HashiMada - Libérame

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Las familias no permitían que ellos estuvieran juntos, mucho menos lo iba a permitir el matrimonio de Mito junto a Hashirama, pero él aun así no se rendía. 
Ante la sombra, tras de todos, Madara y Hashirama se dedicaban a amarse a escondidas, pecando y manchando la imagen del hermoso matrimonio. 

El Uchiha era conocedor que su Senju no era feliz con Mito. Esa mujer no podía complacerlo en ningún sentido. En la cama no aguantaba, en amor era demasiado fría y como esposa no sabía hacer ni una sola tarea hogareña. 
Él sabía hacer todo eso y más, incluso trabajaba, a diferencia de esa chica que se creía completamente una princesa hasta el punto de obligar a Hashirama a trabajar doble turno. 
La  odiaba con todo su alma, pero no podía hacer nada.

Ya llevaba más de cuatro años viéndose a escondidas con Hashirama y escuchando cada lamento que ese daba. Para Madara era algo triste el saber que Hashirama buscaba la forma de liberarse de ese cruel matrimonio al cual fue encadenado, pero legalmente no había escapatoria... A no ser que él quedara viudo.

—Hashirama... —Comenzó a hablar Madara.
—¿Sí? —interrogó un decaído Hashirama. 

Allí Madara tomó las manos del Senju y lo obligo a verlo a los ojos. 

—Hashirama... Soy capaz de sacrificar mi libertad por ti para poder liberarte de tu miseria.
—¿A qué te refieres, Madara?
—... —Madara aguardó silencio antes de proseguir—: Acabaré con tu miseria. Acabaré con Mito. No te preocupes, cargaré con el pecado.

Hashirama lo pensó por largos segundos. No quería destruir la libertad de su amado, pero allí estaba con un Uchiha dispuesto a hacer cualquier cosa por él.
Junto a Hashirama prepararon una trampa en donde Madara invitaría a Mito al río y allí mismo acabaría con la vida de ella para liberar a su amado.
La dama era tan ingenua que seguramente aceptaría sin chistar. Y así fue.


Con la invitación otorgada y la fémina en el lugar buscándolo, Madara se acercó lentamente hacia ella sin realizar algún ruido que llamara su atención. Con sumo cuidado alzó la cuchilla que tenía y antes de bajarla sintió un horrible puñal en su espalda.

—¿Qué?... —dijo Madara mientras soltaba la cuchilla y trataba de mantenerse de pie. 
—¿Creías que Hashirama aceptaría matar a una inocente como yo? —interrogó Mito.

Lentamente, el Uchiha giró su cabeza para ver por encima de su propio hombro diestro para ver quien fue el ser descarado que lo hirió, sin embargo, se llevó la gran sorpresa de ver que se trataba de Hashirama. 

—Hashirama... —susurró Madara—. ¿Por qué? —interrogó sin obtener respuesta alguna.

Lo último que recibió por parte del hombre que amó y juró liberar fue un empujón que lo hizo caer al río.

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