TobiKaga - Chico espécimen

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Aún sonaba en todos los noticieros la desaparición de Kagami Uchiha de 20 años, un chico que estudiaba en la academia Konohagakure. Nadie sabía absolutamente sobre su paradero puesto a que la última vez que lo vieron fue dentro del salón de clases. Sin embargo, todo había sucedido allí.

(...)

Los últimos trabajos que estaba mandando el profesor Senju eran realmente difíciles, tanto para él como para sus compañeros. Tanto que sus compañeros llegaron al punto de no hacer las tareas y sacar mala calificación, sin embargo, él no quería eso. Kagami prefería tomar un tiempo luego de clases con el profesor Tobirama para lograr entender sobre el tema.
Ese mismo día, luego de que sus amigos, su pareja y compañeros se retirarán del salón de clases, Kagami quedó completamente solo junto al sensei. Oportunidad que aprovechó para pedirle clases de tutorías. Recordaba las palabras de su profesor "Claro, tú sabes donde vivo debido a que ya te he dado clases privadas en mi casa. Te quiero allí a las 8 p.m, con todas las dudas que tengas sobre el tema". Palabras que se llevaría a la tumba.

Como odiaba. Como despreciaba saber que esos ojos no lo veían a él. Como esos ojos veían a Danzo. Como esos ojos veían a otros.
Compró todo para su nueva muñeca. Una hermosa vitrina de cristal, varias vendas y varios paños. Todo para mantener a su bello muñeco allí, a su nuevo chico espécimen.
Tobirama calló ya hace un par de días los gritos de Kagami. Hizo que esos ojos no vieran a nadie más que él una vez que los arrancó.
Le cortó también las manos y los pies para que así no pueda tocar a nadie más.
No le quedó otra opción a Senju, debía de hacerlo. Kagami nunca aprendía la lección. A pesar de que él se encontraba siempre presente, el joven siempre prefería ver a otros chicos, a otros hombres, pero jamás lo miraba a él. Tras haber hecho esa abominación con el chico, para Tobirama era su forma de demostrar su castigo a ese, puesto a que así nunca podría irse a ninguna parte.

Senju colocó en aquella vitrina el cuerpo de su chico espécimen. La estaca que pasaba por el pecho de Kagami al estar dentro de la vitrina de cristal lo mantenía de pie. La estaca pasaba donde alguna vez hubo un corazón, corazón que él mismo se atrevió a arrancar, de devorar. El corazón lo devoró en forma de marcar de que ese mismo era solamente suyo.
A veces sacaba el cuerpo de la vitrina para devorar partes de ese, en otras ocasiones para mancillarlo, y cuando terminaba lo volvía a colocar en la vitrina.
Otras veces solo se dedicaba a estudiar el cuerpo de su amado, ver como decaía y volver a arreglarlo para que estuviera nuevamente sano.

A pesar de actuar de tal manera sádica contra la persona que amó, aún su mente le decía que deseaba que Kagami solo lo viera a él hasta que se muriera. ¡Ah!, pero eso ya no podía suceder porque Kagami ya no poseía ojos.

—Oh, cierto Uchiha, ya no posees ojos —Tobirama estaba completamente serio, parado frente a esa vitrina, donde allí notaba las cuencas vacías del chico hasta que sonrió con un ligero sadismo
—Porque yo te los he quitado.

Un arranque de locura lo poseyó por completo. Rompió con su codo el cristal de la puerta de la vitrina, sin importarle si su codo quedaba por completo lleno de heridas y fragmentos de cristal incrustados en él. Rápidamente, Tobirama retiró el cuerpo de Kagami para colocarlo en la cama.

—Te colocaré unos ojos de cristal. Unos rojos para que combinen con tu sangre.

(...)

Le colocó unos ojos rojos al inerte joven, pero ese ya no estaba más en la vitrina. En todo el tiempo lo dejó en la cama mientras su cordura poco a poco volvía, mientras se sentía completamente atrapado.
El Senju poco a poco se sentía atrapado al recibir llamadas de su familia tras no haberlo visto hace mucho tiempo, pero no solo de su familia, sino también del trabajo donde preguntaban por qué no iba a dar clases. Ausencia que comenzó a levantar plenamente sospechas contra su persona y al mismo tiempo hicieron que despertará su lado racional.

—Kagami... —Fue lo que susurró viendo el cuerpo de quien una vez consideró alumno.

Últimamente, los policías lo citaron para un interrogatorio. Con ayuda de un buen abogado se abstuvo de que hicieran una revisión en su casa. Pero algo le decía que abandonará todo. Que él también merecía descansar, pero no solo. Necesitaba llevarse a Kagami consigo mismo.

Ese mismo día a la noche la policía se aproximó a la residencia de Senju Tobirama y derribado la puerta. Ingresaron, pero no encontraron a nadie. Llamaron por el nombre del residente, pero nadie respondió. Empezó un requisamiento por toda la vivienda hasta que llegaron al baño. La escena era la más horrible para los uniformados. El hombre abrazando aquel cuerpo con ojos de cristal, el agua de la tina no era nada más y nada menos que la sangre de ambos. El rostro de Senju era una sonrisa de placer, a pesar de que su propio flequillo cubría sus ojos, se podía ver como una lágrima cristalina caía de uno de esos ojos.

PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora