Capítulo 73: El clan de porristas

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Esta es solo una adaptación, todos los créditos a su autora Allove.

——

Cinco años después — Casa Park Manoban

—Te extraño... Mucho... Mucho... —le decía la morena a su mujer por teléfono

—¿Nada más? ¿Solo un te extraño y dos muchos? —preguntó seriamente la rubia— Cada vez me extrañas menos —reprochó— Claro seguro que como San Antonio está lleno de chicas lindas y jugadoras que se mueren por conquistar a la coach Manoban, ya ni piensas en mi —agregó con voz suave y triste

¿Sabes lo que me levanté pensando? —preguntó Lisa desesperada por escuchar a su esposa así— Me levante, miré el otro lado vacio de la cama y cerré los ojos tratando de imaginar la forma en que tu estarías durmiendo —terminó y agregó una risa corta

—¿Y eso? —a la rubia le llamó la atención

Cuando me levanto a la mañana —empezaba el relato— Nunca estás igual —dijo— Hay días que te encuentro agazapada a mí como un koala —ambas rieron—  Y no sabes cómo me cuesta dejar la cama porque me quedaría entre tus brazos toda la mañana —confesó— Pero otro días estás casi en el borde de la cama, bien lejos de mí, con la mitad de tu cuerpo afuera...

—Eso es culpa tuya —le murmuró la fotógrafa

¿Culpa mia? ¿Por qué es culpa mía rubia? —preguntó jugando

—Porque me tengo que alejar de ti, para que no te tientes de nuevo y me dejes dormir —explicó fácilmente

¿Y tú crees que huyendo a la otra punta de la cama vas a dejar de ser una presa fácil para mi? —más de una vez se lo había demostrado

—Sígueme diciendo... —Rosé quería evitar a toda costa iniciar algo por celular, sus hijas estaban por llegar del colegio y no iba a ser la primera vez que la encontraran en situaciones raras

¿Están por llegar las niñas cierto? De acuerdo —iba a seguir con su relato— ¿Sabes cuál es mi posición preferida cuando duermes? —interrogó

—Dime —exigió débilmente

Cuando despierto y tengo tu cabeza en mi pecho y una de tus manos en mi abdomen —la voz de la peliazul era casi una provocación— Subes y bajas con mi respiración, y hay veces que juego a cambiar los ritmos para tratar de que hagas la arruguita en la nariz que tanto me gusta —risas— ¿Y sabes lo que haces cuando me levanto? —Rosé no respondió, esperó la respuesta— Me remplazas por una almohada... ¡por una miserable almohada! —reprochó

—Pero es tu almohada, nunca agarró la mía —la artista era consciente de algunos de sus rituales para dormir— La tuya tiene tu perfume, el perfume que solo usas para mí —le dijo

Rosé sintió como su mujer suspiró y le dio tiempo para que dijera lo que quisiera decirle— Cada viaje se me hace más difícil amor —confesó

La rubia se había prometido tratar de hacerle lo más fácil posible este proyecto a su esposa, pero ella compartía los mismos sentimientos que su mujer— Lili... Bebe... Cuando evaluamos la propuesta para que fueras la nueva coach de las Liberty, sabíamos que esto iba a pasar —le dijo suavemente

Lo sé pero...

—Además no es distinto a cuando viajabas como jugadora —necesitaba ser fuerte por su esposa

CUÁNDO, DÓNDE Y CÓMO EL AMOR QUIERA | ChaelisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora