Capítulo II - Tenerte de la manera que sea

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Tras una semana, Volkov aún no ha agrupado el coraje para hablarle a Horacio. Las entradas en el chat y salidas del chat son corrientes, diarias. La pauta a seguir es siempre la misma: escribe un mensaje, lo borra y piensa otro. A las horas, prueba otra vez y acaba igual, sin mandar nada. Se dice que al día siguiente podrá, pero, a cada día que pasa, el reparo aumenta y se vuelve un suplicio iniciar la charla. Se hace una bola más grande a cada hora que lo deja pasar.

No ha querido (podido, más bien) aventurarse. La moralidad de Volkov le lleva a pensar que esto es interferir en la relación de Horacio de forma indirecta, aunque jamás se atreviese a mover ficha si la oportunidad se le presentara. Del dicho al hecho hay un trecho, y aunque la tentación siga ahí, porque es innegable que ama a Horacio con una intensidad inenarrable, una que sólo ha fermentado año tras año, Volkov se reprime a sí mismo con una fervencia y efervescencia que pocas personas tienen. Si algo tiene que agradecerle al comisario de hielo es la capacidad, casi absurda por la profesionalidad que requiere, de coartarse los impulsos.

Pero hoy, esta noche, se ha dicho que no puede permitir que todo se agalle por este malentendido. Que su relación se raje por las cosas que le dijo, cosas que no siente. Ahora que ha vuelto a coincidir con Horacio en esta vida, no es lícito actuar como si estuviera conforme con lo que sobrevino sin quererlo. La discusión, las palabras hirientes. Nada era pensado de verdad, jamás vería la decisión de Horacio como un capricho egoísta, así que necesita hablar con él, aunque sólo sea para ofrendarle unas disculpas. Para dejar claro que no se siente así respecto a sus decisiones.

Tiene que afrontar esto.

Recién duchado y con el pijama puesto, Volkov se sienta en el sofá con Mika y Webonauta escoltándolo. Respira hondo, interioriza su labor en esta velada y abre el chat con decisión. Ya se empieza a acobardar al navegar hacia abajo, hacia Horacio, pero bucea en la conversación y...

Escribiendo...

A Volkov se le cae el teléfono de las manos.

Blasfema en ruso y se hace con el móvil rápidamente, encontrando, al levantarlo, una parrafada larguísima que no puede haber sido hecha en un arrebato. ¿Habrá sido capaz de escribirlo en notas, volcarlo al ver que estaba metiéndose y mandarlo? Horacio lo haría.

Se iría del chat para no ser cazado in fraganti, pero sus ojos ya fisgonean por el texto. Si se va, le dejaría en visto, y Volkov jamás dejaría a Horacio en visto a no ser que la situación fuese excepcional o la conversación no diese más de sí.

Traga saliva y el nudo se gesta en su garganta nada más empezar a leer.

"hola... no se como empezar esto, no me decidia,... asi que supongo que te tengo que decir lo que si se... y eso es que te quiero pedir perdon. lo siento por haberte dicho lo del otro dia, no lo pienso de verdad. se como eres y solo me calente por todo, porque no quiero perderte y que me dijeras que lo mejor era estar separados me dolio un huevo... era solo eso, porque, joder, que no quiero estar mal contigo, Volkov. se que es muy complicado que estemos juntos asi como asi despues de que me largara y no te contestara, pero sabia que si te decia algo vendrias y eso era algo que te queria dejar como decisión personal, no queria obligarte a volver y cambiar todo por mi otra vez, vale? no pienses que no te eche de menos, porque pensaba y pienso en ti todos los dias... y no se si vas a aceptar, pero quiero que sigamos hablando esto...

A Volkov le vuelve a doler el corazón. Más cuando lee la última línea de mensaje:

"puedo ir para alla ahora? solo un rato, para hablar esto bien. te juro que ahora no me mosqueo... no te quiero lejos de mi, Volkov"

Somebody Else - [Volkacio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora