3. Tiddies

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—Nos quedamos en que te vas a poner a cocinar para el almuerzo mientras yo duermo en el sofá todo el día porque total, soy mitad gato—se encogió de hombros engreído tendiendose en el mueble, dejando a Jungkook con las palabras en la boca.

Pero Jimin no contó con que el conejito que a parte de ser un poco pervertido, era alguien travieso con sus bromas. Así que solo agarrando una tina y llenandola con agua, caminó hacia el sofá que estaba echado Jimin y con toda la intención del mundo, le echó de lleno todo encima. Haciendo que el mayor pegase un grito que se oyó por todo el edificio.

—AHHHGGG!! P-PERO QUE MIERDA!???—Jungkook pegó un brinco un poco asustado, sobresaltandose por tremendo grito.

El conejito no sabía lo que había desencadenado. No con un Jimin que lo miraba a punto de arrancarle su pomposito, escupirlo y tirarlo a la basura.

—TÚ!—Jimin lo señaló parándose de un salto—¡Maldito conejo, ven aquí!— y así de rápido se dió la persecución más desastrosa del mundo que hubiera ocurrido en un departamento.

Ya que Jimin no midió en dónde pisaba o rasgaba por donde corría persiguiendo al conejito. Probablemente Jin lo mataría después, pero en esos momentos al mayor no le podía importar menos.

A pesar de que Jungkook corría como alma al diablo, Jimin era más rápido y peor con la motivación de venganza. Así que después de unos minutos, Jimin pudo atraparlo.

—¡SUÉLTAME!—Jimin lo miraba con suficiencia con mucha diversión—¡PERDÓN! Ahora, por-r favor, puedes, puedes soltarme?—le miró suplicante con lágrimas en sus ojos.

¿Acaso no sabía que Jimin era inmune a las lágrimas de cocodrilo?

—¿Ahora pides perdón? Pues te jodes! conejo malcriado—rió sarcásticamente mientras lo amarraba con dificultad en una silla. La cuerda estaba algo apretada, pero no tanto para que le dejara muchas marcas.

Y de dónde salió las cuerdas? Era un misterio.

—¿Qué vas a hacerme?—inquirió molesto.

—Ya lo sabrás. Espera aquí—Jimin le dió una sonrisa burlona, yéndose a la lavandería para traer consigo una bolsa negra.

—No entiendo, qu-

No le hizo falta terminar su pregunta cuando Jimin sacó de esa bolsa muchos ganchos de ropa, poniéndolos encima de una mesa.

—¿Que-é?

—Como ves aquí, conejo. Voy a usar estos ganchos en ti y no sabes lo bien que voy a disfrutar verte gemir de dolor—le dijo muy cerca de él, mirándolo como un lobo a su presa. Sin apuros y sin arrepentimientos.

—Y... dónde los vas a pinchar?—Jimin lo miró divertido.

—Pues hay que averiguarlo, no?—así que sin perder tiempo, Jimin agarró una tijera de mano dirigiéndose al conejito que lo miraba asustado.

—Espera, esper-a, ¡ESPERA!—asustado, le gritó—¿¡QUÉ RAYOS PIENSAS HACER CON ESAS TIJERAS!?

—Ey, tranquilo. DEOS, solo voy a cortar la parte delantera de tu polo para dejar en descubierto tu pecho—Jimin bufó con las ideas tontas que se le estaba pasando por la cabeza a ese conejo pervertido.

Está bien que buscaba venganza, pero obviamente no iba a llegar a esos extremos.

No porque Jin lo degollaría después, obvio.

—Pero-por qué vas a cortar mi polo bonito? NO PUEDES SIMPLEMENTE SACARMELO, IDIOTA!?—le gritó sacudiéndose desde su silla.

—Pues me vale tres hectáreas de verga que se malogre tu camiseta, así que cállate ya, si no quieres colmar mi paciencia—le amenazó, irritado que a cada rato gritase.

PLAY ROOM (Jikook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora