Capitulo 27 "No te tocare"

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-Deberías considerar, la idea de bajar de peso. – hablo faltándole EL AIRE.
-Si no te recuerdo, tú fuiste el que se ofreció al ayudarme de este modo – le recordé – además, no estoy gorda.
-Bueno, yo ya dije la verdad. – rio.
-Sabes, mejor cállate la boca – le golpee el hombre derecho.

El camino era muy abrupto, tenía demasiados baches.

-Ya, ya me canse – se quejo.
-Bájame, entonces – reí, ante su reacción - ¿Qué esperas?
-Pero bájame con cui…

A veces pensaba que su cerebro era del tamaño de un maní, acaso el mismo no se había ofrecido cargarme por mi tobillo roto pues parece que tiene poca memoria.

-¿Qué te pasa? – grite, después de haberme golpeado la columna.
-Lo, siento – rio con ganas – me había olvidado de tu tobillo.
- Uy, si fíjate que no sabía – ironice – de ti ya me lo esperaba.
-Por dios, que engreída.
-¿Engreída? – Reí – Si hablamos de engreídos, creo que tú te llevas el premio.
-Como se te ocurre decir eso – se quejo.

Realmente hablaba más que una mujer, cuando hay una oferta en el centro comercial, trate de no escuchar su voz y me sumergí en mis pensamientos otra vez.
En la primera persona que pensé fue Alex, realmente ¿me hubiera pasado lo mismo, si él estaría aquí? Reí ante mi tonta idea; una gota de agua callo en mi mano.

-Hey, no escupas. – renegué.
-Yo, no te escupí – se defendió.
-¿Entonces? – cayeron unas cuantas más. – No me digas que ha comenzado a llover.
-Está lloviendo.
-Oh, vamos que esperas para cargarme – me queje – está lloviendo y lo peor que anochece.
-Ya, tranquila, so lo es una simple lluvia. – rio por mi histeria.

Después de unos minutos, “el señor solo es una simple lluvia” se encontraba totalmente mojado por aquella simple lluvia. Al igual que yo.

-Si una simple lluvia – ironice.
-Ya deja de quejarte.
-Como no quieres que me queje si me duele el tobillo, y estoy mojada completamente.
-Mejor no opino.
-Por fin te sirvió el cerebro. 

La lluvia caía con más intensidad y nosotros solo seguíamos ahí sin hacer nada.

-No creo que esta lluvia pare mágicamente. – hable rompiendo el silencio.
-Tienes razón – me indico – vamos sube a mi espalda.
Ya estando en su espalda me ayudo a poder agarrarme bien de él, poniendo su mano en mi trasero bajándolo hasta mi muslo izquierdo.

-Hey, cuidado con esa mano – repetí por quinta esa vez.
-Jadiss, no soy un pervertido. – rio.
-Ya ya, pero ten cuidado. – reí también.

El dolor era insoportable, pero aguantaba no me atrevía a quejarme delante de Zack.
¡Maldito Zack!, su cadera había chocado con mi tobillo, me retorcí en su espalda, saliendo de mis labios un pequeño “gemido”.

-Y ahora quien es la pervertida – rio.
-Idiota – me queje del dolor – me has golpeado en el hueso roto, con tu cadera.
-Deja de mentir.
-Porque mentiría – renegué seriamente – me duele horriblemente.

Peleaba en sus brazos para que me pudiera bajar, pero mi lucha era torpe.

-Auuu
-¿Au?, has caído encima mío.
- Lo siento.

Me encontraba encima de él en su pecho para ser mas especifica.
Una voz y una luz nos sorprendieron.

-¿Qué hacen ustedes dos aquí? – hablo mi madre.
-Mamá, Claire – hablamos Zack y yo.

Nos miramos mutuamente, intentarnos no reírnos, por los pensamientos que se le debían de estar ocurriendo a mi madre.

En otoño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora