Capítulo Cuatro

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La medicina que le habían dado a JingYi funcionaba muy bien por momentos. Había lapsos de tiempo en que los síntomas del celo eran apaciguados, usualmente lo hacían durante unas tres horas. En esos lapsos él podía comer, respirar tranquilo sin tener el pene pegado a su abdomen, o con su mano alrededor de él, y donde podía también asearse un poco. Sin embargo, también tenía tiempo de disfrutar sin ser cegado por la lujuria de la ropa se Wen SiZhui.

Ahora estaba fuera de los pequeños lapsos de paz. Y estaba demasiado duro. No tuvo más opción que bombear su polla de manera vergonzosa con una prenda que olía puramente a SiZhui mientras que con la mano se introducía un dedo por aquel orifico que goteaba líquido. Su cadera se movía, buscando el mejor ritmo. Sus dedos y su mano no eran suficientes, pero era todo lo que tenía en ese momento.

—Quiero más —susurró lagrimeando—. SiZhui... ah... maldición. SiZhui.

No era su primer celo, pero definitivamente era la primera vez que de su boca salía un nombre entre gemidos. Jamás había pensando en nadie. Siempre, lo único que había hecho, era haber buscado satisfacerse. Ahora, en su mente estaba la imagen de como recordaba a SiZhui, su cabello negro empapado por la lluvia, su mirada gris llena de gentileza, y su miembro siendo empujando duro entre sus piernas.

—Ah —gritó—, más.

Se imaginó besándolo. El beso de un Alfa con ese porte debía ser suave, despacio y tierno.

—Oh, joder. Maldita mierda. Dame duro, duro —gritó.

Las manos de SiZhui debían ser suaves, opuestas a las suyas, pero podía con eso. Todo era cuestión de imaginar y dejarse llevar.

Aceleró su cadera en su vaivén. Metió y sacó sus dedos más rápido. Aceleró la fricción de su mano sobre su polla. Estaba cerca. El calor recorría su cuerpo. Estaba tan cerca.

¿Si SiZhui susurrara su nombre?

Oh, podía recordar su voz, suave, tierna, pura diciendo: JingYi.

Estaba.

Ya estaba.

El semen salió disparado fuerza mientras él gritaba el nombre de SiZhui y todo se volvía la más grande satisfacción de su vida.

El tercer día del celo debía ser el menos intenso, pero en su caso, parecía ser el más fuerte. Ni siquiera creía que en verdad hubiera sido capaz de liberar tres chorros de semen. No debería quedarle nada.

Cuando la bruma desapareció, cuando regresó a la realidad, sintió su abdomen pegajoso.

Intentó enfocarse.

Sí, había sido una gran descarga. Finalmente, su pene ahora estaba abajo sin la necesidad de medicina. Sacó sus dedos de sí mismo muy despacio y respiró hondo. Luego miró la prenda con la que había bombeado su pene. Ahora, sin el celo, su rostro ardió en vergüenza. Entonces recordó que tenía guardias. Miró la puerta. Quería ser enterrado bajo tierra. Estaba completamente seguro que había gritado, no una, sino muchas veces el nombre de SiZhui, un Alfa de la manada de esas Omegas afuera en su puerta.

Estaba decidido. No iba a salir jamás de esta habitación, no tenía por qué, era el compañero Omega de SiZhui según Wei WuXian, era el destino, nadie podía obligarlo a salir de allí. 



***


El vampiro encadenado temblaba mientras su mirada no dejaba en los ojos de Xue Yang, ahora arrodillado frente él.

—No puede ser —susurró el vampiro, tragando con dificultad y arrugando la nariz—. Eres un maldito lobo, pero tu sangre... —aspiró y sus ojos cambiaron—, tu sangre me llama —arrugó el ceño—. Eres mi compañero... No puedo creerlo.

Xue Yang asintió.

—Yo tampoco, pero eres mi compañero. Un vampiro... ¡Qué rayos! —de repente gruñó de forma amenazante.

SiZhui miró a quién. Wen Qing se había movido pero se detuvo cuando su esposo la amenazó. Parecía no poder salir de su asombro pero aun así lo miró lista para gritarle cuando un sonido brutal se escuchó en la cueva. Un sonido que no era de un lobo. Todos miraron al vampiro Omega que en ese momento tenía sus colmillos a la vista de todos, pero dirigidos a Wen Qing.

—-No te atrevas a gritarle, perra.

Xue Yang lo miró con la boca abierta, visiblemente en estado de shock. Era la primera vez que SiZhui veía una expresión así en el Beta de su prima.

—Tranquilo —susurró con esfuerzo—, ella no me hará nada. Tampoco dejaré que te haga nada —Xue Yang de repente miró el suelo, como huyendo a sus ojos, y el vampiro lo miró, aspirando otra vez.

—Hueles demasiado a ella. Eres un perro, pero no me agrada el olor de esa en ti.

SiZhui vio a Xue Yang volver a evadir la mirada del vampiro. En verdad era la primera vez que lo veía tan nervioso.

—Sí, bueno... estoy... estoy casado con ella.

SiZhui se había equivocado. El sonido anterior estaba lejos de ser brutal. Este nuevo lo era. De hecho, el Omega por primera vez tiró de las cadenas, sin éxito, pero lo suficientemente fuerte para que las paredes de la cueva retumbaran y el vampiro corriera el riesgo de lastimarse. Xue Yang se levantó y se acercó a él rápidamente.

—¡Vas a lastimarte, no lo hagas!

—-¡Idiota, no te acerques! —gritó Wen Qing a su vez.

—No te acerques —le susurró Xue—. Ya te dije. Es mi compañero. No dejaré que le hagas daño. Y sé que él no me hará daño.

—Ella —el vampiro temblaba cuando habló—, ella es Alfa.

—Sí.

—Ella... —el vampiro la miró, al parecer queriéndosela comer ahí mismo—, ha puesto sus manos en ti.

Xue Yang se movió nervioso, al parecer luchando con la tensión, entonces una risa salió de él.

—Bueno, es un Alfa, y yo un Beta. Así es como funciona la naturaleza.

1 Serie: Lobos y VampirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora