VIII. La verdad siempre fue la historia más difícil de contar.

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Ha comenzado un nuevo día y el sol iluminando la ventana de la habitación lo anuncia, Annia ha pasado el resto de la madrugada leyendo uno de los libros que Galia compraba para que el gran librero que tenían no luciera vacío. La mujer nunca los leyó, algunos aún están cubiertos del plástico que cubre los libros nuevos, el insomnio que acompañaba a Annia consideró a las 3:30am que era momento de que alguien prestara atención a los libros abandonados, ella no era quien para negarle algo a su compañía. Se ha topado con una novela romántica escrita por Jojo Moyes, Yo antes de ti, aún recuerda la emoción con la que Galia reaccionó al encontrar el libro, se trataba de una historia emotiva de la que todos hablaban, al final la mujer terminó por no leerlo sin razón alguna. En este momento Annia se pregunta si Galia se molestará por no haber sido la primera en leer el libro que ha comprado.

Detiene su lectura luego de que escucha unos pasos bajando las escaleras, han despertado. Deja el libro sobre la cama y lo cubre con las cobijas para ocultarlo, luego de unos minutos escucha el ligero golpeteo en su puerta.

—Buenos días —dice Andrés mientras entra a la habitación con una cálida sonrisa—. ¿Cómo dormiste?
—Supongo que bien —responde.
—¿Cómo te sientes? —pregunta mientras se sienta en la orilla de la cama—. Sé que ayer fue un día complicado.
—Creo que estoy bien —asegura—. No es la primera vez que pasa por estos estados.
—Claro —responde él con un ligero suspiro, no parece estar convencido de que se trate de uno de los estados de Galia.

Permanece en silencio durante unos minutos, mira a Annia y se siente sorprendido al ver la madurez de la chica, es inevitable que también sienta culpa por darse cuenta del tiempo que perdió con su hija y piensa en la infinidad de justificaciones que le dio a ese distanciamiento, la principal eran problemas con Galia, reconoce que más de una vez hizo sentir menos a su hija sin importarle las heridas que dejaba. Tiene claro que quiere a su hija, pero nunca supo demostrarlo, menos cuando pareció ser la fuente de los problemas, generó un absurdo rencor hacia una niña que no tenía culpa alguna.

—Si intento ir a verla, ¿crees que reaccione mejor? —pregunta Annia con cierto temor.

Se cuestiona si debe decirle que no se trata de sus cambios repentinos, piensa que ella en el fondo lo sabe. Además, ¿qué tan cruel puede ser lo que él le diga si Galia ya se lo ha dicho todo? Aún se pregunta sobre la existencia de la carta de la que habló la mujer. Recuerda la llamada hiriente que tuvo con su hija, la opinión de Galia nunca cambió, estaba enojada con Annia, en ningún momento se mostró triste o arrepentida, fue como si de la noche a la mañana su hija se hubiese convertido en la causa de todos los problemas de la mujer. Fue inevitable la sorpresa en el rostro de Vanesa, Elisa y él al ver a la mujer tan enojada con su hija.

...Galia finalizó la llamada y entregó de mala gana el celular a Andrés, él la miraba con un claro enojo. ¿Cómo es capaz de reaccionar así con la persona que la ha acompañado desde que le diagnosticaron su mal? Admite que él se alejó a partir de ese momento, comprendió porqué su matrimonio resultaba tan caótico, y aunque intentó más de una vez llevarse a su hija, la chica prefirió quedarse y adquirir una responsabilidad que no era suya, ¿por qué ahora la castiga?

¿Por qué culpa a Annia por un mal que ella vive ignorando? ¿Por qué era responsabilidad de Annia hacerla sentir bien y por qué no era responsabilidad de Galia atenderse? ¿Por qué su hija se tuvo que convertir en la adulta en esa casa? Siempre vio a su exesposa como alguien infantil, pero nunca creyó que llegaría al punto de convertir a Annia en su madre.

En ese momento, Andrés llevó su mirada a Vanesa, parecía confundida, ella sabía cuántas veces Galia había temido por lastimar a Annia en un futuro.

Sin CaerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora