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Cuando desperté, ya comenzaba a oscurecer. Por un momento me alarmé, pero rápidamente cambié de opinión.

Me daba igual lo que pensara mi familia.

Con calma me senté sobre el suelo de hojas muertas y tierra húmeda, respiré profundo y cerré mis ojos. Sabía que lo que seguía sería incómodo.

Volví a respirar, en el fondo no quería hacerlo. De repente las palabras de la señora Ozma hicieron eco en mi cabeza.

— "Sería más útil si pudiese transformarse en Luisa y además copiar su don, o en Isabella y ayudar a germinar los cultivos (...) Ese chico no es de mucha ayuda por sí sólo, y con su don tampoco (...) Sólo sirve para entretener a los niños, y las madres con recién nacidos sólo lo tratan bien para pedirles relevo cuando están cansadas" —

Era un maldito eco que se repetía una y otra vez, inmediatamente sentí una presión en mi pecho.

Agité mi cabeza, pero las palabras en mi cabeza no desaparecían.

Frustrado, no lo pensé dos veces y me puse de pie. El dolor punzante volvió a hacerse presente, caí nuevamente al suelo. Estaba desorientado, el dolor en mi cabeza era acompañado por un pitido suave, pero incomodaba.

Volví a apoyarme en el árbol para levantarme, me tomé unos minutos hasta asimilar el dolor y sentirme capaz de caminar. Sacudí mis ropas y luego de eso me dirigí hacia la aldea.

Ya había llegado a la plaza central, sólo debía subir la pequeña colina.

No me sentía bien.

Tampoco quería llegar a casa.

— Camilo — Alguien había tirado de mi ruana por detrás, se trataba de la pequeña Cecilia, se veía preocupada —

— Cecilia, es muy tarde ¿Qué haces por aquí? — Con dificultad me incliné hasta llegar a su altura —

— Necesito ayuda con algo — Se veía incómoda, parecía pensar lo siguiente que iba a decir — Necesito un consejo — Sus ojos brillaban como si quisiera llorar, fue inevitable conmoverme. Así que la tomé de la mano y caminamos hasta una banca —

— Puedes hablar cuando te sientas lista — La pequeña jugaba con sus pies que colgaban por su corta estatura, sólo miraba al suelo —

— Bueno — Me miraba de reojo y rápidamente desviaba la mirada — En la escuela debemos escoger un club para después de las clases — Comenzó a mover sus pies más rápidos — A mí me interesa el del periódico —

— ¿Periódico? — Era la primera vez que escuchaba de un periódico en Encanto —

— Si, hace unas semanas uno de los maestros viajó a Bogotá y trajo una impresora para la escuela ¡Así que quiénes estén en el taller serán los periodistas encargados de informar a todo Encanto! — Se oía muy emocionada, y sus ojos ahora brillaban de felicidad — Bueno, aún no escribiremos, pero podré ver y ayudar a los estudiantes más grandes —

— Se puede ver claramente que te gusta — Ella asintió — ¿Pero entonces que consejo necesitas? — Rápidamente su semblante cambió al de antes —

— Es que... — Hizo una pausa, y sus pies dejaron de moverse — Mamá dice que el club de periodismo no es para niñas como yo, ella insiste en que debo escoger el de cocina o costura — Ahora entendía su punto —

— ¿Y te gusta cocinar o hacer ropa? —

— ¡Por supuesto que sí! — Respondió apenas hice la pregunta — Ósea ¡Sólo mira a Mirabel, o a la señora Julieta! Son geniales — Me dio risa escuchar a mi tía ser llamada señora —

Discúlpame (Camilo y Mirabel - Relación familiar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora