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El niño tonto no respondió. Minho se mordía los labios en la espera de alguna respuesta.

Creía que lo había hecho bien, pero en su mente trataba de recordar si así era como se hacían los movimientos.

El chico no hablaba, tampoco sabía si de verdad lo miraba o solo había girado en su dirección. Era demasiado pequeño para entender lo que sucedía a su alrededor, pero aquello no le impidió haber hecho lo que hizo.

Posiblemente el acto más hermoso captado por la mujer del pañuelo desde su ventana.

-Niño tonto, este es un regalo para ti ¿me entiendes? U-N-R-E-G-A-L-O, tienes que tomarlo -. Al ver que el niño no tomaba la ardilla Minho se lo colocó sobre su cabecita. Las patitas del muñeco caían por los costados y tocaban sus orejitas.

El castaño tomó en sus manos a la bonita ardilla de color anaranjado. Lo dio vuelta y lo acarició. Era muy suave y olía muy bien. Al ser un peluchito bonito, el pequeño lo abrazó. Aquel acto había puesto contento al pelinegro.

-Se llama Coco, tienes que cuidarlo muy bien como yo y le gusta mucho bañarse ¡tienes que bañarlo! no debes ser un niño sucio, niño tonto -. Seguía llamándolo así pero por pura costumbre.

-Tienes un lunar debajo del ojo.

-¿Qué? ¡Aaaah! ¡¿Sabes hablar?! -. El pelinegro estaba muy emocionado de que el chico por primera vez le hablara. No solo él, sino también la mujer del pañuelo.

-Tu lunar es negro y está abajo de tu ojo.

-¡Sipi! El hombre de traje dice que es algo feo pero mami dice que me hace bonito.

-¿Algo feo puede hacerte bonito? ¿Las cosas feas no nos hacen más feos?

-¡Eish! ¿Por qué hablas así? ¡no te entiendo, niño tonto! Y claro que la cosas fea nos hacen bonitos, mi mami nunca me miente.

-¿Si yo tengo un lunar debajo del ojo seré bonito también?

-¡Claro! Pero de seguro ya eres bonito, tienes que sacarte el pelo de tu cara para que puede verte.

El chico asintió y sus manitas si dirigieron al flequillo que cubría sus ojos. tomó las hebras y las deslizó a sus costados. Revelando sus rasgados ojos.

Minho se sorprendió, ¡Eran del mismo color que los suyos!

-¡Wa! ¡Sabía que eras un niño lindo! ahora podemos ser dos niños bonitos pero tienes que sacarte el pelo de la cara y tener un lunar como el mío.

-Minho, vuelve a casa -. Los ojos del pelinegro se abrieron más de lo normal y su pulso comenzó a ir más rápido.

No quiso girarse, de todas formas no lo necesitó. El hombre de traje lo sostuvo con fuerza de su delgado brasito y lo jaló hasta entrar a su casa.

Todo pareció oscuro en esos momentos. La sala, el cielo que comenzó a nublarse, y los ojos del hombre también lo hicieron. Minho tuvo mucho miedo.

Lloró.

Gritó.

E incluso quiso escapar.

Pero nada lo salvó de sus ojitos hinchados, su labio partido, sus pómulos rojizos y de sus brasitos con moretones. Le dolía el cuerpo y el corazón.

En la oscuridad de su cuarto, entre las sábanas de autitos, escuchó los gritos de su madre y los de aquel hombre malo. No entendía de qué hablaban pero tenía miedo de que ese hombre malo de traje le hiciera lo que él a su mami.

Al día siguiente lo confirmó al encontrarla con su ojito violeta. Los ojos de Jiyoon eran celestes, eran demasiados bonitos y el violeta no les quedaba bien.

-Bebé ¿recuerdas al abuelo Park? -Minho asintió -¿no quieres vivir con él?

-¿Mami también vivirá allá?

-Mami tiene que quedarse, pero tú, mi amor, no tienes por qué soportar a ese hombre malo...Es una decisión tomada Minho.

El pequeño pelinegro tenía nueve añitos en ese entonces. No entendía mucho lo que pasaba en su mundo, pues su realidad estaba dividida en simples partes: Los malos y los buenos.

Los buenos eran su mami, la mujer del pañuelo, sus abuelitos, y el niño tonto.

Solo había una sola persona malvada, y ese era el hombre de traje que de vez en cuando olía raro.

La mañana siguiente, un auto aparcó frente a la residencia de los Lee. El hombre malo de traje ya había ido a su trabajo y la señora Lee llevaba unas maletas consigo y las guardaba con ayuda de otra mujer que rondaba a tener la misma edad que ella.

En ese auto desgastado, partió el pequeño pelinegro. Rumbo al campo, donde lo esperaba sus abuelitos y ahora su tía.

En el jardín de enfrente, un niño de hebras castañas jugaba con una ardilla que olía bien y un conejito ya limpio. Tenía su largo cabello recogido en una coleta y un puntito hecho con fibrón bajo el ojo. Era ajeno a todo lo que sucedía frente a él.

Su nuevo amiguito jamás había vuelto a aparecer en su jardín, tampoco ensu casa.

워,♥︎𓂃 taehxxii 𝅃ᰥ 𖧧 🥛ꜝꜝ

Espero les guste!! <33

𝑺𝒊𝒍𝒆𝒏𝒕 𝒃𝒖𝒓𝒔𝒕 ☼︎ 𝒎𝒊𝒏𝒔𝒖𝒏𝒈 // ᵃᵈᵃᵖᵗᵃᶜⁱᵒⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora