XI. ¿Ganaremos esta guerra?

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Annia analiza los olores en el consultorio, nunca ha entendido porqué siempre tienen el mismo olor, una combinación entre los aromas de un hospital y los que se perciben al ir al dentista. El clima siempre es fresco, no hay consultorio en el que se sienta calor, y los médicos siempre portan un fino bolígrafo de tinta negra dentro de la pequeña bolsa de su bata, los más pretenciosos utilizan una pluma fuente.

Pero al analizar a León, se encuentra con que los bolígrafos que tiene a su alcance son comunes y corrientes, así como que el hombre parece disfrutar más el usar su máquina de escribir, lo deduce luego de notar cómo este la acerca a él casi enseguida de haberse sentado. También se da cuenta de que su consultorio, a diferencia de otros, tiene una combinación de colores neutros con colores pasteles, es como si buscase hacerlo ver cómo un lugar más esperanzador.

—Tengo que decir que de todas las citas que tengo el día de hoy, eres la que más emoción me generaba —menciona con una alegre sonrisa.
—¿Ah sí?
—Por supuesto —asiente—. Tus papás me han hablado mucho de ti, en lo personal me gusta más interactuar directamente con los pacientes, por eso me alegra mucho conocerte finalmente.
—Veo que usted estaba más preparado que yo para este encuentro.
—Puedes tutearme —expresa—. También dime solo León, el título solo sirvió para que me dieran el empleo.
—Supongo que entonces no eres tan pretencioso como la mayoría de los doctores con una especialidad.
—¿Tan? —cuestiona con una divertida sonrisa.
—Aún no te conozco para darlo por hecho —añade.

En primera instancia, León puede comprender que se tratará de una paciente bastante directa, se cuestiona si el tratamiento la llevará a tener cambios de humor más intensos debido a eso. Aunque puede que sea diferente, Galia la describió como alguien demasiado prudente.

—Ahora, ¿sabes por qué estás aquí?
—Leí un par de correos de papá donde le escribían usted y el doctor que me atendió en el hospital —menciona con cierta vergüenza—. No pienses que lo hice con mala intención, pero es que nadie me quiere decir nada y en casa es como si todos temiesen a las palabras.
—Descuida —suelta una ligera risa—. Es bueno que seas un alma curiosa, a veces para las familias es difícil hablar con sus seres queridos sobre este tipo de cosas.
—Dijeron que estoy enferma —dice finalmente mientras agacha la mirada, aún siente miedo a escuchar respuestas—. Y el otro doctor habló de un tratamiento... ¿qué está pasando? ¿Por qué mis papás no me lo pueden decir?
—Cuando llegaste al hospital, se te hicieron varios chequeos —explica—. Pero antes de entrar en términos médicos, ¿puedo saber el motivo de los moretones en tu cuerpo?
—¿Cómo dice?
—Al hacerte el chequeo una de las enfermeras notó moretones en tu espalda que al parecer tu familia desconocía —añade—. Y creo que solo un ciego puede pasar desapercibidos los moretones en tu abdomen, ¿qué fue lo que pasó?
—¿Por qué eso es relevante?
—Tu familia tiene teorías al respecto —encoje los hombros—. Tu madre está entre las opciones de que quizás tus hermanos o su madre lo hicieron, la otra es que tú lo hiciste, aunque veo complicado que golpearas tu espalda.
—¿Y papá?
—Piensa que podría tratarse de algo sucedido en la escuela —agrega—. Pero tus amigos están seguros de que no te ha pasado nada, ¿cuál es la verdad?

Lo observa por unos segundos, se cuestiona si realmente tienen una explicación esos moretones, la realidad es que ni siquiera lo recuerda. Había pasado un mes sin crisis alguna, incluso las discusiones de Galia y Andrés resultaban poco importantes como para haber detonado un episodio de ansiedad, ¿cómo explicar que esta vez realmente desconoce lo que sucede con su cuerpo?

—Annia, ¿en los últimos meses te has sentido mal físicamente? —pregunta luego de un largo silencio.
—No soy muy observadora para eso.
—Pero es tu cuerpo, es muy evidente cuando nos sentimos débiles de alguna forma —cuestiona—. Es imposible no notar cuando algo nos está pasando.
—Nunca me enfermo, estoy en perfecto estado, lo más que padezco es cansancio por el insomnio, ¿por qué eso es relevante?
—Los resultados de tus análisis no reflejan un problema de días, llevas meses así, demasiado tiempo para ser sinceros —el tono de su voz se torna serio como si pretendiera regañarla.

Sin CaerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora