Ivan Martínez.
Sonreí viendo que finalmente había llegado a la plaza, necesitaba ropa nueva y pensé que sería una gran oportunidad para salir a caminar.
—Buenas tardes— Salude amable a la chica detrás de mostrador.
Ella me sonrio como respuesta, seguí caminando hasta la seccion que estaba buscando.
—Ropa negra— Vacile antes de acercarme a los ganchos—Quiero esta, esta, esta, uh esta me gusta, ¡Quiero todas!
Mordi mi labio apenado cuando la señora que estaba a unos pasos de mi me vio horrorizada. Sacudi mi mano saludandola, se alejo aún más.
—Emilio idiota—Solte—Debió haberme acompañado.
Continúe con mi tarea de elegir que prendas debía llevar, cuando sentí que ya tenía las suficientes camine hasta la caja para pagar.
—¿Encontró lo que buscaba?— Dijo el chico sonriendo
—Si, la tienda esta muy bien.
—Gracias— Sus ojos cafés se hicieron pequeños por su sonrisa—Aqui tiene, lindo día.
—El día esta bien pero tu eres más lindo— Le guiñe un ojo provocando que se sonrojara levemente— Hasta luego, tal vez venga seguido.
—Espero volver a verte entonces.
Sonreí hagarrando el tiket que solían dar. Negue al ver que su número venía escrito atrás, ¿En que momento?
Doble el papel metiendolo en mi cartera, moría de hambre así que camine hasta la cafetería más cercana que encontré. El atardecer estaba cayendo así que pedí los panques y café para llevar.
Salí de la plaza y camine con calma hasta la carretera abandonada que estaba cerca, sentía la brisa caliente golpearme el rostro.
Cuando llegue me senté en la parte alta de la colina con mi "merienda" frente a mi. La ciudad era hermosa pero el atardecer era lo mejor que mis ojos habian visto.
Cerré los ojos disfrutando del viento, los árboles que estaban detrás mío se meneaban provocando que sus hojas emitieran sonidos relajantes. Abrí los ojos de nuevo
No pude evitar sonreír al notar muy a lo lejos lo que yo podía reconocer como Pujalt. Esos lindos ojos verdes y aquella sonrisa tierna volvieron a mi, habían pasado dos años ya y recordarlo aun me causaba ese cosquilleo en mi vientre.
Tome el panque de banana de la cajita de plástico, lo lleve a mi boca disfrutando del sabor. Por la altura mis pies se balanceban con tranquilidad mientras terminaba de comer.
Cuando termine todo guarde la basura en la bolsa trasera de mi mochila, aun era temprano pues el color naranja seguía dominando el cielo pero segun mamá debía regresar temprano así que era mejor volver ahora a mi casa o me regañarian.
Me levante escuchando el conocido ruidito proveniente del reloj que llevaba en la muñeca. Hora de las pastillas, volví a sentarme y saqué el estuche donde llevaba las pastillas necesarias.
Tome una por una con ayuda del agua de mi bote, saque mi teléfono tomandole una foto a las pastillas para mostrar que ahora les faltaba una de las pastillas a las demás, se la envie a Rebeca y volví a guardar el teléfono.
—Demasiadas condiciones—Le dije al pequeño cachorro que ahora caminaba conmigo—Si me tomo las pastillas, no es necesario que le envíe la foto.
Sonreí cuando meneo la cola contento, acaricie su cabeza antes de llamarlo para indicar que caminara conmigo. Me recordaba a Fufi
—Oye mira—El cachorro se detuvo conmigo—Ven vamos a ver
Corrimos a el pequeño puesto de flores que estaba ahí. Claro que compraría algunas
—Llevemosle una a mis abuelos, a la Doctora Garcia, una a Rebeca, a mi madre y porque no una a Emilio—Conte con mis dedos.
Nos atendió una señora demasiado amable y linda, incluso me ayudo a escoger cual llevarle a cada uno. Pague y agradecí por el carrito que me dio para llevar las 8 macetas que había comprado.
—Vamonos—Dije al notar que el perrito seguía afuera echado—Oh es que mira los tulipanes, no tengo ese color.
Solte cuando el cachorro ladeo la cabeza, camine con prisa notando que la noche estaba por caer el perro me siguió contento hasta mi hogar, entre rápido dejando el carrito en el jardín.
—Shh—Puse un dedo en mi boca cuando los tres me vieron molestos.
Llegue a la cocina y tome una pieza de los panes que estaban en la sesta, volvi a salir siendo seguido por mi familia, me hinque a la altura de mi nuevo amigo.
—Gracias por acomparme compañero—Le entregue el pan—Perdón pero si vuelves mañana tendré croquetas, lo prometo.
Acaricie su cabeza.
—Lamento haber tardado—Sonrei
—¿Son para mi?—Dijo mi madre emocionada.
—No todas, pero pueden escoger una—Me acerque—Muero de hambre.
—Vamos a comer entonces—Dijo Rebeca abrazando mis hombros—Has crecido.
—Naa', tu has encogido.
Emilio soltó una carcajada entrando con nosotros. Nos sentamos en la mesa para comenzar a comer juntos.
—Oh es verdad—Dijo mi madre de golpe—Adivina que Ivan
Alce los hombros bajo las sonrisas emocionadas de mis hermanos.
—Iremos a Pujalt —Solto alegre
Me quede quieto...Me daba miedo volver.