Guía para padres por Ryuuguuji Ken

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—Estamos adoptando.

Draken sabía que algo estúpido estaba en camino o que ya estaba sucediendo cuando los trillizos llegaron a su habitación en el burdel en la madrugada. Pero eso iba más allá de lo que su mente podía comprender y eso dice mucho teniendo en cuenta que una vez estuvieron cultivando marihuana en la casa de Takemichi. Se pellizcó el puente de la nariz y trató de procesar lo que Chifuyu acababa de decir.

—¿Ustedes... están... adoptando?— lo confirmaron con un asentimiento colectivo y siguieron mirándolo como si tuviera la respuesta a lo que fuera que pasaba por sus extrañas mentes y Draken suspiró —¿Y por qué están adoptando?

—Aparentemente, ocuparse de algo juntos acerca a las parejas y como las cosas entre Chifuyu y Hakkai están un poco... tensas últimamente, ¡pensé que sería una gran idea!

Tenso era un eufemismo honestamente. La semana pasada, vio a Chifuyu sonriendo mientras empujaba a Hakkai por las escaleras del templo. No sabía qué había pasado entre los dos, pero no quería ser parte de ello, de ninguna manera posible. Incluso conocer la idea ya era demasiada implicación.

—Así que, de todos modos, necesitamos a alguien que cuide al niño cuando estamos en la escuela y pensamos que tú serías una gran opción porque ya sabes... Ambos son adoptados, así que se relacionan entre sí— esa fue la lógica más jodida que se le ocurrió a Chifuyu y los otros dos no parecen ver ningún problema a la irritación de Draken. ¿Y mencionó...?

—¡¿Adoptaron a un bebé?!— los tres adolescentes pusieron una mezcla de cara ofendida y exasperada antes de que Hakkai sacara un cochecito que Draken ni siquiera sabía que estaba aquí y revelara una cesta de debajo de la tela. Draken se acercó, temiendo que fuera efectivamente un bebé al azar, y se encontró cara a cara con una especie de salamandra viscosa en un acuario. ¿Qué demonios?

—¿Por qué tienes esa cosa en un cochecito?

—¡No es una cosa!— Hakkai contestó con un tono muy ofendido —Ella es Chai, nuestra ajolote, y está muy cansada del refugio así que la paseamos para que vea un poco de la vista de la ciudad. Es importante para su salud.

Draken se quedó sin palabras. De verdad. En primer lugar, el nombre era una mezcla inquietante entre los nombres de Chifuyu y Hakkai, pero el punto principal era que de todos los animales que podían elegir del refugio escogían... eso. Ni siquiera podían acariciarlo por el amor de Dios.

El anfibio -Chai al parecer- se fijó en él antes de nadar hacia la superficie y le hizo burbujas. Draken puso cara de asco pero Chifuyu y Hakkai arrullaron al animal, ciegamente enamorados de él.

—¡Aww, mira cómo va nuestra chica!

—Nuestra Chai es la chica más inteligente, ¿verdad? Ella reconoció al tío Draken.

Los dos adolescentes se perdieron en su pequeño mundo centrado en el acuario y Draken tuvo una arcada antes de mirar de reojo a Takemichi para descubrir que le sonreía triunfalmente.

—¡Ves, la terapia con animales funciona con las parejas!

—¿Pero no son una pareja?

—Si hay dos personas entonces son una pareja— Takemichi afirmó con firmeza su teoría y Draken no tenía fuerzas para pelear por la pura estupidez y la falta de sentido de la misma a las cinco de la mañana. Así que se limitó a mantener la boca cerrada y se retiró en silencio a su habitación para volver a dormir con la esperanza de que entendieran que no iba a tener ninguna de sus tonterías, especialmente su alienígena rosa en un bocal.

Las travesuras de los trillizosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora