Prólogo.

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Prólogo.


1921

El señor y la señora Daniels, que vivían en el número 6 de Greenwich Village, eran personas muy normales y tranquilas. Eran las últimas personas que se esperaría encontrar relacionadas con algo extraño o sospechoso, porque simplemente eran demasiado normales para eso. O eso era lo que creían la mayoría de las personas que los conocian.

El señor Daniels era el dueño de una empresa llamada Funks, que fabricaba muebles para el hogar. Era un hombre delgado y muy menudo con un bigote inmenso. La señora Daniels era delgada, castaña y contaba con unos hermosos ojos azules. Los Daniels tenían dos hijas: Ann, la más pequeña, y Rose, la mayor.

Rose se había casado, ya hace años, con un hombre en Londres. Sin embargo, apenas unos meses después de que Leía, la nieta mayor de los Daniels, cumpliera los diez años, su padre, el señor Bissed, murió. Dejando a Rose sola con su pequeña hija y embarazada de su segundo hijo. Sin nadie más que la até a Londres, Rose decidió regresar a la casa con sus padres en Nueva York.

Los Daniels tenían todo lo que querían, sus hermosas hijas nuevamente juntas en casa, su hermosa nieta y la que estaba por venir. Pero no todo era felicidad, también tenían un secreto, y su mayor temor era que lo descubriesen: no habrían soportado que se supiera lo de los Bissed.

Y es que Edward Bissed, el difunto esposo de su hija mayor, era un mago. Todos los Daniels, a excepción de Rose, fingía que Edward Bissed nunca existió.

Los Daniels se estremecían al pensar qué dirían los vecinos si supieran  qué su amada hija se había casado con un brujo y que su nieta también era una de ellos.

Para su mala fortuna, los momentos felices que pasaron los señores Daniels no duro mucho, pues a la señorita Rose se le había complicado el parto.

Luego de dar a luz a una pequeña niña, murió en la sala de parto. Sus padres estaban destrozados, Rose siempre fue la luz de sus ojos y ahora ella ya no estaba.

No fueron sino unos pocos dias después que el señor Daniels sufrió un infarto fulminante, inducido según su médico, por la depresión. La señora Daniels no duro mucho tampoco, después de un mes de la perdida de su amado esposo murió de la misma forma que él.

Ahora, en el número 6 de Greenwich Village solamente vivía tres mujeres: Ann , Leia  y, la bebé, Molly.

Sana mis heridas [Theseus Scamander]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora