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El dolor en sus hombros incrementó la excitación, el calor y los gemidos en la habitación. Can se encontraba entre las piernas de una jovencita que gritaba tan alto que seguramente todos a la redonda sabrían sin duda alguna lo que hacían. Acarició sus piernas suavemente, besando el interior de sus muslos para luego regresar a darle atención a su parte delicada. La mayoría de quienes lo conocían lo consideraban sumiso en la cama y amante de ser el de abajo pero en realidad a Can le encantaba hacer sentir bien a su compañero de cama sin importar su sexo o posición preferida: arriba, abajo, en medio. El placer iba más allá de una absurda creencia que consistía en buscar la liberación personal.

- ¡Dios mío!

Can continuó estimulando el clítoris suavemente con su lengua, recibiendo gritos y aruñones sobre sus hombros. Los días habían pasado lentamente y por fin había conseguido un acostón de una noche y lo tenía totalmente satisfecho. Se deslizó por encima del cuerpo de la jovencita, reclamando un beso sin pudor que la dejó sin aliento rápidamente. No era difícil aprender a respirar cuando se besaba pero por alguna razón las personas lo encontraban difícil. Dejó suaves besos en el cuello de quien se retorcía bajo él consiente de no dejar ninguna marca. Rasgó un condón y lubricante, si bien las mujeres tenían lubricación natural el usar extra hacía que todo fuese más fácil y placentero. El condón era vital para él, no se podía tener una vida sexual sana sin ello. El vaivén fue rápido y duro, sin la dulzura de la primera etapa. El joven de cabello rosa peinó las hebras hacia atrás cuando estas cayeron sobre sus ojos, la jovencita se abrazó a él y le pidió que fuese más rápido.

- Dios mío.

Can quería reírse cada que ella decía algo, los diálogos sucios nunca habían sido su fuerte al tener relaciones sexuales. Podía decir cualquier comentario inapropiado en el momento menos apropiado pero no cuando se encontraba en medio de ello. Le gustaba tener sexo y lo disfrutaba tanto como pudiese pero jamás se había sentido tan ahogado en pasión que gritase tonterías como resultado. Besó profundamente a la jovencita para hacerla callar y concentrarse en lo que hacía antes de que el momento se arruinase.

Al terminar se vistieron y salieron de la habitación separándose para siempre. Se despidió del hombre mayor antes de salir del motel que usaba a menudo. Can se negaba a ir a las casas de sus conquistas o llevarlas a su propia casa. Evitar morir era su prioridad y el hombre de la recepción ya lo conocía y le había salvado más de una vez fingiendo ser su padre para alejar a su cita indeseable, entraban sin expectativas para luego rogarle por su número de teléfono. La noche se sentía fresca, se hundió en su chaqueta rosa brillante, movió los hombros, odiando el ardor que había quedado como recuerdo de la sesión de sexo caliente. Caminó un par de minutos para regresar a la fiesta en la que se encontraba momentos antes con su mejor amigo y el novio de este. La banda a la que pertenecía Ae había tocado en el bar hacía un par de horas y decidió quedarse más de lo pensado. Por fin los encontró tonteando sentados a una mesa y decidió no entrometerse, sus momentos dulces eran preciados.

-Hola. - Pitch, el barman, lo saludó.
-Hola hermoso.
- ¿Qué te sirvo?
-A ti con un moño rojo... solo el moño rojo. - le dio un guiño y sonrió.
- Me temo que no puedo salir con los clientes.
El pelirosa hizo un puchero. - Solo una vez. No le diré a nadie si tú no lo haces.
El hombre alto preparó un trago de melón y lo colocó frente a él. - De mi parte.
- ¿Cómo sabias qué me encanta el alcohol luego de que me rechacen?
-Intuición.
Descansó su mejilla sobre su mano y suspiró. -Alcohol y tener buena posición para ver tu trasero. Vivo la mejor vida que puedo tener.
Pitch rio fuertemente. - Eres un tonto.
-Y aun así me regalas tragos regularmente. - ahora su mentón se encontraba sobre la palma de su mano-. ¿Cómo explicas eso?
-Para que gastes más en este lugar y quieras regresar. - el barman limpiaba algunos vasos y evitaba el contacto visual.
El joven no pudo evitar responder entre risas. -Ambos sabemos que si de ello dependiese este lugar ya estuviese en la quiebra.
El barman sonrió. - Me gusta tu compañía.
-Estás más cerca de mi cama y lo acepto.

1.2 - Pink Hair - MeanCanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora