo y luego me lo dio porque según ella yo lo necesitaba más y que se lo agradeciera en la próxima ocasión que nos viéramos con un café. Nos volvimos a reencontrar pero no fue la mejor salida que digamos, saben como es mi personalidad y que no soy bueno para socializar precisamente.

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