Capítulo III

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No era el Omega más listo del mundo, pero eso no significaba que fuera tonto. Había conseguido sacar un título en la universidad y estaba trabajando... no en lo que había estudiado, pero bueno, no podía quejarse.

Después de todo, gracias a estudiar esa carrera había conocido a Mathieu. No eran del mismo grado, pero compartían algunas clases.

Gratien sabía de Mathieu incluso antes de hablar con él, no podían culparlo, era difícil no notarlo. Era un Alfa alto, guapo e inteligente, y además soltero. Había rumores en la facultad de porque nunca tenía pareja, ex amores que jamás olvidó, cero interés en el compromiso, simplemente aún no llegaba la persona capaz de enamorarlo, historias había para escoger.

Cuando comenzaron a entablar una amistad, supo que aunque Mathieu no tenía pareja, frecuentaba bastante bares y sitios nocturnos para desahogarse, pero estaba bien, más de media facultad lo hacía, era normal, y aunque dolía un poquito y estaba algo celoso, no podía hacer nada, con suerte estaba siendo su amigo, no tenía derecho a opinar de su vida nocturna.

No sabía si era demasiado ingenuo, o simplemente era una tonta esperanza, pero casi juraba que podría haber algo entre ellos. Había una química innegable cuando comenzaron a hablar; roces furtivos, susurros íntimos, miradas brillantes y sonrisas coquetas. Su nuca cosquilla con solo oler o mirar a ese Alfa. Si giraba su mirada, Mathieu lo estaría mirando también.

Había pensado que eso era cosa de tiempo, algo que se daría naturalmente, en algún momento pasaría lo que tenía que pasar entre ellos, luego de dos noviazgos bastante decepcionantes estaba seguro que Mathieu era el indicado.

Y mientras esa ilusión aún estaba en su pecho y la confianza entre ellos crecía para compartir sueños y recuerdos; algo, no sabía qué, fracaso. Los roces se detuvieron, los susurros menguaron, la mirada ahora evitaba la suya y de las sonrisas quedaban solo muecas tensas.

Sabía que no era la persona más inteligente, aunque seguramente tampoco era tan tonto ¿Verdad? Pero no importaba cuanto reflexionara qué pasó, no lo entendía. Un día simplemente habían estado conversando con todo ese ambiente lleno de tensa y brillante química entre ellos y al otro día había un muro de hielo.

Después de mucho reflexionar, solo pudo asumir que no era lo que Mathieu buscaba en una pareja, tal vez alguien más captó su atención, alguien más guapo, más extrovertido, y mucho mejor que él. La desilusión dolió. Pero al menos seguía siendo su amigo y supuso que eso era mejor que nada, era de los pocos Omegas que podían presumir ser amigos de Mathieu.

Y otra cosa que podía presumir sin dudar era su imaginación.

Si se ganará dinero por tener imaginación, Gratien sería millonario.

Él podía estar allí, exteriormente escuchándo, mientras su mente imaginaba mil escenarios desde invasiones zombie hasta viajes a la luna. A veces la imaginación era demasiada, y pasaba varios minutos congelado de la nada mientras su mente exploraba diferentes escenarios.

Le gustaba llamarlo imaginación hiperactiva.

De niño todos aceptaban eso riendo y elogiandolo por ser creativo, pero mientras más crecía, la gente solía mirarlo cada vez más extraño cuando se congelaba y al regresar de su viaje imaginativo decía que había estado imaginando una pelea mortal o una huida épica de unos monstruos.

Poco a poco había dejado de hablar de lo que imaginaba. No le impedía seguir su vida normal, así que solo disfrutaba su imaginación a solas, y mientras más iba creciendo su imaginación solo...se desbordó. Y luego de confirmar que era Omega y pasar su primer celo, su imaginación tomó un rumbo aún más íntimo, y ya no hubo vuelta atrás. Era fácil el entender porque, era un joven tímido, y le costaba ganar confianza hasta para hacer amigos, para tener sexo necesitaba más que confianza en la otra persona. Su primer novio tuvo que esperar casi un año para que él tuviera lo suficiente confianza para tener sexo. Y el segundo no fue mejor. Pero las cosas no habían terminado bien con ninguno de ellos. Las parejas que había tenido solían ser quienes se interesaron primero en él, y les gustaba la apariencia inocente y dulce que daba. Y al parecer, no entendían que cuando se ganaban la confianza para que Gratien pudiera tener sexo con ellos, iba de la mano de confianza absoluta, desde compartir su imaginación, hasta ser un poco más aventurero, si, sexualmente hablando.

Alfa estéril Donde viven las historias. Descúbrelo ahora