Capitulo 3

1.2K 122 1
                                    

Tony aceptó vacilantemente la mano de Steve. Sentía la boca seca como un estropajo. Enlazó sus grandes dedos con los suyos y lo condujo hacia el aeroplano privado de la empresa. Ni en sueños habría esperado que tuvieran una verdadera luna de miel. Se había sorprendido mucho, y sobre todo se había preocupado, cuando una hora después de casarse, su marido le había comunicado que se dirigían hacia la isla tropical que poseía en Bahamas y que permanecerían allí dos meses.

El plan resultaba excitante, pero también sobrecogedor.Nadie podría oír sus gritos si el tenía intención de hacerle daño.

Si se dejaba guiar por la lógica, el no parecía el tipo de persona que disfrutase haciendo daño a los demás, pero por otra parte, ¿y él qué sabía? Apenas lo conocía. Además, pensó malhumoradamente, Stev creía que había estado confabulado con su padre. No creía que las escasas palabras con las que había intentado defenderse en su oficina, palabras que habían llegado cinco años tarde, hubieran supuesto alguna diferencia. Suspiro, preguntándose otra vez que tendría pensado hacer con él.

Y, maldita sea, de todos modos, no existía ninguna forma de luchar contra él. Verdaderamente, Rogers había convertido su sumisión en una parte legal de su matrimonio. Lo había obligado a firmar una declaración jurada, en la que bajo pena de expulsar a su familia de la casa familiar, él se comprometía a obedecerlo ciegamente. Legalmente, recordó apretando los dientes, ni siquiera podría levantarle la voz sin que castigase a los suyos.

Se le ensancharon las aletas de la nariz. Había creído que en una semana su familia se encontraría en la calle.
Al contrario de lo que pensaba Steve él nunca había sido del tipo dulce y sumiso. Los omegas dulces y sumisos no podrían dirigir con eficacia compañías que manejan millones de dólares. Y él lo había hecho eficazmente antes de la absorción.

El problema estaba en que su padre antes de su muerte había tomado un montón de decisiones económicas absurdas, y esto casi había agotado el capital.

Aunque seguro que su marido ya lo sabía. Se preguntaba si eso no sería parte del aliciente de casarse con él-la ocasión de someter por la fuerza a un omega fuerte e independiente que después de haber sangrado sus efectivos hasta agotarlos no podría luchar contra él durante mucho tiempo.

Treinta minutos más tarde, el avión
había despegado y les habían servido unos cócteles. Tony se sentó en su asiento frente a su nuevo marido bebiendo un vaso de whisky.

Miró por la ventana, observando distraídamente las nubes que pasaban a su lado, demasiado nervioso para establecer contacto visual con el alfa que ostentaba semejante poder sobre él.

-Tienes un trasero espléndido - murmuró Steve, consiguiendo su total atención, los ojos abiertos como platos. No esperaba que fuera tan directo, aunque ahora ya tenía una pista. Ser directo formaba parte de su naturaleza

-También puedo ver cómo tus pezones se yerguen bajo la camisa.- Observó como él se despejaba la garganta nerviosamente y apartaba la mirada. - ¿Es por el frío, la excitación, o son las dos cosas?

Excitación, pensó, retorciéndose un poco en su asiento.

-Frió - susurro.

Tony cerró los ojos brevemente, cogiendo fuerzas. Aunque pareciese una idea perversa y estúpida, su cuerpo y su omega siempre habían respondido naturalmente al alfa sombrío y prohibido que se sentaba enfrente. Era como si los dioses hubieran creado su cuerpo con el único propósito de deleitarse con Steve Rogers. Ningún otro alfa conseguía que se pusiese caliente sólo con unas palabras o una simple mirada. Ninguno, sólo Stev.

Odiaba admitirlo, pero parecía más
peligroso y atractivo que nunca. Todavía llevaba el mismo traje negro italiano con el que se casaron. Estaba tan atractivo con el pelo rubio despeinado y con la corbata suelta colgando descuidadamente de su cuello. Su atlética musculatura se marcaba incluso bajo la ropa que cubría su cuerpo. Sus ojos eran de un azul profundo e intenso; las líneas de la risa en las comisuras contrastando brutalmente con la dura expresión de su rostro.

-Entonces tendré que ponerle remedio - dijo suavemente, posando el brandy. - Quiero qué mi omega esté siempre derritiéndose por mi, muriéndose por mi polla.

Tony se quedó sin respiración, terriblemente excitado. Era demasiado. A su líbido no le importaba que lo único que Steve desease de él fuese venganza. Éste seguía siendo el hombre con el que había soñado secretamente casi toda su vida. Ya estaba excitado, reconoció. Si lo tocaba probablemente estallaría sólo con su contacto. Respiró profundamente, pues no deseaba avergonzarse sucumbiendo tan pronto. Después de todo, el alfa que había anhelado durante tantos años era el mismo que le había arrebatado las riendas de su vida. Debía tener esto presente.

-Sácate la ropa - El abrió los ojos de par en par. Levantó la cabeza de golpe topándose con su mirada atenta.

-¿Q-Qué? - musitó sin aliento. Sentía como si el corazón fuese a salírsele del pecho. ¡Vaya! No perdía el tiempo con preliminares.

Increíblemente, su mirada se intensificó aún más.

-Sácate la ropa - repitió.

- P-Pero la tripulación...

- La ropa - dijo suavemente, recordándole con la mirada el acuerdo matrimonial-Quítatela.

Tony contuvo el aliento. Nunca había permitido que un alfa lo viera desnudo a plena luz del día. Plantearse hacerlo era lo más espantoso que podía imaginarse. Pero, paradójicamente, también era lo más excitante.

¡Ojalá su libido no actuase por su cuenta. Steve deseaba venganza-no a el.

- Estoy esperando - murmuró, Quiero ver desnudos esos bellos pezones sin nada que me estorbe la vista.

Él se atragantó con el whisky, después posó el vaso. Vaciló un momento, pero inevitablemente, se levantó y se dispuso a desnudarse. En realidad no tenía otra opción se recordó. Tendría que obedecer mientras pudiese o por lo menos hasta que encontrase una manera de salir de ese lío. Si existía alguna.

PECADOS PATERNOS (ADAPTACIÓN STONY) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora