Capítulo 13

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Tres días después 🌕

Steve suspiró y su mirada recorrió la mansión de tipo medieval que había mandado construir hacía un año. Él era la única persona adinerada e influyente del lugar que no poseía un hogar de diseño victoriano o con influencia de preguerra. Se había decidido por el estilo barroco porque Howard había mencionado una vez que era el favorito de Tony.

Se sirvió un brandy y se hundió en una silla delante de la gran chimenea de estilo antiguo. Había sido un estúpido dejando que se fuese, decidió. Quizás habría podido vivir tomándolo por la fuerza si ésa era la única forma de tenerlo. Verdaderamente era un infierno estar sin él.

Perdido en sus pensamientos, miró distraído hacia la inmensa silla situada en la parte más alejada de la biblioteca. Bebió un trago de brandy y miró de nuevo hacia la chimenea, entonces, tuvo que mirar dos veces.

Tony.

Estaba aquí. Desnudo, sentado en la inmensa silla, con las piernas abiertas de par en par.

Steve posó rápidamente el brandy para no derramarlo.

- No fue nada deportivo por tu parte retractarte de nuestro acuerdo - dijo Tony mientras recorría sus manos sobre su cuerpo- ¿Ninguna de esas ocho mil cláusulas tuyas contempla qué le sucede al alfa incorregible cuando abandona a su esposo?

Durante un momento, él se quedó allí sentado, sin hacer otra cosa que mirarlo fijamente.

- No - dijo por fin, levantándose de su silla. Su pene estaba tan hinchado que le dolía - No lo contempla.

Tony irguió una ceja.

- Entonces quiero que firmes un nuevo acuerdo mañana. Porque si me abandonas de nuevo.

- Yo no te abandoné. Pensé que no me querías

- Porque si me abandonas de nuevo entonces me reservo el derecho de... bien, no tengo muy claro que derecho quiero exactamente. Tendré que pensarlo

Esa magnífica ceja suya volvió a arquearse.

- Podemos añadir la cláusula tropecientos mil nueve

Steve reprimió una sonrisa.

- ¿Por qué estás aquí? - susurró Steve.

Tony suspiró como si fuera un mártir
representando a toda la raza omega y él, el alfa descerebrado del bando contrario. Para su sorpresa, sacó de detrás de el una fotocopia de su acuerdo matrimonial y la agarró con fuerza.

- Según la cláusula 76, yo, el abajo firmante, me presto a ofrecer mi cuerpo como receptáculo de la semilla de mi alfa dos veces diarias, todos los días, mientras vivamos.
Steve se estremeció al escuchar las insensibles palabras del documento.
Apartó la mirada y carraspeó.

- Hace tres días que no me he ofrecido
como receptáculo de tu semilla. Eso
significa que te debo seis orgasmos. Para nada soy como Howard. Yo siempre cumplo mi parte del trato, ya ves.

Su intensa mirada encontró la suya.

- ¿Entonces eso es todo? - murmuró -
¿Simplemente cumplir tu palabra?

Tony lo miró con ternura

- Por supuesto que no - susurró, y se puso serio. Se levantó de la inmensa silla y se paró delante de él

- ¿Entonces qué está pasando?...

Tony sonrió suavemente.

- Te amo, Steve - murmuró - Te he amado desde que era un niño y seguiré amandote durante todo el resto de mi vida.

Sus ojos escudriñaron su cara buscando
la verdad

-Si me hubieras dado tiempo para recuperarme del shock más grande de mi vida antes de salir pitando hasta aquí como la heroína trágica de una novela gótica, te habría dicho estas palabras hace tres días.

Él sonrió abiertamente. Sus miradas chocaron y se entralazaron.

- Han sido los peores tres días de mi vida - admitió Steve.

- Los míos también mi alfa- sonrió - Pero
olvidemos el pasado. Todo él - dijo significativamente. Ladeó la cabeza.- ¿De acuerdo?

Por toda respuesta, él lo besó. Y, en un momento, pasó de estar de pie a encontrarse cautivo entre los brazos de su alfa, moviendo desesperadamente la lengua contra la suya, mientras él lo conducía hasta la alfombra situada ante la chimenea. Se arrodilló y lo colocó delante de él, gruñendo dentro de su boca mientras se despojaba febrilmente de la ropa.

- Te deseo tanto - susurró Tony con voz ahogada y separó sus labios hinchados de los de él - Cuando era un niño, por las noches me tumbaba en la cama y fantaseaba con la idea de estar entre tus brazos, en tu lecho.

Esta confesión inflamó su corazón,
detestándolo y adorándolo a un tiempo. Lo detestó porque se suponía que a los alfas no les afectaban palabras como esas y en cambio a él lo habían conmovido. Lo adoró porque significaba que este momento era real y que finalmente Tony Stark era todo suyo.

Y no por la fuerza

Steve tumbó a su omega en el suelo, le separó las piernas y se arrojó sobre el. Desesperado por estar en su interior, empaló su pe.ne hinchado en su entrada, metiéndosela hasta el fondo.

- Seguro que no te interesa saber - jadeó él - cuántas veces has sido el protagonista en mis fantasías de masturbación

Tony sonrió abiertamente, claramente encantado con esa confesión. Él rotó
sus caderas y volvió a estrellarse de golpe contra su cuerpo. Su sonrisa desapareció mientras comenzaba a gimotear.

Tony alzó la cabeza mostrándole su cuello, justo donde estaba su glándula omega y se la ofreció.

- Me encanta que me chupes mientras me penetras, quiero tu marca alfa- admitió casi sin resuello - Por favor, ¿lo harías?

¿Si lo haría? Casi no había pensado en otra maldita cosa los últimos tres días con sus noches. En qué el portará su marca, lo deseaba...

Steve hundió la cara en su cuello con un gruñido y olfateó su cuello, lo volvía loco su aroma, lo amaba. Luego lo mordió vigorosamente mientras lo pénetraba, sus caderas oscilaban adelante y atrás mientras enterraba el pene en su interior una y otra vez.

Justo así es como siempre había querido estar. Justo como estaba ahora. Los pecados de Howard Stark habían completado su círculo..

Mientras su pene tieso se hundía una y otra vez en la deliciosa entrada de su omega, Steve pensó que había conseguido algo mucho más significativo que colarse en la preciosa compañía de Howard, algo mucho más poderoso que colarse en la preciosa línea sanguínea del muy bastardo:

Se las había arreglado para encontrar la felicidad con su esposo. Se había colado en el corazón de Tony y él en el suyo. Finalmente todo era como tenía que ser.

Steve sonrió a su esposo mientras le hacía el amor, y todos los recuerdos del pasado quedaron relegados definitivamente al rincón más apartado de su memoria.

PECADOS PATERNOS (ADAPTACIÓN STONY) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora