Jueves por la mañana. Nueve y cuarto y Horacio acaba de dejar a Celia en el colegio, aplazando su habitual hora de entrada a la unidad de Bossier por primera vez en muchos meses.
—Horacio, cariño, ¿estás bien?— sin embargo pregunta Charlotte, desbaratando toda su retahíla interna y sacando a relucir que su hijo menor no ha sido tan bueno encubriendo su estado. Inequívoco signo de que no puede fungir ser alguien que no es.
Horacio levanta la mirada de la taza de café, distraído, y se percata de que los ojos amables de su madre están puestos en él. Charlotte lo mira con esa insistencia maternal que le destaparía hasta las vergüenzas. Han estado juntos estos últimos siete años y han desarrollado esa conexión madre-hijo, que desagua en que Charlotte haga mejores lecturas de su carácter. Ahora, su madre es capaz de apreciar que algo le pasa con ese sexto sentido, la famosa "intuición de madre", que ostenta toda persona que lo es.
En resumen, Charlotte percibe que algo le pasa. Se tropieza con un silencio pensante más a menudo y formula contestaciones perezosas, estancándose. Podría ser cansancio, y en parte lo es, pero su madre infiere que algo más lo tiene en vilo.
La cucharilla de Horacio hace círculos amorfos sobre el café, cuyas caracolas de humo aún emanan en el aire, probando, con ese vaho, que aún quema demasiado.— Sí, sí... Estoy un poco empanao',... pero todo bien. El curro y eso.
Prueba a llevarse el café bajo los labios para soplarlo, atemperándolo antes de darle un sorbo de huida. Con él, intenta alejar esta conversación, porque sabe que su madre lo lee demasiado bien y no quiere hablar de ello.
—¿Seguro? Sabes que me lo puedes contar, cielo.— recuerda Charlotte, cazándole al vuelo la indirecta de que no está con ganas de abordar esta conversación pero infundiendo confianza. Sus ojos azul hielo no se despegan de su hijo en ningún momento, observándolo cual portada de un periódico.
Hace mucho que puede hacerlo. Charlotte ya no es la misma mujer ingenua, inocente y pura por la cual tomó la medida que le costó su separación de Volkov. Se alegra mucho, no obstante, porque con terapia, vivienda con vistas al mar (en aras a una recuperación más fructuosa y eficaz) y tiempo, su madre es una persona funcional por su propio pie. Por lo menos, si tuvo que separarse de todo su mundo, lo mínimo que pedía es que este día, momento en el que ve una madre independiente, amorosa y feliz, llegase. Qué menos que tener potestad para ser ella misma y ser provechosa por su cuenta. Charlotte se merece eso y más.
Aun así, Horacio deja salir un resuello cansado, porque estos avances han provocado esa complicidad que se antoja un problema a la hora de encorsetar sentimientos dentro.— Seguro... Esta mañana tocaban opos de bomberos y había un cansino que no dejaba de dar por culo. El jambo era queja constante y me ha puesto la cabeza como un bombo,... pero todo bien.
Charlotte sigue mirándolo con duda latente. Lo examina con pausa y Horacio intuye que no le cree, porque ni siquiera es convincente para sí mismo. Es obvio que no lo es, porque Horacio no está agotado por nada.
Ha venido con su madre a una cafetería cercana al colegio de Celia. Como se adelantó antes, hoy le han dado un día libre de sus quehaceres de bombero (uno de los pocos con los que Bossier le ha recompensado) y decidió pasar la mañana aquí con Charlotte. Suelen quedar todas las semanas, tanto con Lidia y Celia como sin ellas, y esta no ha sido la excepción. Sortear la quedada hubiese sido más contradictorio, porque su madre se hubiese preocupado más de lo que ya está.
—Pero eso no es de ahora... llevas unos días así.— las palabras de Charlotte calan lo suficiente para que Horacio ice la barbilla y choquen miradas.— ¿Estás preocupado por algo? ¿Celia está bien?
La cara de Charlotte se revuelve por la incertidumbre al adelantarse a la explicación. Cuando se trata de su nieta y su hijo, su preocupación crece exponencialmente. Mucho más que la media. Muchísimo más.
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Somebody Else - [Volkacio]
FanfictionTodos tenemos que creer que somos decentes. Buenas personas, seres de bien. Sin embargo, ¿cómo te dices a ti mismo que eres decente, después de todo lo que has hecho? • O donde Volkov y Horacio se vuelven...