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El día de Can era un completa mierda y apenas había comenzado. Una mala noche, despertó tarde con un mensaje de su jefe con una emergencia y nada en la nevera. Sus tareas se acumularon y el día anterior no pudo concentrarse en absolutamente nada. Debió ir de fiesta, pero en realidad su ánimo era pésimo para ello y solo hubiese sido un desperdicio de gasolina y tiempo. Su rutina de la mañana era un caos, su padre salió de madrugada y no habían comido medio desayuno, juntos. Necesitaba hablar con alguien, pero no tenía a nadie para ello ¿Ae? Claro, el amigo que no le había llamado en todo ese tiempo ni una sola vez. Tan cansado de ser el único que parecía interesado en el otro.

Observó su reflejo en el espejo, horribles círculos negros bajo sus ojos habían aparecido en la noche. Se felicitó por tomar la situación con Mean de frente. Luego de dejar la casa de los Phiravich se quedó en su cama pensando cual debía ser su siguiente paso, cuando el jovencito lo llamó lo supo, no podía seguir con ello. Cada que Mean sonreía, estaba cerca o simplemente se miraban generaba una reacción química en su interior. Hizo un volcán de papel una vez, se suponía que debía hacer erupción al mezclar dos ingredientes pero se habían confundido en uno de ellos y literalmente, nada pasó. Esperó, con su sonrisa de niño pequeño a que algo saliese del papel, pero nunca ocurrió. Ahora parecía que luego de años en su interior la efervescencia hizo reacción y con gran fuerza.

Peinó su cabello, el rosa ya no era intenso, se deslavaba cada vez más y ahora parecía un algodón de azúcar. Un mal día de cabello jamás era una buena noticia. Arrojó el peine en el lavabo y salió de su habitación para luego salir de la casa. Palpó sus bolsillos, suspiró de alivio y se montó en el automóvil. Tendría clases por la tarde y agradeció poder lidiar con la emergencia en su trabajo antes de ello. No estaba de humor para dar clases, pero a lo mejor los niños levantarían su estado de ánimo. Debía respirar profundo, dejándolo todo atrás y las cosas tomarían su lugar.

Los niños corrieron por el campo de futbol: gritando, quejándose y a su vez riendo y divirtiéndose. Arregló su bolso deportivo sobre su hombro, ya que había salido temprano debería ir y entrenar un poco, sacar la energía extra siempre era una buena idea. Llegó hasta el dueño del lugar, un hombre grande y rudo que daba miedo, pero por dentro era una hojuela bañada en miel.

— ¿Necesitaba verme, señor Jump?
— ¡Oh, Can! — el hombre se giró hacía el jovencito y sin duda sintió que podía ser aplastado por uno de los dedos del dueño y no le supondría esfuerzo—. Un padre de familia ha solicitado hablar contigo, pero me temo que no ha llegado ¿Te molestaría esperar unos minutos?
—No es problema, señor.
—Toma asiento.

Era realmente momento el que le citasen y los padres lo hicieran esperar ¿No podían tener un poco de respeto a su tiempo? Él sería reprendido por las madres si en algún momento llegase tarde, pero ellos no podían tener el mismo respeto a él. Ah, realmente estaba de mal humor. Can normalmente se sentaría y relajaría, pero su estado de humor se encontraba en el suelo.

— ¡Oh! — un chillido llamó su atención haciéndole girar hacia la persona a sus espaldas—. Buenos días, Can.
—Señora Phiravich. — hizo una reverencia. Can no pudo evitar sentirse incómodo ante la sonrisa de la mujer ¿Cómo debía actuar cuando la noche anterior prácticamente había estado listo para golpear al esposo de la mujer? — . ¿Necesita ayuda? ¿Las niñas se encuentran bien?
—Sí, sí, no tienes que preocuparte. —la mujer sonrió y luego meditó—. Quisiera decir que es una coincidencia, pero eso sería mentir y no es bueno.
Can no lo comprendió.
—Le pregunté al coordinador si estarías en el campo hoy y de pronto dijo que te haría venir. No quería molestarte, pero al escucharlo y acto seguido dejarme hablando sola me imaginé que lo mejor era venir.
— ¿Usted es el padre que se reuniría conmigo?
La mujer asintió. — Siento causarte problemas ¿Tienes libre un momento? Quisiera hablar contigo.
—Yo...
—No voy a acusarte de nada y sin duda tampoco te culparé por lo que ocurrió ayer, simplemente pienso que no es la forma de que todo esto termine.
—No necesita darle demasiadas vueltas. — Can no quería ir, no sabía cómo actuar con las mujeres y mucho menos con madres ¿Cómo lo haría estando completamente solo? — . Mean y yo hemos hablado de ello, no tiene que preocuparse.
La mujer desvió la mirada y jugueteó con uno de sus anillos. — No volverás a hablarle ¿Cierto?

1.2 - Pink Hair - MeanCanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora