Ucrania x Perú

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Con pasos pequeños te conocí.

Con pasos pequeños me acerqué a ti.

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Se escuchaban las pisadas en el pasillo de esa gigantesca casa. Las ventanas enormes estaban cerradas para que el frío de afuera no arruinara la calidez de adentro. Todo era grande, al menos, así era para aquellos ojos infantes.

El niño de tez bicolor, mitad amarillo y mitad azul, y cabellos tan blancos como la nieve se encontraba buscando entre los pasillos de la casa. No buscando un algo, sino un alguien...

- Ucrania, ¿qué haces? -lo detuvo su hermano mayor- Se supone que estás estudiando en tu cuarto, si papá se entera te va a regañar

- Rusia... -el pequeño volteó a verlo- Lo sé, pero yo solo... quería verlo un momento... -agachó su mirada.

- ¿Verlo? -el ruso lo miró curioso.

- Creo que vi al señor Perú entrar a la casa -dijo emocionado.

El ucraniano tenía la suerte que desde la ventana de su cuarto podía divisar la puerta de entrada.

El ruso al comprender lo que pasaba, sonrió para su hermanito. Conocía el cariño que le tenía al señor Perú. Él también le tenía cierto aprecio, ya que fue su niñero hace un tiempo, pero Ucrania parecía ser más apegado al peruano.

- Si es así, debe estar en la oficina de papá, tendrás que ir rápido

- Gracias -al menor le brillaron los ojos.

- Espera -lo detuvo antes de que se fuera corriendo- te acompaño

Ambos niños fueron al despacho de su progenitor. Justo encontraron la puerta semi abierta, así que se acercaron con cautela. Asomaron su cabecita para ver si el peruano estaba adentro.

- Eso sería todo -dijo el soviético, guardando unos archivos.

- De verdad, agradezco mucho su ayuda -el latino se levantó para estrechar su mano.

- No es nada -el mayor aprovechó para tomar la mano del contrario y llevarla a sus labios, posando un suave beso en estas- Es lo menos que puedo hacer por ti -le sonrió.

El menor se ruborizó y lo miró asombrado.

- ¡Ucrania, el viejo te lo quiero quitar! -susurró el ruso.

- Y-Yo ah... ¿Qué hago? -le preguntó con ligeras lágrimas.

- Yo lo distraigo mientras tú aprovechas para hablar con el señor Perú

Los menores cuchichearon entre ellos, planeando su jugada.

Crac

- ¿Escuchó eso? -preguntó el peruano.

- Sí...

- Sonó a un plato roto, ¿y si alguien se lastimó? -se preocupó.

- Quédate aquí, voy a ver

El soviético se retiró de su oficina, dejando al menor solo. No fue hasta unos segundos más que la puerta se volvió a abrir

- S-Señor Perú -dijo el ucraniano entrando a la oficina.

- Hola pequeño -el mayor se acercó y se puso de cuclillas para estar a la altura del menor- ¿Cómo estás? -le sonrió cálidamente.

- Yo... Quería darle esto -de su pequeño abrigo sacó una corona de flores.

Estaban un poco maltratadas por estar dentro del chaleco, pero seguían siendo hermosas para Perú.

- Aw, mi vida, ¿lo hiciste tú?

El menor asintió.

- ¿P-Podría?...

El mayor entendió y agachó más su cabeza para que Ucrania colocara la corona en él.

- ¿Cómo me queda? -le preguntó el mayor.

- ¡Se ve hermoso señor Perú!

El peruano se ruborizó y soltó una ligera risa.

- Puedes decirme solo Perú, pequeño -le acarició sus cabellos blancos.

- Perú... -dijo con timidez- Un día espero ser tan grande como usted

- Nono, tú no puedes tan grande como yo -alzó sus manos- ¡Tú serás más grande y fuerte que yo!

- ¿De verdad lo cree?

- No solo lo creo, estoy más que seguro. Pero para eso, debes comer todas tus comidas

- ¡Prometo comer todas mis comidas!

Ambos llenaron la habitación de risas, hasta que fueron interrumpidos por el abrir de la puerta.

- Urss, ¿qué te pasó? -dijo sorprendido el peruano al ver al mayor con un leve moretón en su frente.

- Una sabandija se salió con la suya... -murmuró enojado.

Al parecer, le habían tendido una trampa. Se tropezó con una cuerda que -¡oh, sorpresa!- apareció de la nada, cayendo de cara contra el suelo.

- ¿Ucrania? -la unión soviética se dió cuenta de la presencia del menor.

- Oh -Perú se levantó- él vino para darme este hermoso regalo -Perú, señalando con cariño la corona de flores.

- Ya veo... -habló bajo el más alto, anonadado por lo que veía.

El menor de todos, al notar el estado de su padre, se acercó más al peruano, abrazando la pierna de este.

Perú, por su parte, solo acarició los cabellos del pequeño, sonriendo con cariño.

- Bueno, ya debo irme o perderé mi vuelo

- Sí... Un gusto verte otra vez -la Urss estrechó su mano con el peruano.

- El gusto es mío

El peruano salió de la oficina junto a Ucrania, hasta que llegaron a la salida principal de la casa.

- Hasta la próxima, pequeño -se agachó para darle un beso en la frente- Cuídate, ¿si?

El menor asintió y aprovechó al tener al mayor agachado para darle un abrazo por los hombros.

- Espero vuelvas pronto...

Todos x Perú (historias cortas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora