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Sus padres habían acordado que repartirían los platillos entre los tres para la cena navideña en un par de días. Can se encontró en el mercado local intentando conseguir cada uno de los ingredientes de su lista ¿Realmente sería suficiente? Los tramites de la herencia no se detenían y su madre había llevado a su padre a los tribunales. El abogado decía que no tenía piernas en las cuales sostenerse, pero vaya que era una perdida de tiempo y dinero que le regresarían si fallaban a su favor.

—Déjeme entender. — Can se acomodó la bolsa sobre el hombro—. Si me llevo una libra de esto, usted me da una bolsita de regalo.
—Sí.
—Pero no necesito esa libra.
—Pero es gratis.
— ¿Para qué se usa?

Y el hombre comenzó a insistir en la maravilla de su fruta y como podría cocinar variados platillos con ella. Can acomodó la bolsa aún vacía sobre su hombro. No, no podía hacer las compras solo. Era un experto en los supermercados y las tiendas de conveniencia, pero las personas del mercado eran insistentes y tenía problemas para decir que no e ir al siguiente paso. El hombre no se detenía por lo que envió un mensaje esperando que la persona lo auxiliase.

Media hora del hombre insistiendo, media hora. El sudor caía por su rostro y mojaba sus suaves hebras rubias. Se odió por no usar bloqueador solar, esto era más tardado de lo que jamás había calculado. No era una persona de alta economía, pero había cosas sencillas que simplemente no se encontraba en sus habilidades.

— ¡Can, al fin te encuentro! — la voz de su salvador llegó a él.
—Disculpe.
El hombre estaba claramente molesto, había insistido tanto y sabía que no lo había conseguido.
—No digo que ver tu rostro no sea agradable. — su mejor amigo peinó su cabello hacia atrás—. ¿Qué necesitas?
El rubio levantó la lista de ingredientes e intentó sonreír inocentemente.
— ¿El bebé necesita a un adulto que lo ayude con las compras?
—Sí. — mostró su labio inferior y parpadeó lentamente.
El hombre lo maldijo y se movió de lugar.
—Eso es asqueroso, prefiero alguna broma y no que creas que eres adorable.
—Eso quiere decir que me encuentras sexy. — Can rio fuertemente a tiempo que King tomaba la bolsa de la compra.
— ¿Quieres que te abandone a tu suerte? — el ingeniero levantó una de sus cejas y lo observó fijamente.
—No, lo siento.
—Dame la lista y sígueme.

King era increíble, eso era algo que Can sabía desde el inicio. Los rumores del rey habían sido totalmente ciertos e incluso Can podía decir que era más impresionante de lo que se decía. Una sonrisa, palabras suaves y conseguía un descuento o algún obsequio si siquiera sugerirlo. El ingeniero conocía el mercado como si de un plano perfecto se tratase, una mirada rápida a la lista y sabía a donde caminar. El sudor corría por su espalda, los pies le dolían y su piel se sentía caliente.

— ¿Cena navideña?
Asintió, aunque King caminaba frente a él y no podía verlo.
—Espero que guardes una porción para mí.
—Lo intentaré, pero puedo invitarte a un batido del restaurante de Sun como agradecimiento.
—Eso suena bien.

Unos buenos quince minutos más y la lista estaba completa. Aún no había preguntado por los planes de King ya que simplemente asumió que cenaría con su madre. Can había aprendido algo en los meses de amistad con el ingeniero, adoraba a su madre tanto que podía creer que besaría el suelo que esta pisase, y odiaba a su padre. Era irónico como los dos tenían problemas familiares similares y contradictorios a la vez. King hizo un movimiento de mano y Can le arrojó las llaves de su automóvil. Aun no comprendía como era que el ingeniero había aceptado conducir por él, pero simplemente funcionaba para él.

—Tenemos que refrigerar la mitad de esto y la otra puede quedarse en el frutero. — comentó cerrando las puertas traseras luego de colocar cuidadosamente las compras en el asiento trasero. Can había sido crédulo al pensar que una bolsa era suficiente para las compras y agradeció las manos extra para ayudar con todos los ingredientes.
—Gracias.
—Un placer. Siempre es agradable que las personas vean lo increíble que soy.
—Retiro mi agradecimiento.
King sonrió y luego le mostró la lengua. — No, está en el banco de agradecimientos y no hay devoluciones.
—Eres tonto.
—Paso demasiado tiempo contigo.

1.2 - Pink Hair - MeanCanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora