Capítulo 18

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La mañana se hizo presente, y llegó un nuevo día, en el que en una habitación del Palacio Real dos cuerpos cubiertos por sábanas, recostados en una cama, se acariciaban y apretaban entre sí. La luz iluminaba la habitación, la velas ya consumidas desaparecieron y el aroma a feromonas inundaba la habitación.

—Tenemos que levantarnos.— Dejó un beso en sus labios.

—Solo un rato más.— Se pegó aún más al cuerpo de su Alfa.

Después de dormir unas horas el Alfa había cumplido con su palabra y había despertado a Gulf en medio de la noche para dos rondas más de sexo. Eso dejó al moreno cansado, sin ganas de levantarse y con un dolor de cintura que sabía que en su entrenamiento de ese día le iba a pasar factura.

—Tienes que levantarte y desayunar y yo tengo trabajo.

El Alfa pasó la yema de los dedos, por la espalda del Omega, dejando pequeñas caricias de arriba abajo, llegando hasta su cintura y más abajo, disfrutando su piel y agarrando una nalga para apretarla haciendo que el nombrado se sobresaltase.

—¡Alfa!— Protestó Gulf separándose de golpe. Podía escuchar cómo Mew reía por su reacción y eso lo enojó aún más. Se dio media vuelta dándole la espalda y tapándose hasta la cabeza y volvió a dormir. No quería ser molestado estaba muy cansado pero el General no cooperaba. Empezando por su manos inquietas que pasaban por su cintura y costillas causándole cosquillas haciendo que se retorciera y no controlando la risa que se avecinaba.

—A-alfa... Basta— Pedía entre risas.

—No pararé hasta que te levantes.

—Si no paras... ¡No habrá más sexo!— Sentenció, haciendo que el Alfa parase su movimiento. Cuando se dió media vuelta para mirar que había pasado, se encontró con la imagen del General hecho una estatua y con sus ojos muy abiertos. Tenía la vista de la garganta de Mew, como se movía de arriba abajo pasando saliva debatiendo con su Lobo interno que había pasado.

Idiota, te pasaste de la raya, ahora ya no habrá más sexo— Reprendía el Lobo gruñendo.

No lo hice a propósito, solo quería molestarlo un poco—se excusó—No creí que se enojaría— Su charla quedó interrumpida cuando la risa del Príncipe se escuchó en la habitación.

Gulf reí, y abrazaba su estómago dejando a Mew confundido.

—Está asustado de no tener más sexo, General— pregunto Gulf con una sonrisa traviesa. —Solo bromeaba— continuo riéndose.

—Asi que solo era una broma— Mew pudo respirar tranquilo y volvió a asaltar a Gulf con cosquillas, la habitación se inundó por las risa de ambos quienes disfrutaban de su mañana.

El sonido de la puerta siendo tocada llamó la atención de ambos, haciendo que se detuvieran abruptamente. Los dos compartieron una mirada de espanto mientras se sentaban de golpe y tapaban su desnudes.

—Alteza, tengo su desayuno para servirle— se escuchó decir a la sirvienta del otro lado.

Alfa y Omega se levantaron muy nerviosos, con su corazón latiendo rápidamente, temiendo que los descubrieran.

—S-si un momento— elevó la voz el moreno mientras tomaba las prendas del Alfa y se las echaba encima para luego empujarlo tras las cortinas de su ventanal.

—Escondete aquí y no hagas ruido— susurró, corrió por la habitación abriendo ventana tras ventana, para despejar el ambiente y se colocó unos pantalones.

No hacia falta llevar más prendas, era común que el Omega llevará solo pantalones cuando recibía a la servidumbre. Dió un rápido vistazo a su alrededor comprobando que todo estuviera en su lugar y se echó a la cama de un salto, dejando pasar a la sirvienta que seguía esperando afuera.

Estás a prueba, Alfa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora