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Casi cinco semanas después, Anahí iba en secreto dos días a la semana al restaurante de André para cocinar nuevos platos y aprender nuevas técnicas y Alfonso estaba contento porque el chef no había vuelto por casa. Habían tenido una discusión cuando había terminado la comida ese día, pero la habían solucionado encima de su mesa, con todos los papeles por el suelo y Anahí completamente desnuda frente a él.

Desde ese día, habían hecho el amor cada noche, siempre en la cama de Anahí, pero nunca se había quedado a dormir con ella. Esperaba a que se durmiese y después, sigilosamente, salía de la habitación en la oscuridad y se metía en su cama a descansar. No le había explicado que solo quería sexo pero, por como se comportaban, creía que lo entendía.

El sábado el timbre sonó cuatro veces, indicando que alguien venía de visita. La familia de Alfonso vivía lejos y solo su padre se había quedado un par de noches a dormir así que no podían ser ellos. Javier Herrera era un hombre encantador, en silla de ruedas y bastante deteriorado con el que Anahí había pasado ratos increíbles. Físicamente se parecían, aunque a Javier se le notaban los años de diferencia. Cuando abrió la puerta, se llevó una gran sorpresa.

— ¡Fernanda!

La mujer abrazó a Anahí con fuerza mientras ambas reían.

— ¿Qué haces aquí?¿Cómo no has avisado antes? Te habría preparado algo...
— No te preocupes, querida. He traído algo que os gustará, ¿dónde está Alfonso?
— Mhm —asintió—. Estaba vistiéndose cuando...

Anahí se calló al ver como la cara de Fernanda pasaba de desconcertada a divertida en pocos segundos.

— Fer...

Agitó los brazos mientras reía y avanzó por el pasillo hasta el salón.

— Solo, ten cuidado —Anahí la miró sin entender—. Alfonso no está preparado para lo que siente por ti.
— ¿Qué siente por mí? —Fernanda volvió a negar.
— No soy yo quien debe decírtelo, yo solo soy una observadora. Pero debe arreglar su pasado antes de comenzar un futuro.
— No entiendo qué quieres decirme.
— Aún no te ha hablado de su pasado, ¿verdad?

Anahí negó con la cabeza y Fernanda terminó suspirando, sentándose en uno de los sillones.

— ¿Por qué no le dices que he venido?

Alfonso bajó las escaleras minutos después, seguido de Anahí que seguía pensando en qué ocultaría Alfonso de su pasado y porqué. Ambos se abrazaron con fuerza cuando llegó frente a ella y Fernanda dejó un corto beso en su mejilla.

— Iré a preparar algo para tomar —se excusó Anahí cuando terminó de bajar las escaleras—. ¿Café, Fer?
— Mejor un té, estoy intentado dejar el café.

Anahí asintió y desapareció. Alfonso la vio alejarse con curiosidad. No sabía que le pasaba, pero desde que había subido a decirle que Fernanda había llegado la notaba diferente. Fernanda agarró su mano con la suya y le sonrió ampliamente.

— Creo que tenemos hablar.

Alfonso la miró con ojos abiertos, ¿de qué quería hablar Fernanda?

— ¿Quieres volver a trabajar? —dijo riendo.
— No, tranquilo —rió ella también—. ¿Vamos al despacho?

Cuando se sentaron en el sofá que había allí, Alfonso no pudo no pensar en Anahí. Hacía una semana le había ido a llevar algo para tomar a media tarde y habían acabado haciendo el amor allí, con él sentado, completamente vestido pero con los pantalones bajados y ella sentada a horcajadas sobre él, desnuda y moviéndose con lentitud. Cuando Fernanda carraspeó, salió de su ensoñación.

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora