A primera hora de la mañana, sólo está Alanna en la gran sala de reuniones del FBI. Enrosca uno de sus bucles de pelo (formado por su propia insistencia en rizar el mechón) en su dedo mientras lee unos informes rutinarios. Volkov estará al llegar, pero es extraño. Por lo general, siempre abre las instalaciones antes de que ninguna otra persona lo haga, sobre todo desde que asiste al turno diurno, pero hoy se ha retrasado sin dar explicaciones más allá de un sucinto mensaje donde ponía "Acudiré más tarde a la sede. Por favor, abre por mí".
Lleva sin contestar desde entonces, a pesar de que Alanna le envió varios mensajes preguntando si todo estaba bien. Volkov es taciturno y breve, pero nunca deja sin responder a nadie. Menos a sus agentes.
Está raro, es más que evidente. Desde hace unos cuantos días, yerra de un lugar a otro sin mucho sentido y no atina a centrarse en los operativos. Con la emboscada de ayer, ya irían cuatro veces, en una misma semana, tras las cuales casi acaba en estado comatoso. Al verlo reincidir, la propia doctora le avisó de que "o se relajaba o acabaría ingresado", y Alanna es consciente de eso, porque estaba delante cuando la médico le echó una reprimenda sin precedentes (como profesional) al ver que no se reponía de un accidente antes de sufrir otro nuevo. Amenazó con darle la baja, pero Volkov se negó en rotundo, alegando que "prefería estar trabajando antes que estar en su casa".
Quiere creer que Volkov se ha quedado en casa para descansar, pero, conociéndolo, ese no habrá sido el motivo. Blake le contó que Horacio y él coincidieron en un operativo hace unas semanas y supone que ahí reside el origen de su malestar e incoherencias.
Desde su perspectiva, Alanna admite que sabe poco. Volkov nunca destaponó sus sentimientos respecto a la ida de Horacio, lo único que comentaba era un cíclico "si él está feliz con la decisión, lo cual es bastante probable, debemos respetarla. Si Horacio se ha ido será por motivos que nosotros podemos desconocer, pero motivos existentes. No voy a inmiscuirme en su decisión, suficiente le habrá supuesto marcharse, primeramente" y ya. Nada más. Todos insistían en traer de vuelta a Horacio, y, de hecho, dieron con él por esa tozudez en no frenar, pero Volkov siempre se mantuvo al margen y no colaboró en ninguna de las operaciones de rastreo más agresivas. Sólo quería monitorizarlo, no recontactarlo y pedirle que se enrolara al FBI otra vez.
El carácter de Volkov respecto a la repentina desaparición de Horacio se antojaba como pasividad absoluta, la indiferencia más total, así que, en una de esas tantas veces que estaban desesperados por la falta de pistas fehacientes, las que fueran, Alanna confrontó a Volkov. Siempre fue la más protectora con Horacio, a pesar de que su ex-jefe tendiese a patrullar con Blake, pero también era cierto que el cariño especial era mutuo. Horacio consentía a Alanna más de la cuenta, estaba intrínseco en cómo era más manso con ella.
Por eso y por lo mucho que admiraba a Horacio, Alanna sabía, de primera mano, que Horacio hubiese sembrado el caos con tal de dar con el paradero de Volkov. He ahí la razón de que perdiese los papeles.
En una reunión, Alanna le puso los puntos sobre las íes a Volkov al ver cómo éste se retiraba después de recabar información auxiliar, una que no resultó ser tan desveladora como en un principio se pensó que sería. Le dijo que le parecía insultante su poca cooperación, y cómo podía ser eso si, supuestamente, siempre había recalcado lo muy importante que Horacio era para él. Blake y Parker también estaban presentes, pero ella fue la única que dio la cara por sus creencias.
La cara de Volkov era un poema. Escuchó todo en silencio, porque se le deshilacharon las cuerdas vocales. No podía creerse que Alanna le estuviese recriminando una cosa así, pero estaba pasando, era un hecho. Estaba muy desbocada y Volkov intentó ser la voz de la razón, evitando que la discusión arreciara, pero no surtió efecto. Las objeciones no decrecían, sino que crecían. Hasta que Volkov explotó.
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Somebody Else - [Volkacio]
FanfictionTodos tenemos que creer que somos decentes. Buenas personas, seres de bien. Sin embargo, ¿cómo te dices a ti mismo que eres decente, después de todo lo que has hecho? • O donde Volkov y Horacio se vuelven...