"Es tan fácil meterse en problemas que luego no sabemos resolver"
Salí al frío de la noche aún riendo. Hace un año y medio que soy Penélope Morgan, seis meses, según la escasa información de Manú, y en todo ese tiempo solo me había centrado en olvidar mi pasado y trabajar para la academia; pero esta noche me sentía más libre que nunca.
—Lara!
El maldito topo veía tras de mí. No volteé a verlo pero por su voz supe que no se esperaba mi reacción y estaba enojado. Tampoco lo culpaba, ni en mis sueños imaginé que dejaría al idiota con una erección en medio de un bar. Un punto para mí.
—Lara! Vuelve a aquí!
Apresuró el paso y yo hice lo mismo mientras me abrazaba para entrar en calor. Dirán que era un acto de cobardía pero en serio no sabía qué decir y tampoco me hacía gracia enfrentarlo después de haber estado a nada de tirármelo.
—Mierda, Manuel! Déjame en paz!
Seguí mi camino, y estaba dispuesta a cruzar a la otra acera cuando se disparó la alarma en la pastelería frente a nosotros y escuché ruidos.
Un robo?Aún sin arma y sin estar graduada seguía formando parte de una rama policial, no podía dejar pasar por alto las sospechas.
Me encaminé rumbo al local y casi fui atropellada por un par de hombres que se daban a la fuga. A pesar de estar usando mascarillas pude ver que salían con las manos vacías y expresiones de absoluto terror. El que chocó mi hombro reparó en mi persona pero se fue sin decir nada.
Instantes después todo explotó frente a mis narices y a penas pude cubrirme cuando los cristales de la ventana llovieron sobre mí. El fuego se elevó envolviendo el lugar y un pitido insoportable sé apoderó de mis oídos. Estuve aturdida durante minutos. Cuando al fin logré recuperarme oí una leve tos proveniente del interior.
A caso no salieron todos? Que clase de escoria deja atrás a su compañero?
Sin analizarlo demasiado, aquel pensamiento que ha vivido en mí desde hace tanto y que despertó con la muerte de Cristal, se apoderó de mis actos. No sé cuándo llegó a mi lado pero Manú sostuvo mi brazo para que no entrara. En un forcejeo golpee su estómago, me liberé y entré corriendo al edificio en llamas.
Mesas, sillas, cortinas, la barra de madera... Todo estaba al rojo vivo y el crepitar de la madera me complicaba la tarea de escuchar a la persona que seguía dentro.
Había muchísimo humo y el calor era abrazador. Por segunda vez en la noche maldije llevar tan poca ropa. Con la parte superior de mi camiseta cubrí mi nariz para no respirar.
Me sentía dentro del infierno, aunque quizás algún día llegaría ahí de cualquier forma. Busqué con dificultad el origen del sonido y percibí el crujir de unas tablas. Los pilares y el falso techo eran de madera y algunas tablas cayeron.
Un grito ahogado captó mi atención pero para ese momento ya no lograba mantener los ojos abiertos. Corrí con cuidado tras el mostrador. En lo que parecía una pequeña cocina vi a un hombre desmallado con uniforme y delantal.
Así que en realidad es trabajador de la pastelería.
Tenía quemaduras graves y el rostro ligeramente desfigurado. Una de las vigas que calló estaba sobre él y lo poco que respiraba era casi completamente humo.
Intentando no ser presa del pánico quité los escombros lo más rápida y cuidadosamente posible. Con el delantal a modo de bufanda cubrí su nariz rezando mil y una veces porque no se axificiara. Pasé su brazo sobre mí cuello y lo puse de pie con todo la fuerza que las piernas me permitían. Lo más complicado sería salir vivos y sin lastimarlo en el proceso.
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La Capital De Los Asesinos
Misteri / ThrillerPenélope Morgan se está preparando para convertirse en investigadora lo que pocos saben es que carga un pasado nebuloso. Esta historia se va a desarrollar después de que la protagonista es mayor de edad pero nuestro pasado siempre nos persigue; es...