Prólogo

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Era una noche de lluvia torrencial y viento salvaje. La luna estaba escondida por una masa oscura de nubes. La única luminosidad provenía de los relámpagos en el cielo enojado.

JingYi estaba mojado de pies a cabeza, el frío viento le calaba los huesos, pero siguió corriendo. Su ropa deportiva estaba pesada de agua y pegada a su delgado cuerpo. Cada cierto intervalo se sacaba los cabellos oscuros pegados de su rostro. Necesitaba ver para seguir corriendo. Debía correr como si su vida dependiera de ello.

No.

Dependía de eso.

Debía seguir corriendo como fuera, detrás de él un grupo de cazadores vampiros le pisaba los talones. Si lo atrapaban terminaría como piel para un humano o en la galería de algún museo. Peor, como trofeo de un sucio vampiro.

Un temblor que nada tenía que ver con el frío del clima lo atravesó.

¿Por qué tenía que ser un Lobo? ¿Por qué tenía que ser un Omega? Si fuera un Lobo pero un Alfa estaría corriendo más rápido. No solo eso, estaría enfrentándose tal vez a estos cazadores. Tendría una oportunidad de romperles el cuello con sus dientes.

Pero era un Omega y no tenía la fuerza ni la velocidad necesaria. Por Dios santo, sus pies humanos eran más rápidos que sus pies de Lobo.

JingYi rió histérico por aquella ironía. Su lobo era tan pequeño que esa era la razón por la que había logrado vivir entre humanos.

Hasta hoy.

¿Por qué? Porque hoy no se dio cuenta que había empezado a desprender feromonas que anunciaban su celo. Como tampoco notó que cazadores vampiros andaban por la zona.

Si tan solo fueran cazadores humanos pensó.

Él ahora solo podía y debía correr. Y lo hizo, hasta que dobló por lo que pensó era un pasillo conectado a otra calle, pero todo lo que encontró fue un muro de puro concreto que dio contra su rostro. Vio blanco cuando su nariz se rompió y cayó de culo sobre un charco. Llevó su mano a su nariz.

—Argh —soltó.

Un relámpago le permitió ver sangre en su mano.

—Mierda.

Tenía la nariz rota.

Entonces le dieron alcance. JingYi levantó la cabeza. Eran tres cazadores, todos con una sonrisa hambrienta. Eran Vampiros con sus colmillos listos para hincarse en su cuerpo y drenarle la sangre antes de hacer que se transforme y lo despellejen de su piel.

JingYi se puso de rodillas, listo para ponerse de pie. No iba a rendirse. Si iba a morir al menos seria intentándolo, aunque tuviera cero por ciento de oportunidades.

Entonces, alguien cayó a su espalda y tomó su hombro.

No puede ser pensó presa del pánico.

¿Eran cuatro? Él solo había olfateado tres vampiros.

JingYi se sacudió y miró.

Era un joven de su misma estatura y contextura. Su expresión denotaba sorpresa mientras le devolvía la mirada. Tenía ojos grises. Hermosos ojos grises. Un relámpago le ayudó a apreciar su piel blanca inmaculada.

Vampiro.

Jingyi se estremeció. Estaba perdido. Este era su fin. Los otros cazadores se abalanzaron sobre él y cerró los ojos ante su fin inminente. Estaba encerrado, acorralado. Sintió la mano del extraño alejarse y una brisa, luego:

¡Pum!

¡Zas!

¡Pum!

¡Crack!


Pero el golpe a él jamás llegó.

Cuando abrió los ojos vio que tres de los cuatro cazadores estaban en el suelo. El cuarto estaba de pie entre sus cuerpos y sus ojos grises sobre él.

Tragó.

¿Se habían peleado entre ellos?

No. El hombre de pie no era un cazador. Intentó olfatear pero tenía rota la nariz.

—¿No estas con ellos? —Preguntó con torpeza—. No puedo oler —levantó la mano y la llevó a su nariz—. Está quebrada —explicó.

—No soy un vampiro, ni tampoco un cazador. Soy un lobo —olfateó en su dirección y sus mejillas se sonrojaron—. Como tú. Aunque no de la misma casta.

JingYi abrió los ojos y lo inspeccionó de nuevo. Se veía delicado con aquella piel blanca inmaculada. Si era un Lobo y peleó de esa forma, no podía ser un Omega aunque su apariencia coincidiera con ello.

—Un Beta... —susurró.

—Em... de hecho... soy un alfa —¿Cuántas veces JingYi se había sorprendido esta noche?—. Me llamo Wen ZiShui, mucho gusto ¿Tú?

JingYi miró incrédulo aquella mano que el Alfa le ofrecía.

—Soy Lan JingYi

SiZhui abrió sus ojos y pareció murmurar su apellido con incredulidad. Sin embargo, JingYi se llenó de otras preguntas: ¿Si ZiShui era un Alfa cómo había hecho para vivir en la ciudad? Su lobo debía ser enorme, además de que olería fuerte. Lo que lo llevó a la siguiente pregunta ¿Vivía siquiera en la ciudad? Pero entonces, un tirón en el vientre le recordó cómo se había delatado. Se dobló.

Mierda pensó al ver como las pupilas del Alfa se dilatan ante su aroma.

¿Cómo olería él? Quería olerlo. Deseó oler al Alfa.

—Estás en celo.

—No, estoy por entrar en celo —Respondió JingYi y se alejó, recordando que detrás suyo solo había pared. Tragó. Wen ZiShui asintió.

—Debo sacarte de aquí.

JingYi no tuvo oportunidad de rechazar la oferta. Un Alfa en su condición era casi tan malo como los cazadores. Pero su cuerpo hirvió cuando el alfa lo tomó en brazos y lo subió a su espalda donde sin dudarlo se apretó mientras SiZhui corría.

No, si bien no puedo olerlo, mi cuerpo reacciona a su casta. Mierda. Estoy jodido.

—¿A dónde me llevas? —preguntó con dificultad.

—A casa.

Oh, al menos tiene casa.

—¿Vives cerca?

1 Serie: Lobos y VampirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora