Capitulo 2

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- ¡General!- se escuchó una voz entrando a la tienda. La voz de un subordinado del ejército de Britia llamaba a líder de todos ellos.

- ¿Que es lo que ocurre, soldado? - preguntó el Alfa y General de todo el Ejército.

Mew Suppasit, a pesar de sus orígenes humildes, este Alfa era más digno que cualquier otro, luchando batalla tras batalla a la cabeza de su ejército, arriesgando su vida múltiples veces por honor a su Rey y ahora recibiendo su recompensa de poder volver con la victoria que tanto les costó a él y sus soldados.

-Señor, acaba de llegar una carta de Su majestad, el Rey- dijo el soldado tratando de recuperar el aliento (por correr de inmediato al recibir la carta) y admirando cada vez que podía a su General, además de ser el mejor soldado del Reino, su hermoso rostro y cuerpo bien trabajado (debido a su rutina de entrenamientos y a los diferentes enfrentamientos que tuvo por la ya dicha guerra), de piel lechosa, rasgos definidos, cabello castaño, piernas bien tonificadas, alto como muy pocos Alfas lo eran, era la envidia de muchos Alfas y deseado por innumerables omegas.

Viendo como su soldado no paraba de admirarlo decidió cortar el ambiente y extender su mano para recibir la carta.
-Entregamela- soltó el Alfa con una mirada dura pero sin ser grotesca.

Saliendo de su ensoñación y tragando saliva acumulada en su boca, el beta perdido en el cuerpo del Alfa que solo traía unos pantalones dejando al descubierto sus pectorales y abdomen bien marcados preguntó:

- ¿Entregar que, señor? - dijo parpadeando e inclinando la cabeza en señal de confusión.

Inhalando y exhalando en un intento de invocar su paciencia casi inexistente dijo - ¡La carta, soldado! - serio y con voz de reproche hizo sobresaltar al beta que saliendo de su transe entrego la carta de inmediato - puedes retirarte- dijo Mew haciendo un ademán para que el soldado se fuera y lo dejara solo.

Con una inclinación en forma de respeto, el beta se digno a dejar la tienda del castaño, así pudiendo este último abrir el sobre con las noticias que su Rey enviaba.

Suspirando cansado, como si esa situación le hubiera robado fuerzas, refunfuñó con su Lobo diciendo:

- ¡En serio! ya no veo la hora de encontrar a Mí Omega destinado y poder alejar esas miradas de mí- dijo el Alfa cansado de como lo miraban con ojos lujuriosos, pareciendo que se les caería la baba a cualquier beta u Omega por el  solo motivo de pasar a un lado de ellos.

Odiaba que lo miraran como si fuera un trofeo el cual presumir su mordida en ellos, por esa razón solo pasaba tiempo con sus compañeros más cercanos y alejado de cualquier otra persona que no le interesara.

- Aunque no hayamos encontrado a nuestro Omega todavía, no quiere decir que cuando lo hagamos no tendremos dirigidas a nosotros esas miradas de deseo. No hay muchos Alfas como yo- dijo el Lobo hinchando su pecho de orgullo y la verdad era que no mentía, ya que no se conocían una gran cantidad de Alfas puros.

- deja de decir tonterías y solo apresúrate a encontrarlo, así me deshago de esos hipócritas y me dejan en paz- dijo mew con voz de reproche pero jugando a la vez, con una media sonrisa y negando con la cabeza.

Se dispuso al fin a abrir la carta, leyendo con atención cada palabra en ella escrita y sorprendiéndose al instante con lo que leyó, no por el hecho de que el Rey le ordenará que regresará al castillo (ya que el solo esperaba esa órden para poder regresar), sino que se estaba enterando de su compromiso con el príncipe, hijo del Rey de Britia al cual ni siquiera conocía.

Meditando en cada palabra escrita e importandole poco y nada su compromiso con el "Príncipe desconocido", ya que si era la palabra de ese hombre que lo saco del lugar de mierda en dónde estaba, dándole una oportunidad de mostrar su valía, haría lo que fuera por él incluso dar su vida o casarse con su hijo.

Estás a prueba, Alfa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora